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(Este capítulo contiene descripciones de hechos violentos, no son muy detallados, pero para personas demasiado sensibles podría ser incómodo de leer. Simplemente brinquen esa parte si les resulta incomodo)







El cielo se tornó gris, el viento sopla con fuerza, como si tratara de evitar algo, en momentos Yokohama se ilumina mientras el cielo ruge imponente; los rayos se dibujan sobre el papel grisáceo y el sonido de los truenos y la lluvia protagonizan como melodía. En la ventana del departamento, Chuuya se mantiene de pie, observando aquel espectáculo natural, reflejando en sus iris la intranquilidad y la resignación.
En medio del silencio acompañado de la lluvia, pudo escuchar la puerta principal siendo abierta y luego cerrada muy lentamente. A sus espaldas, pudo sentir una presencia ya conocida. Se giró, y la vio acercarse a él con pasos lentos. Frunció el ceño al verla manchada de sangre, demasiada sangre.

— Tomie ¿Qué ha-

— Estoy bien —musitó antes de abrazarlo. La lluvia le había mojado por completo, pero aun así el rastro de sangre sigue en su ropa— No es mi sangre de todas formas —aclaró en un murmullo, ocultando su rostro contra el pecho del varón. Suspiro con cansancio y sintió como Chuuya le rodea con sus brazos, entonces sonrió y tras unos minutos de solo escuchar la lluvia decidió hablar— Eres un buen hombre, Chuuya. Aunque seas un mafioso, eres el mejor que he conocido... Y es por eso que no puedo amarte.

Él sonrió con tristeza, cerró sus ojos y acarició la espalda de Tomie con delicadeza, sintiendo la humedad de la tela y como la piel fría se erizaba ante su tacto.

— Lo sé, tonta —confirmó con tristeza— Jamás vas a amarme.

— Ojalá hubieras sido tú quien me encontró en el puerto —murmuró, escuchando los latidos del varón y su suave respiración— Así jamás me hubiera convertido en esta mierda.

— No creo que seas una mierda... —murmuró. Su voz fue de alguna forma dulce al oído y cálida al corazón.

— Eres la única persona capaz de decir eso —sonrió y alzó la mirada. Sus miradas conectaron al instante en que un rayo iluminó toda la habitación que antes estaba oscura, mostrando por un momento la tristeza en sus miradas— Perdón, Chuuya. Juró que lo intente, pero no puedo olvidar a Dazai. Te quiero, pero-

— Está bien, no necesitas explicar nada —subió una de sus manos al rostro pálido de Tomie y acarició suavemente su piel fría— Me alegra que por lo menos al final pueda ver de nuevo esa mirada humana en ti.







— No conoces lo suficiente a Dazai. Si lo hicieras, sabrías que, si él dice "aléjate de esa persona, quiere hacerte daño" es porque esa persona quiere hacerte daño.

Su mirada opacada y vacía acompañada de su voz gélida dieron la sensación real de peligro. Tomó la maleta negra que trajo consigo y la abrió sobre la mesa del centro de la sala. Muchas herramientas peligrosas deslumbraron y cuando tomo aquel bisturí se reflejó su víctima... Encadenada a una silla, con una herida sangrante en la frente, los ojos llorosos y el miedo en su mirada.

— ¿Por qué haces esto? —sollozó— Aún podemos hablarlo y-

Calló sus palabras ante la patada que recibió en el estómago, se encorvo al sentir que el aire escapaba instantáneamente de su cuerpo y tosió. La tomo por el cabello y jalo su cabeza hacia atrás, le miró sin una pisca de duda y acercó peligrosamente el bisturí a su rostro. Metió toscamente una bola de tela en su boca cuando empezó a gritar y retorcerse de dolor.

— Pobre... Nadie va a venir. Dazai está gravemente herido en el hospital ¿Sabías? —la víctima frunció el ceño con horror y comenzó a gimotear en un absurdo intento de gritar— Hatsuyo... Hatsuyo... Hatsuyo —canturreó, pasando el bisturí por la piel de su cuello— Cuando éramos más jóvenes, Dazai me enseñó uno de sus pasatiempos favoritos, a pesar de que yo lloraba y decía que no quería ver ese tipo de situaciones... Al final me persuadió para que lo hiciera y un día torture junto con él a un hombre. Desde entonces me enseñó los métodos más dolorosos y "divertidos" pero... me preguntó si habré aprendido bien —la sangre al rojo vivo resbaló por encima de la clavícula hasta bajar y manchar su ropa. Hatsuyo llora y Tomie le observa con repulsión— Tengo una idea ¿Qué tal si me dices tú misma si he aprendido bien?







Amor al indigno 『 Osamu Dazai 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora