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En compañía de la noche, trabajadores desembarcan mercancía de la Port Mafia. Dejando que un cigarro le consuma lentamente, Tomie supervisa que todo vaya en orden. Del otro lado, a un par de metros, Chuuya le observa indeciso. Ya han pasado días desde su discusión y no han vuelto a hablar desde entonces, sin embargo, ha notado como ella parece más inquieta de lo normal. El sonido de su celular recibiendo una llamada le saco de sus pensamientos.

— Esa fue la última carga —dijo uno de los hombres a la mujer al mando.

— Perfecto. Dile a todos que pueden retirarse a casa.

Se dio la vuelta para irse al edificio de la mafia, pero se encontró con Chuuya caminando hacia ella.

— El jefe dice que podemos irnos a casa también —habló Chuuya— Akutagawa se encargará del resto.

Ella no dijo nada, simplemente paso de largo y siguió con su camino, tirando al suelo la colilla del cigarro. Sus tacones resuenan en medio de la oscuridad del puerto y el viento se deja sentir helado. Tomie miró de reojo a ambos lados, sintiendo que alguien le está observando. Siguió caminando al mismo paso hasta que sintió la repentina cercanía de alguien a sus espaldas. Sacando la navaja oculta bajo su chaqueta, se dio la vuelta, poniendo aquel peligroso filo sobre el cuello de su atacante.


— Pensé que te tomaría desprevenida —comentó con una sonrisa burlona, manteniendo sus brazos ligeramente alzados, en señal de rendición.

— ¿Qué haces aquí, Dazai? —cuestionó con el ceño ligeramente fruncido— Sabes que es territorio nuestro.

— Oh, vamos~ ¿No estás feliz de verme?

Mantuvo su sonrisa burlona y ella guardó su navaja de nuevo.

— No te quiero aquí —le dio la espalda y siguió con su camino— No será bueno si nos ven juntos.

— Eso ya es muy tarde —canturreó y le abrazo por detrás, susurrando en su oído— ¿No lo crees?

Tomie miró las manos de quién le abraza, notando la ausencia del anillo. Aquello le hizo pensar, que tal vez, aún tenía oportunidad. Se dio la vuelta y abrazo a Dazai por el cuello, alzando un poco su cabeza para poder mirarlo a la cara.

— ¿Recuerdas cómo nos conocimos?

El reflejo de la luna se ve distorsionado en el mar, mientras ellos se mantienen abrazados enfrente de este reflejo, sobre la vieja madera del puerto. Las luces ya se han apagado, solo queda la luz tenue de la luna y eso es más que suficiente.

— Te pedí que cometiéramos suicidio doble en cuanto nos conocimos y tú dijiste "Acepto, pero con una condición"

— Todo fue tan extraño en ese momento —dijo riendo un poco.

— Yo realmente no esperaba esa respuesta —confesó.

Tomie sonrió.

— ¿Recuerdas la primera vez que lo hicimos? Me hiciste prometerte que no te dejaría y que moriríamos juntos...

— Por supuesto que lo recuerdo.

Acarició el rostro de la femenina con delicadeza, esperando que se sintiera segura de decir aquello que se está guardando. Porque le conoce y sabe que se está callando algo.

— Dazai —murmuró, mirándole fijamente.

— ¿Sí?

— Yo aún lo haría —musitó. Él alzó ambas cejas y le miró con cierta duda— Morir contigo, definitivamente, aún lo haría.

Él sonrió y le dio un beso en la frente.

— Lo sé —respondió en voz baja.

Le tomo de las mejillas y la beso. La luna fue testigo de aquella confesión y de la malinterpretación de las acciones de Dazai.
Su comportamiento erróneo y cobarde fue visto como una declaración de su antiguo amor; Tomie creyó, que aquellos besos significan que aún la ama.

Creyó que podía no ser la mujer para pasar el rato. Y, de hecho, tontamente, Dazai se mintió así mismo pensando que eso era posible.

Lo que comenzó como reuniones nocturnas, dos o tres veces a la semana, se convirtió en algo que sucedía a cualquier hora, a veces más de una vez al día. Hatsuyo, la esposa de Dazai, tuvo la oportunidad de hacer un viaje de negocios, al cual no faltaría por nada del mundo. Él, como siempre, se comportó como un esposo comprensivo y fingió que todo estaba bien entre ellos. Sin embargo, las cosas estaban cambiando.

Ya no solo era sexo, eran salidas a comer, visitas al cine, paseos durante el atardecer, encuentros casuales y días en los que Dazai pasada las horas en pijama en el departamento de Tomie. Eran como una pareja normal, a excepción de que tenían sexo en la cama matrimonial que no deberían de compartir entre ellos.

"Quizás... Si estoy enamorado de ella"

Fue algo que Dazai se dijo muchas veces. Se preguntaba si lo hacía por necesidad, porque se sintió abandonado y decepcionado o porque realmente había nacido un amor hace años.

— "La hermosa Hatsuyo Oyama recorre todo Japón y contagia a todos de esperanza" —leyó Tomie mientras sostiene el periódico. Lo arrojó y miró a Dazai, quien está en la cocina, buscando algo en las alacenas— ¿Por eso te casaste con ella? Porque es buena hablando. No hace más que ir de un lado a otro a dar conferencias y hacer donativos. Tengo que admitir que es una mujer que ha logrado mucho, pero no es capaz de ser buena esposa...

— Yo también me preguntó porque me case con ella... Creo que lo he olvidado —cerró la última alacena que le quedaba por inspeccionar y la miró— No tienes nada que me sirva para un suicidio indoloro.

— ... Puedo conseguir algo si eso es lo que quieres.

— No, está bien. Sera en otro momento.

Tomie sonrió y le abrazo.

— Te amo —soltó sin más, dejándolo estupefacto por un instante— Se que ella regresa mañana... Pero me gustaría que te quedarás conmigo de ahora en adelante —confeso en voz baja, ocultado su rostro contra el pecho de Dazai.

Él acarició sus cabellos negros mientras le abraza de la cintura con su otra mano. Parecía pensar seriamente en algo desde hace días y hoy finalmente lo dijo.

— Voy a divorciarme.

Tomie se separó al instante y le miró a los ojos.

— ¿Qué?

— Entonces viviremos juntos y ya no tendrás que llorar por ver ese anillo entre mis cosas.

— ¿Hablas en serio?

Asintió. Ella tomo impulso y le saltó encima. Dazai la recibió en sus brazos mientras ella no dejaba de expresar su felicidad.

Si el amor fuera una persona, posiblemente los hubiera visto con descontento mientras decía un "ustedes no me entienden". 

Amor al indigno 『 Osamu Dazai 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora