Capitulo 2

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Los días pasaban rápido, llego un punto donde eran rutinario, la rutina de Lydia era, despertarse, desayunar, practicar magia con Cheryl, Alec, Freya y Hope, almorzar, escuchar la musica que tocaba Alec, escuchar a Cheryl hablar de moda, cenar, y luego irse a dormir, al día siguiente lo mismo, pasaron semanas para que pasara algo fuera de lugar, Alec y Cheryl parecian ya de 16.

Era una mañana, y como ya era costumbre, Lydia estaba practicando magia, cuando el teléfono de Lydia sonó, ella contestó pensando que era Charlie, pero en cuanto escuchó la voz, supo que no era el.

–Lydia, hola, soy Sam, quería preguntarte si nos podías ayudar, a la manada y a los Cullen– cuando dijo el apellido de esa familia, Lydia iba a contestar inmediatamente un "no" pero el siguió hablando –Bella esta en peligro, Victoria, una vampira pelirroja esta creando un ejército en Seattle, y me preguntaba si nos podías ayudar, vamos a empezar a entrenar pasado mañana, a quince kilómetros al norte del puesto del guarda forestal de Hoh Forest, por el oeste y puedes seguir nuestro rastro. Es a las 3 de la tarde, piénsalo– la llamada se terminó, Lydia lo primero que hizo fue buscar noticias sobre Seattle en su celular.
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SEATTLE ATERRORIZADA POR LOS ASESINATOS

Ha pasado menos de una década desde que la ciudad de Seattle fuera el territorio de caza del asesino en serie más prolífico de la historia de los Estados Unidos, Gary Ridgway, el Asesino de Río Verde, condenado por la muerte de 48 mujeres. Ahora, una atribulada Seattle debe enfrentarse a la posibilidad de que podría estar albergando a un monstruo aún peor. La policía no considera la reciente racha de crímenes y desapariciones como obra de un asesino en serie. Al menos, no todavía. Se muestran reacios a creer que semejante carnicería sea obra de un solo individuo. Este asesino -si es, de hecho, una sola persona- podría ser responsable de 39 homicidios y desapariciones sólo en los últimos tres meses. En comparación, la orgía de los 48 asesinatos perpetrados por Ridgway se dispersó en un periodo de 21 años. Si estas muertes fueran atribuidas a un solo hombre, entonces estaríamos hablando de la más violenta escalada de asesinatos en serie en la historia de América.
La policía se inclina por la teoría de que se trata de bandas criminales dado el gran número de víctimas y el hecho de que no parece haber un patrón reconocible en la elección de las mismas. Desde Jack el Destripador a Ted Bundy, los objetivos de los asesinos en serie siempre han estado conectados entre sí por similitudes en edad, género, raza o una combinación de los tres elementos. Las víctimas de esta ola de crímenes van desde los 15 años de la brillante estudiante Amanda Reed, a los 67 del cartero retirado Ornar Jenks. Las muertes relacionadas incluyen a casi 18 mujeres y 21 hombres. Las víctimas pertenecen a razas diversas: caucasianos, afroamericanos, hispanos y asiáticos.
La selección parece efectuada al azar y el motivo no parece otro que el mismo asesinato en sí.
Entonces, ¿por qué no se descarta aún la idea del asesino en serie?
Hay suficientes similitudes en el modus operandi de los crímenes como para crear fundadas sospechas. Cada una de las víctimas fue quemada hasta el punto de ser necesario un examen dental para realizar las identificaciones. En este tipo de incendios suele utilizarse algún tipo de sustancia para acelerar el proceso, como gasolina o alcohol; sin embargo, no se han encontrado restos de ninguna de estas sustancias en el lugar de los hechos. Además, parece que todos los cuerpos han sido desechados de cualquier modo, sin intentar ocultarlos.
Aún más horripilante es el hecho de que, la mayoría de las víctimas, muestran evidencias de una violencia brutal. Lo más destacable es la aparición de huesos aplastados, al parecer como resultado de la aplicación de una presión tremenda. Según los forenses, dicha violencia fue ejercida antes del momento de la muerte, aunque es difícil estar seguro de estas conclusiones, considerando el estado de los restos.
Existe otra similitud que apunta a la
posibilidad de un asesino en serie: no ha sido posible hallar ninguna pista en la investigación de los crímenes. Aparte de los restos en sí mismos, no se ha encontrado ni una huella ni la marca de un neumático ni un cabello extraño. No hay testigos ni ningún tipo de sospechoso en las desapariciones.
Además, también son dignas de análisis las desapariciones en sí mismas. Ninguna de las víctimas es lo que se podría haber considerado un
objetivo fácil. No eran vagabundos sin techo, que se desvanecen con facilidad y de los que raramente se denuncian sus desapariciones. Las víctimas se
han esfumado de sus hogares.
Desde la cuarta planta de un edificio de apartamentos e incluso desde un gimnasio y una celebración de boda. El caso más sorprendente es el del boxeador aficionado de 30 años Robert Walsh, que entró en el cine para ver una película con la chica con la que se había citado; pasados unos cuantos minutos de la sesión, la mujer se dio
cuenta de que no se encontraba en su asiento. Su cuerpo se halló apenas tres horas más tarde, cuando los bomberos acudieron para apagar un incendio producido dentro de un contenedor de
basuras, a unos treinta kilómetros de distancia de la sala cinematográfica.
Otro rasgo común en la serie de asesinatos: todas las víctimas desaparecieron durante la
noche. ¿Y cuál es la característica más alarmante? La progresión. Seis de los homicidios se cometieron en el primer mes, once en el segundo. Sólo en los
últimos diez días se han producido ya veintidós asesinatos. Y la policía no se encuentra más cerca de descubrir al responsable ahora, de lo que lo
estaba cuando se halló el primer cuerpo carbonizado.
Las evidencias son contradictorias, los hechos espantosos. ¿Se trata de una nueva banda criminal o de un asesino en serie en estado de actividad
salvaje? ¿O quizás es algo más que la policía no se atreve a imaginar?
Sólo hay un hecho irrefutable: algo terrible acecha en Seattle.

–¿Mama? ¿Que sucede?– Alec le pregunto.

–Tengo que ir a Forks, voy a ayudar a Bella–

–Vamos contigo, juro comportarme, te llamo Lydia para no revelar que somos tus hijos, ¿sí mami?–Cheryl pregunto con entusiasmo.

–No, ustedes van a ir al Internado Salvatore, junto a su tía Hope, y van a estar con Josie y Lizzie.–

–Pero...–

–Cheryl, suficiente, no vamos a ir, es lo mejor– Alec quien no tenía en mente ir a Forks y ver a Jasper hablo.

–Les prometo que voy a regresar rápido, prepárense, los voy a pasar dejando en el Internado Salvatore–

Habían pasado unas pocas horas y Lydia se estaba despidiendo de sus hijos, para dirigirse a Forks, sin saber que cierta Siphon rubia, iba a convencer a Cheryl de seguir a su madre con un hechizo de rastreo, y que por concierne, Alec también iba a ir.

𝑻𝒉𝒆 𝑶𝒕𝒉𝒆𝒓 𝑺𝒘𝒂𝒏 [𝑱𝒂𝒔𝒑𝒆𝒓 𝑯𝒂𝒍𝒆] EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora