no he escrito en mucho tiempo.
Así que...
Hange y Levi antes del 125.
Todavía estaba lloviendo cuando puso el cuerpo de Levi sobre el caballo, no había podido comprobar si seguía vivo, al igual que no había podido comprobar si había matado al soldado que los perseguía.
No quería pensar en ello, ahora que tenían un caballo, podían huir con facilidad de los Jageristas. Cabalgó durante horas, abrazando el cuerpo inerte de Levi.
Hasta que vio una casa. Estaba deshabitada, nadie había pasado por allí durante años. Faltaba parte del techo y las ventanas estaban rotas, pero serviría como refugio.
Entró con el caballo en lo que parecía un establo, bajó a Levi del caballo y lo llevó en sus brazos. En un rincón había un montón de paja seca, el suspiró, estaba agotada de la cabalgada. Le dolían todos los músculos del cuerpo, pero no iba a rendirse.
Lo acostó sobre la paja suavemente, y le oyó exhalar un pequeño gemido, haciendo que su corazón se acelerara. Lo desnudó, para comprobar sus heridas, estaba lleno de cortes. No eran muy profundos, pero había perdido mucha sangre.
En las alforjas del caballo, había vendas, para su alivio. Se arrodilló a su lado, su pulso era lento, pero su corazón latía, y sintió que su propio corazón volvía a latir de nuevo.
Acarició su cara, manchada de barro y hierba, Levi hizo una mueca de dolor y no pudo evitar romper en llanto.
Se quitó la camisa y la empapó con el agua de lluvia que se había acumulado en un viejo cubo y la pasó por sus heridas.
Sus manos temblaban, la piel de Levi estaba fría. Recordaba todas las veces que lo había acariciado antes, cuando su piel estaba caliente y brillaba con el sudor.
- No te vas a resfriar, ¿verdad?- murmuró con un nudo en la garganta, sintiendo las lágrimas correr por sus mejillas.
Limpió sus heridas, lo examinó y rezó a los dioses en lo que no creía para que todo saliera bien.
Lo vendó, lo mejor que pudo, mientras él gemía de dolor. Pero no se movía, era como un muñeco de trapo, ligero y manejable.
Estaba aterrorizada, no podía perderlo. No podía seguir sin él. No quería seguir sin él.
Acarició su cara de nuevo, suavemente, pasando la punta de sus dedos por sus rasgos. Cuando adquirió el valor suficiente para mirarle a la cara, se dio cuenta de que Levi le había abierto los ojos. Un largo corte corría desde su párpado hasta la comisura de su boca.
- Eh, - susurró ella, sonriendo incapaz de añadir una sola palabra mas.
- No intentes sonreír si no lo sientes, - susurró con voz cansada. - Lo odio.
- Yo odio verte morir,- respondió ella llorando desconsolada.
- No voy a morir, idiota, - respondió él cerrando los ojos de nuevo. - Te prometí que nunca te dejaría solo, sólo voy a dormir.
- Está bien, - murmuró ella, apartándole el flequillo de la frente para darle un beso. - Yo tampoco te voy a dejar solo.
- Lo sé, cuatro ojos, lo sé."
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Las cosas que no molestan
FanfictionPequeñas historias de día a día. Sin orden cronológico. Citas, confesiones, celos, miedos...