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Auron reaccionó rápido y dió un pasó al frente para cubrir a Luzu y a Raulito.
El castaño se mantuvo inmóvil escondiéndose detrás de su compañero. El bebé seguía llorando en sus brazos, su llanto era el único ruido que hacía eco en la cueva. Luzu le meció varias veces y arrulló al pequeño hasta que fue disminuyendo la rabieta.

Auron examinó al nuevo intruso de pies a cabeza. El casco le cubría casi totalmente y era imposible mirar su rostro, estaba de pie junto a las armas que ellos soltaron hace unos minutos atrás. No mostraba intensión de atacarles.

— ¿Quién eres? —preguntó luego de un rato en silencio. No fue tosco ni exigente, no alzó la voz; intentó sonar tranquilo y seguro. Evitar la violencia sería lo mejor en ese momento pues estaban al límite de la poca energía que les quedaba. El extraño soltó su arco y lo dejó caer entre las espadas, con calma procedió a quitarse la espada del cinturón y el carcaj, finalmente los arrojó al mismo sitio. Con eso dejaba muy en claro que venía en paz.

Luzu estiró el cuello para ver por encima del hombro de Auron. Su curiosidad salió a flote y antes de darse cuenta ya estaba analizando al sujeto.

El desconocido llevaba las suficientes armas para destrozarlos desde que entró, pero no lo hizo. Se desarmó sin problema alguno y ahora estaba ahí tranquilo, 'observandoles'.

El tono de voz que usó cuando llegó a la cueva no era altanero ni burlón, sonó bastante educado y con una pizca de pena sincera.

La persona frente a ellos caminaba con elegancia y seguridad. Por la forma en que estaba ahí parado cualquiera diría que era un mayordomo usando la armadura de un caballero medieval.

Firme como un soldado, dócil como un sirviente a la espera de la siguiente orden.

Definitivamente captó la atención de ambos chicos.

Parecía tan familiar... verlo les hacía sentir como cuando intentas recordar algo de tu infancia pero sólo puedes ver imágenes pausadas, oír voces distorsionadas y escuchar conversaciones incompletas.

La persona ni siquiera se sentía como una amenaza, sus cincos sentidos no estaban gritando por peligro ni se encontraban alertas. Quizás el lado idiota de Auron noqueó a su lado razonable y considero que podía confiar en cualquiera que le disparara en la cara dos veces y sin titubear a un bandido que tenía como rehén a Raulito.

Y Luzu debía sentirse igual, pues no lo golpeó ni le dijo que estaba siendo imprudente por bajar la guardia.
El castaño salió de su escondite y encontró un lugar a su lado. Ambos miraron como el desconocido les ofrecía una ligera reverencia.

— Permitanme presentarme: soy el guerrero sin nombre, servidor de los dioses. Sigo órdenes de nuestras deidades, y se me ha dado la misión de acompañarles hasta que finalicen su viaje.

Auron y Luzu se vieron entre ellos con una mueca de confusión.

— "¿Nuestras?" —el moreno ladeó la cabeza—. Yo jamás te he visto por las tierras de Karmaland. No sabía que los dioses tenían otros pueblos.

—En realidad... me parece bastante familiar —el chico de ojeras entrecerró los ojos y le miró con curiosidad—. ¿Nos hemos visto antes?

El guerrero misterio se enderezó y guardó silencio. Aunque no podían ver su rostro presentían que el sujeto extraño sonreía detrás del casco.

— Por favor arreglen sus cosas, tenemos que irnos.

Antes de que alguno protestara, el muchacho se dió la vuelta y salió de la cueva. Auron miró la salida y luego a su compañero.

— ¿Y este quién se cree?

— Pues es quien acaba de salvarle la vida a Raulito —Luzu acomodó al niño en sus brazos y se dió la vuelta para caminar hasta sus pertenencias—. Y tiene razón, hay que largarnos de aquí así que ven ayúdame.

Single Dad [LuzuPlay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora