[ 🐻🐺] *.✧ ;; The other side

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Rubén es un experto arruinando las cosas, ese era su fatídico y verdadero don. Se pregunta entonces ¿Por qué los dioses eligieron al guerrero más torpe e impulsivo cómo su mensajero?

Pues porque los dioses son crueles, malvados y les gusta ver el mundo arder; los humanos eran su show de entretenimiento las 24 horas del día así que les encantaba meter salseo.

O eso creía él.

Antes de que Mangel y Lolito hicieran pública su decisión de marcharse del pueblo, Rubius ya lo sabía. Ya se lo habían contado sus deidades por medio de una linda visión. Él guardó silencio, se tragó el berrinche, esperó pacientemente a que su mejor amigo le diera la noticia.

El albino se preparó durante dos días para el momento, incluso ensayó frente al espejo. Todas sus acciones estaban planeandas, todo se proyectaba en su mente como una película bien detallada: seguramente ambos estarían pescando en el lago junto a la cabaña abandonada que construyeron cuando eran adolescentes, Mangel le daría la noticia, él fingiría sorpresa, lo miraría a los ojos por unos segundos y luego le daría varias palmadas en el hombro, con una mueca de seriedad le demostraría su apoyo y le desearía suerte en su viaje. Pasarían un lindo momento entre amigos dónde Rubén calmaría las inseguridades de Mangel y apoyaría cada una de sus decisiones. Un atardecer en paz, perfecta armonía y muy feliz.

Las cosas no pasaron así.

Mangel le llamó un domingo preguntando si estaba disponible para una reunión el lunes por la tarde, se escuchaba nervioso. Rubius ya sabía de qué se trataba, con un nudo en el estómago respondió al instante que sí tenía tiempo. Acordaron una hora, el lugar y qué llevarían. Todo estaba listo, sería una tarde de pesca junto a La Cabaña Abandonada para conseguir basura encantada del lago, genial.

Ahí se encontraron. La tarde empezó bien, se sentaron en el pequeño muelle cañas en el agua. Platicaron sobre muchas cosas: Su infancia, sus compañeros, momentos graciosos, el clima, el pueblo; de todo lo que se les ocurrió. Se rieron tanto que por un momento el sacerdote olvidó porqué estaba tan preocupado. Incluso pensó en que la visión de hace unas noches fue un engaño de los dioses para sacarle un susto.

Todo estaba bien hasta que Mangel dejó la caña a su costado y miró su reflejo en el agua.

— Rubius, tengo que contarte algo.

El mencionado se quedó quieto en su lugar, no alzó la vista ni recogió la caña, su corazón se detuvo por varios segundos y volvió a latir cuando le salió la voz más aguda de lo normal.

— ¿El qué?

— Hace tiempo me di cuenta de que Karmaland no es para mí. No me siento bien estando aquí, quiero probar algo nuevo... —Mangel siguió hablando, alargando el discurso. Rubius dejó de poner atención a su voz y sólo se concentró en mirarlo atentamente, con cada segundo que pasaba sentía como una aguja nueva se clavaba en su pecho— ... He hablado con los dioses, fue extraño pero son más agradables de lo que imaginaba.

El chico de lentes sonrió de lado, dejó de mirar su reflejo y ladeó su cabeza para encontrarse con su mejor amigo.

— Aceptaron mi propuesta y me permitieron llevarme a Lolito conmigo. Oh, también pusieron condiciones: debo volver cada cierto tiempo a Karmaland y ofrecer mi ayuda en cualquier lugar que pise.

— ¿...te vas?

Mangel suspiró y asintió lentamente. Después de ver ese tierno gesto, Rubius comenzó a llorar.

Oh no, ese no era el plan.

Se supone que debía ser fuerte y mostrar su apoyo, pero no aguanto ni un poco más la mirada de su compañero. Se encogió en su lugar, llorando a mares. Mangel lo miró sin decir algo más durante unos minutos.

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⏰ Última actualización: Dec 17, 2022 ⏰

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