Capitulo 17

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Julia nunca se había detenido a pensar en que era el amor, y es que hasta que apareció Andrés no había sido necesario.

¿Era ese momento dónde sentías cosquillas en cada parte de tu cuerpo, dónde la felicidad era inmensa y anhelabas congelar todos los instantes a su lado con tal de nunca perderlo?

¿O era el momento dónde el amor es tan fuerte que el miedo invadia cada parte de tu cuerpo?

Quizás eran ambas. Quizás el amor eran esos sentimientos maravillosamente dolorosos que nos llenaban de vida. Esa noche Julia abandonó la cocina junto a Andrés sin analizar cada una de sus palabras o sus reacciones buscando algún indicio que en un futuro pudiera llegar lastimarla. Ahí, acorralada contra la mesada, Julia mando al infierno sus miedos y supo que lo que sea que pasara en un futuro valdría la pena.

Él la ayudo a llevar las copas y el vino favorito de sus padres hasta el salón para dejarlo todo en la mesa ratonera frente a los sofás. La noche transcurrió en calma, con Mike, Andrés y su padre haciendo bromas y hablando sobre deportes, y Anne junto a Lizy chismeando sobre sus conocidos. Julia se limitaba a escucharlos en silencio, sonriendo con educación y observando disimuladamente a su profesor de Biofísica.

Eran casi las dos de la madrugada cuando los Johnson abandonaron su casa entre risas, y antes de partir Andrés se aseguró que nadie los vea para dejar un simple beso en sus labios. Las mejillas de Julia se sonrojaron pero eso no la preocupó mucho, después de todo si alguien preguntaba podría decir que eran los efectos de las dos copas de vino que había bebido.

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—No puedo.

Julia negó con la cabeza reiteradas veces sin despegar su vista del frente.

—Claro que puedes, ¿Que es lo peor que puede pasar? —Andrés sonrió intentando contener la risa al ver la cara de pánico con la que ella lo miró. Estaba demasiado tensa y aún tenía ambas manos aferradas al volante del auto como si de esa forma pudiera salvarse— Mira a tu alrededor, no hay nadie a quien puedas atropellar ni nada con lo que puedas dañar mi lindo auto —acarició el asiento con delicadeza. Ella hizo una mueca y suspiro.

Se encontraban en un descampado a casi una hora de la ciudad. Era el mismo lugar donde Mike había traído a Andrés a practicar por primera vez y tenía la certeza de que nada malo podría pasarles allí.

Julia sacudió la cabeza intentando despejar su mente y Andrés admiró la forma en que sus rizos se movían ante aquel leve movimiento. Miró hacia afuera con una sonrisa de lado, si sus amigos lo vieran en ese mismo instante, perdidamente enamorado, posiblemente lo joderian por el resto de su vida.

—Vamos, tu puedes hacerlo —la alentó—. Piensa que si aprendes por lo menos podrás ir a prescolar sola.

Julia abrió la boca de par en par con indignación y le golpeó el hombro.

—Si yo soy una niña que va a prescolar, entonces ¿cómo te deja eso a tí?

Él se encogió de hombros.

—¿Como el sexy novio de la niña de prescolar?

Julia se rió sin dejar de observarlo.

—¿Con que novia, eh?

Andrés volvió a encogerse de hombros.

—Sí, lo supuse luego de que me presentarás a tus padres —comentó con algo de burla.

Ella asintió como respuesta sin dejar de sonreír, fijando su vista al frente.

Pisó el embriague, colocó la marcha en primera y juntando toda la seguridad que pudo apretó el acelerador con delicadeza. El auto comenzó a moverse lentamente y le Julia sonrió a Andrés.

El profesor de Julia © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora