Capitulo 20

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—¿Y a qué hora debo estar allí? —preguntó Sam mientras entraban a la clase de biofísica.

—A las ocho esta bien —contestó Julia observando a Andrés de reojo antes de dirigirse hacia su asiento

Últimamente había notado que a gran parte de sus compañeras les gustaba admirar a Andrés, y aunque al principio sintió un poco de celos, no tardó mucho en encontrarle el lado bueno. No importaba durante cuanto tiempo lo admirara, no era la única. Y él se limitaba a sonreír con educación, ignorando el hecho de que casi todas las chicas en aquel salón parecían tenerlo como amor platónico.

Los primeros minutos de clase transcurrieron con lentitud, dónde Andrés se dedicó a explicar los temas de los que hablarían en los próximos días. Julia tomó un mechón de su cabello y comenzó a jugar con éste sin dejar de prestar atención a cada una de sus palabras.

Desde que tenía memoria había llevado los rizos casi hasta la altura de su cintura, a su madre siempre le había gustado así, y para ser sincera a ella también. Tenía las puntas algo abiertas ya que nunca lo había cuidado como correspondía, pero no le molestaba.

Su imagen siempre fue la misma, nunca se molestó en cambiarla, y es que hacerlo significaría aceptar que estaba cambiando, que estaba creciendo. La simple idea de un cambio en su vida la aterraba desde hace mucho tiempo, quizás esa era la razón por la que no le gustaba cortarse el cabello, o siquiera pensar en mudarse lejos de sus padres. Pero por primera vez esos pensamientos no fueron tan terroríficos como lo parecían antes.

Allí sentada, en plena clase de biofísica, Julia se dió cuenta de que en menos de un día cumpliría diecinueve años, y no quería empezarlos como siempre. Le agradeció a su madre mentalmente por arreglar un cena en casa junto a los Johnson y a Sam. Porque así era como quería festejar su noche, con Andrés de un lado y Sam de otro. En tan solo unos pocos meses esas dos personas habían ocupado un lugar importante en su corazón. Podía contar con los dedos de la mano las veces que había salido con Sam, pero aún así le gustaba su presencia. Le gustaba que la entendiera a la perfección y que estuviera dispuesta a darle su espacio cada vez que lo necesitaba.

Sonrió mientras dirigía su vista hacia ella, quien se encontraba escribiendo lo que sea que Andrés hubiera escrito en la pizarra. Era la clase de chica a la que le gustaría llegar a conocer hasta poder llamar mejor amiga, y por un instante se odio al haber tardado tanto en estar dispuesta a tener una.

Cuando la clase terminó Julia se mantuvo sentada en el asiento mientras veía a todos salir del salón. Sam la miró con una sonrisa, sabiendo exactamente porque se quedaba allí.

—¿Puedo ayudarla en algo señorita Ferrari? —preguntó Andrés acercándose a ella con una sonrisa de lado. La puerta del salón estaba abierta de par en par, y aunque decenas de alumnos paseaban en esos momentos por los pasillos, nadie les prestaba atención realmente.

Julia negó con la cabeza mordiendo su labio inferior para evitar reír.

—¿Entonces que es lo que hace aquí considerando que en... —observó el reloj de su muñeca—, menos de quince minutos tiene otra clase al otro lado del campus?

Se encogió de hombros mirando de reojo como apoyaba ambos brazos en su mesa, con la intención de acercarse aún más hacia ella.

—¿No va a responder señorita Ferrari?

Su apellido nunca había sonado tan bien en los labios de alguien más y la forma en que le hablaba le generaba escalofríos.

—Lo siento profesor Johnson, estaba muy distraída con la vista —dijo inocentemente.

El profesor de Julia © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora