3 AÑOS

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Había sospechado de la fecha hacía tres años. Me había decidido a marcarla hacía dos en uno de mis viejos cuadernos de la escuela, y finalmente la había memorizado el año anterior. 10 de octubre. Si mis cálculos de los últimos tres años no fallaban, el contador debería cambiar al día siguiente.

Tenía mis dudas. Después de la muerte de papá, mamá había decidido que nos mudáramos de la ajetreada Seúl y nos estableciéramos en un pueblito cercano, llamado Osan. Me pregunté durante todo el verano si aquello afectaría la fecha y la hora en la que mi contador debería de cambiar de decir "7 años" a decir solo seis, al grado de inclusive pasar varias noches sin dormir.

Ese año inicié la escuela media, y, si debo decirlo, prontamente me volví uno de los chicos más populares. Quizá era mi personalidad, pues a pesar de la muerte de papá, y el cambio que dieron nuestras vidas en casa, yo seguía siendo un chico sonriente, divertido y amable. Un niño enamorado de la vida y del amor. Después de todo, el mirar mi contador me llenaba de una inmensa alegría de saber que mi vida se dirigía a un punto de inmensa felicidad, del cual solo yo era merecedor.

Encontraría a esa persona que me amaría a mí y solo a mí, y yo lo amaría de igual modo, sin rencores, sin secretos, por siempre y para siempre, hasta que llegara el tiempo de despedirnos. Esperaba que fuese en nuestra vejez, pues pese a que sé que mamá trata de ocultarlo, le duele haberse despedido de papá tan pronto.

También era popular en la escuela gracias a mis atributos físicos. Después de todo, los genes Kim son casi perfección. De piel rosada pálida, cabello negro, ojos oscuros, alto y delgado (aunque no flacucho), en varias ocasiones escuché como tanto las niñas como los niños del colegio decían que yo era un chico muy atractivo y les gustaría conocerme mejor. Aquello solo servía para hacerme sonreír. Me halagaba, aunque si he de ser sincero, nunca les hubiese dado siquiera una oportunidad de una cita. ¿Qué sentido tenía el construir un acercamiento sentimental con una persona que yo sabía no era mi amor predestinado? Mi contador me indicaba que esperara, y era lo que yo iba a hacer. Por más guapos y amables que fueran los chicos que conociese a lo largo de mi vida, mi contador me había dado la instrucción de que aún quedaban siete largos años por esperar.

Seis, pues según mis cálculos, debía cambiar al día siguiente.

10 de octubre. Desperté temprano, pues era el día del festival deportivo en el colegio. Me vestí con el uniforme, y procedí a bajar a tomar el desayuno. El año anterior, cuando aún estaba en la escuela elemental, había descuidado mi contador a la hora del almuerzo, y cuando salí de clases, me había dado cuenta que había cambiado, indicando un año menos de espera.

Mientras esperaba el camión escolar que me llevaría al colegio, procedí a pensar en aquella información que había recabado el año pasado y que esperaba confirmar hoy mismo, aun nervioso porque la mudanza hubiese alterado en algo las cosas. Si mis cálculos eran correctos, el reloj cambiaría entre la una y tres de la tarde, y si aún faltaban siete años, eso indicaba que ocurriría en mi primer año de Universidad, a la hora del fin de clases. Y como había sabido que regresaría a Seúl para estudiar allí, solo podía suponer que...

Mis ensoñaciones terminaron cuando el autobús escolar se detuvo frente a mí. No tuve de otra más que regresar a la realidad, y subir.

-¡Kim, aquí!

-Junkyu, te guardé un lugar.

Varios compañeros me indicaron con señas que me sentara con ellos, sin embargo, decliné los ofrecimientos de todos con una sonrisa, y procedí a caminar hasta la mitad del autobús, donde un par me esperaban, sonrientes.

-Buenos días, Asahi, Mashiho.

-¡Buenos días, Junkyu! –respondió Asahi, de manera alegre. Mashiho, igual de tímido que siempre, me respondió con un murmullo. No pude evitar sonreírle también.

Cuenta Regresiva [A Mashikyu story]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora