Me quedé de pie, en la esquina del parque, viéndolo alejarse. Había dicho que se sentía mal, y quería ir a casa. Aquello me provocó una serie de emociones que se sucedieron todas al mismo tiempo, por lo que me fue imposible el reconocerlas, menos nombrarlas, hasta que no llegue a casa.
Esperé a que diese vuelta en la esquina, y perderlo de vista, antes de yo mismo dar media vuelta, e iniciar la caminata. Llegue a casa diez minutos después. Al igual que siempre, la señorita Takata seguía en la zapatería, por lo que tenía el lugar para mí solo. Así que dejé la mochila junto a la puerta, al igual que los zapatos; me dirigí a la cocina a tomar una gelatina del refrigerador, y finalmente llegué a mi cuarto donde me dejé caer en la cama.
Y empecé a analizar lo que sentía.
Mi primer sentimiento había sido de decepción. Me había acostumbrado ya tanto a estar siempre con Junkyu, que el saber que aquella tarde no la pasaríamos caminando por el parque, o quizá deteniéndonos para comprar un helado, o hasta parando por pan para arrojarlo a los patos que acababan de llegar y hacer del río del parque su hogar, me había dejado abatido.
Sin embargo, también sentía la culpa de pensar en todo eso cuando mi mejor amigo se sentía mal (no sabía si un dolor de cabeza, de estómago, un resfriado, o quizá fuese algo aún mucho más grave, como una infección), que inmediatamente la preocupación me llenó por completo.
Un par de segundos después, la culpa regresó. Debí haber sido más firme y aferrarme a acompañarlo. Si algo malo le pasase en el camino, sería mi culpa. Había sido un idiota al aceptar que se marchase solo, y ahora, lo único que podía hacer era ahogarme con la idea de que no sabía si había llegado a casa, y si se encontraba bien.Pensé en levantarme de la cama, e ir corriendo a su casa. Ofrecerme a llamar a un médico si era necesario, llevarle mínimo un té, un analgésico, o algo del botiquín que pudiese necesitar. Creo que, en ese momento, si Junkyu fuese una chica y me pidiese ir a la farmacia a comprarle toallas femeninas, lo haría sin dudarlo.
Y entonces, otro sentimiento llenó mi subconsciente. ¿Y si en realidad Junkyu no tenía nada, y simplemente quería estar solo? No podía estar seguro de ello, pero era una probabilidad, ya que, durante todo el día, si bien había estado callado, no había dado indicios de que algo le doliese, sino más bien de que se encontraba perdido en sus pensamientos.
Me pregunté si en realidad quería simplemente estar lejos de mí, y aquello solo provocó que me doliese el pecho. Porque, si somos honestos, yo no hubiese querido separarme de él. Era él a quien quería contarle todo lo que me llegase a pasar. Era él a quien le había contado todo lo que sentía, mis preocupaciones, mis sueños...
No pude evitar sentirme mal al imaginar que él quería alejarse de mí. Porque yo quería tenerlo cerca. Tan cerca como esa vez que nos abrazamos para celebrar año nuevo. Tan cerca como esa vez que me faltó valor para besarlo en el portoncito de mi casa. Tan cerca como esa vez que estuvo aquí mismo, en mi habitación, y pude haberme confesado. Tan cerca como esa vez que nos dimos la mano para ir al cumpleaños de Haruto, y yo pude haberle dicho...
¿Dicho qué?
A lo mejor quería estar solo porque lo estaba sofocando. A lo mejor se había dado cuenta de que lo empezaba a sentir por él, y lo había asustado. A lo mejor era su manera de decirme que no correspondería a mis sentimientos, y era mejor volver a ser simples desconocidos.
Me abracé las rodillas, y sentado en una orilla del colchón, tomé el celular.
-Al menos puedo preguntarle si llegó con bien a casa, ¿no? –me pregunté a mi mismo, mientras abría la conversación de whatsapp que tenía con él.
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Cuenta Regresiva [A Mashikyu story]
RomanceEn este planeta, todo ser humano nace con un contador tatuado en el interior de su muñeca derecha. Un tatuaje pequeño, una simple línea de diversos dígitos y letras, que se mueve en cuenta regresiva, sin detenerse nunca. ¿A qué conduce dicha cuenta...