30 DÍAS

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No pude dejar de pensar en aquella tarde durante el siguiente mes completo. Era la típica escena de cualquier película de romance adolescente, y ahí iba yo, incapaz de tener el valor de besar a mi amigo porque... ¿Por qué? ¿Por qué tenía novio? ¿Por qué no quería arruinar nuestra amistad? ¿Por qué tenía miedo de estar malentendiendo todo y que en realidad él no sintiese nada por mí? Para empezar, inclusive yo tenía dudas sobre lo que sentía por él.

Quizá solo era el momento que parecía oportuno, y en realidad, había sido bueno que no hubiese sucumbido a aquel impulso. Quizá había sido una prueba para confirmar que soy más que simples hormonas, y respeto a Junkyu como un amigo, y no lo veo como un simple chico con el que puedo salir y romper al cabo de un mes.

Pero el recuerdo venía casi todos los días.

Recordaba el momento cada que salía o regresaba a casa, porque justamente tenía que pararme en mi propio portón para abrir la puerta. Recordaba cómo aquella tarde, la señorita Takata seguía trabajando en la zapatería, y había tenido yo que buscarle un cambio de ropa a Junkyu entre mis cosas, cruzando los dedos para que nada le quedase chico.

La prueba de fuego fue cuando entramos a mi habitación, la cual tendrá por siempre el recuerdo de aquella hora entera en la que tuvimos que esperar a que la madre de Junkyu enviase a un chófer para que lo llevase a casa, y cómo él me prometía que me llevaría mi ropa limpia al día siguiente a la escuela. Y todo porque, para evitar un silencio incómodo, se me ocurrió preguntar:

-¿No planeaste nada con Jihoon para hoy? –él me miró como si hubiese mencionado a alguien que no conocía, y por un momento temí confundirme con los nombres de él y su hermano-. Es decir, ¿San Valentín? –insistí-. Asahi y Jaehyuk tuvieron una cita, seguramente. ¿Por qué tu no...?

-Ah –dijo finalmente, mientras se sentaba en mi cama y yo me preguntaba si podía hacer lo mismo, y me regañaba mentalmente porque, por dios Takata Mashiho, es tu cama, es tu cuarto, es tu casa, te puedes sentar donde quieras.

Terminé sentado en la silla giratoria de mi escritorio.

-Jihoon y yo terminamos la semana pasada –lo miré sorprendido. Él se limitó a encogerse de hombros-. No iba a funcionar.

Exacto. No iba a funcionar. Lo nuestro tampoco. Por eso era mejor que me sacara de la cabeza la idea de que podía levantar el trasero de esta silla, sentarme junto a él, y quizá decir que su boina se había movido y por tanto se había despeinado, que se lo arreglaría con los dedos, y entonces así de cerca, quizá la idea de besarnos no sonase tan descabellada y...

 Por eso era mejor que me sacara de la cabeza la idea de que podía levantar el trasero de esta silla, sentarme junto a él, y quizá decir que su boina se había movido y por tanto se había despeinado, que se lo arreglaría con los dedos, y entonces a...

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La señorita Takata llegó a la casa cuando Junkyu ya se había marchado. No había quedado rastro de él en todo el lugar, así que no tuve que sufrir un interrogatorio de porqué me encontraba a solas en casa con un chico, y gracias a dios podría ahorrarme la incómoda conversación sobre las abejas y las florecitas, o peor aún, formas de protección para el sexo gay.

Cuenta Regresiva [A Mashikyu story]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora