Nos volvimos a encontrar una semana después, esta vez, en la estación de Gwanghwamun. Habíamos estado intercambiando mensajes toda la semana, por lo que habíamos logrado armar un plan bien estructurado. Era sencillo. Lo esperaría en la estación, y de allí caminaríamos hasta el Parque Sejongno, donde presenciaríamos el espectáculo de luz y sonido que se ofrecería para la cuenta regresiva de año nuevo. El único inconveniente que Mashiho encontró, fueron los horarios.
-El show termina a la una de la mañana –le dije por teléfono un par de días antes.
-No habrá trenes a esa hora –me respondió al otro lado de la línea-. ¿Cuánto crees que me cueste un taxi hasta Mapo-gu?
-Un ojo de la cara –fue mi respuesta, pero me apuré a añadir-. Pero dice mi madre que puedes pasar la noche acá.
-¿Qué?
Me encogí de hombros, a pesar de que él no podía verme.
-Estamos en una suite. Podemos pedir una cama extra, o adecuar la sala para que duermas ahí.
-¿Y tu mamá que dice al respecto? –preguntó con la voz ligeramente aguda.
-Dice que no hay problema –y para que viese que no mentía, me apuré a despegar el teléfono de mi boca, y gritar-. ¡Mamá! ¿Puede pasar Mashiho la noche aquí después de celebrar la cuenta regresiva de año nuevo en el Parque Sejongo conmigo?
-No veo por qué no –respondió mi madre desde el comedor de la suite, donde se encontraba firmando unos documentos-. Si no quiere dormir en el sillón, podemos pedir otra habitación.
-¿Escuchaste? –pregunté tras volver a pegarme el celular contra la mejilla.
-No vas a pagar otra habitación solo para que duerma yo –gruñó.
-¿Entonces estás bien durmiendo en el sillón?
Se creó un silencio. Me limité a esperar, mientras jugaba con mis uñas.
-De acuerdo –dijo finalmente-. Pero llevaré una maleta con mi pijama y un cambio de ropa... Quizá deba llegar un poco antes para pasar a dejarlo al hotel, y no estarlo cargando durante el evento.
Fue por ello que llegué a la estación de trenes a eso de las siete y media. Me detuve al otro lado de los torniquetes, y esperé a que llegase el tren. No demoró mucho. Estiré el cuello para ver a los que bajaban, hasta que lo encontré. Parándome de puntitas (como si lo necesitase), alcé la mano en el aire, y exclamé:
-¡Mashi!
El miró alrededor y me encontró rápidamente. Me dedicó igualmente un saludo, y caminando junto al resto de la gente, cruzó los torniquetes y se detuvo a mi lado.
-Vamos primero al hotel para que dejes tu maleta –dije, y emprendimos la caminata fuera de la estación.
La verdad era que todo quedaba relativamente cerca, así que podíamos caminarlo. Llegamos al Hotel Four Seasons después de dar la vuelta en la esquina, en una caminata que duró menos de tres minutos. Estábamos por entrar, cuando pude ver como Mashiho se detenía a observarlo, visiblemente sorprendido.
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Cuenta Regresiva [A Mashikyu story]
RomanceEn este planeta, todo ser humano nace con un contador tatuado en el interior de su muñeca derecha. Un tatuaje pequeño, una simple línea de diversos dígitos y letras, que se mueve en cuenta regresiva, sin detenerse nunca. ¿A qué conduce dicha cuenta...