Chapter 05

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—¿Como te fue?

—No encontré nada de Bowie—respondió con tristeza.

—Eso no, virgen de pacotilla. Con el amigo de Brendon, ¿lo viste?

—¡Ah! Si creo que si era él.

—¿Y? ¿Que tal?—preguntó insistente su hermano—¿Te gustó?

—Ya lo había visto antes—respondió el de cabello negro azabache acomodando un par de revistas en el mostrador—me dió gusto que nos volviéramos a encontrar—suspiró con la mirada enmielada.

—Maldición, Gerard.

—¿Qué?

—Deberías ver tu cara, pareciera que estas...— alzó su hermano una de sus cejas.

—¡Ay no! ¡No! Ni lo menciones.

—Te conozco como a la palma de mi mano.

—Con la miopía que te cargas, dudo que sepas cual es tu mano—dió un golpe en su hombro jugando—Solo platicamos un poco no es para decir que estoy enamorado.

—Retar al amor es un mala idea porque cuando más niegas estar enamorado en tu corazón pasa lo contrario—Gerard sonrió de lado negando—Piensas que estoy loco pero estaré ahí el día en que pase, ya verás.

Gerard suspiró profundo riendose consigo mismo, sus ojos se prostraron en la ventana de la librería donde justamente daba vista para la tienda de discos. Su nuevo amigo alegró su día como nadie más lo había hecho hace bastante tiempo y eso reconfortó su inseguro corazón. Ahora si podría darse el lujo de decir que hizo un amigo.

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Querida Eleonor:

Una joven rebelde y un chico soñador se agarraban de la mano caminando por la ciudad de Jersey con dos helados en las manos libres, él de vainilla y ella de chocolate, luego compartían al otro del suyo para después besarse embarrandose un poco del helado del otro.

—Lo siento, lo siento—te pedía limpiando mi desastre en tu rostro pero tu reías despreocupada—Soy tonto hasta para comer, cariño.

—Dejalo, no pasa nada.

—¿Segura?—asentiste y te besé la mejilla—te quiero.

—Yo te quiero más—me hiciste una seña y nos sentamos en la banqueta de la calle con la mirada de los extraños postrados en ambos— Tenemos que hablar de algo importante.

—Estas embarazada.

—Claro que no, tonto—reiste—Dios quiera que no.

—Te verías malditamente preciosa con una barriga gigante.

—Tengo suficiente con la que me cargo ahorita, no gracias—rodé los ojos dando un mordisco a mi helado—Quiero que vivamos juntos...

Lo dejaste salir viendome directamente a los ojos, tiré mi helado por accidente y me quedé procesandolo.

—Lo sabía, sabía que era demasiado pronto.

—No, no cariño. Es solo que yo apenas y gano lo suficiente para mantenerme, nunca he estado fuera de mi casa y con suerte sé hacerme de comer.

—Pero si no vivirás solo, dije que los dos.

—Te seré honesto, yo no podré darte la vida lujosa a la que estas acostumbrada.

Enmarcaste una sonrisa en tu cara para después abrazarme, te acercaste a mi oído y susurraste...

—Confío en ti, ven a vivir conmigo.

Golden Days |Frerard| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora