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Yoongi

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Yoongi

Hoy es un gran día, puedo sentirlo en lo más profundo de mí. Es la tranquilidad antes de la tormenta, ¿alguna vez lo sintieron?

El timbre de salida sonó interrumpiendo lo que sea que esté diciendo el profesor con aquel grano en su nariz que siempre que lo miraba me distraía, ¿puedo reventarlo? Quiero reventarlo.

—Y recuerden… —bla, bla, bla. —Mañana deben entregarlo o… —bla, bla, bla. —Así que espero verlos a todos… —¡oh, un Jimin!

Desde mi asiento, que por cierto se encontraba pegado a la ventana en el segundo piso, pude ver a Jimin caminando por las calles seguramente yendo a su casa. Como si fuera un cachorro, mi lobo se levantó en sus dos patas sacando la lengua divertido y aullando por su Omega. Curioso observé al rubio detenerse y girar su mirada buscando algo.

¿Qué acaba de pasar?

—Min, ¿encontró en su novio los números que no entiende en las matemáticas?

Las risas llenaron el salón, tiré mi peor mirada al profesor. Incluso escuché la risa característica de Seokjin.

¡Enfrente de mi ensalada!

—Esperemos que esta vez sí apruebe y no lo echen de casa. Pueden salir, chicos.

La estampida de alumnos con un intenso olor a sudor salió por la puerta del salón, junto a Seokjin salimos tranquilamente y sin apuro. En la entrada del instituto se encontraba Namjoon esperándolo, me despedí de ellos y separamos caminos.

Fuera una gran tormenta se desató con viento incluido, el pronóstico acertó. Abrí el paraguas que traje conmigo y me coloqué debajo de este, así emprendí camino a mi hogar donde estarían esperándome con un delicioso almuerzo.

Observé a mi alrededor cuando una cabellera rubia llamó mi atención, se encontraba debajo del pequeño techo de una tienda, completamente mojado y abrazándose a sí mismo.

Eso si que no, no voy a permitir que mi Omega se enferme.

De manera sigilosa y con cuidado de que no me descubriera, me acerqué hasta colocarnos debajo del paraguas pero no conté con que lo asustaría. Sin que me lo esperara me golpeó el estómago con el codo logrando sacarme el aire.

—¡Yoongi! —se giró rápidamente ayudando a sostenerme. —Pensé que eras algún pervertido, perdón.

¡Maldita sea que pega muy fuerte! Me siento orgulloso, sabe defenderse.

—Estoy bien, no te preocupes. —dije una vez que me recuperé. Observé cómo temblaba. —Ten el paraguas un rato. —él obedeció y yo rápidamente me quité mi chaqueta negra para dejarla sobre sus hombros.

—No, no, no. —comenzó a negar intentando quitársela.

—Quédatela, puedes devolverla cuando quieras pero no deseo que enfermes, Jiminie. No podría vivir con la culpa.

—Está bien, te la devolveré limpia.

—¿Por dónde vives?

—A unas cuantas cuadras.

—Vamos entonces, te acompaño.

—Yoongi. —suspiró mirándome con sus ojitos brillando. —No tienes que acompañarme.

—Voy a acompañarte, además mi casa queda cerca de la tuya.

Jimin se rindió, asentí satisfecho y tomé el paraguas que aún tenía en sus pequeñas manos, comenzamos a caminar en un silencio cómodo y de vez en cuando hablando de distintos temas para sacarle conversación. Lo observé de reojo, su belleza única me llamaba, sin desaprovechar la ocasión lentamente levanté mi brazo rodeando sus hombros, él no dijo absolutamente nada, se acomodó rodeando mi torso con sus brazos.

Parece irreal que esté pasando esto pero es verdad, chicos.

En todo el camino aproveché para tomar más de su aroma, no puedo creer que tenga uno tan delicioso, podría comerlo completito. Mi Alfa movía su cola de tan solo pensarlo pero no era momento para pensar en eso, vamos de a poco.

—Aquí es.

Levanté mi mirada, una hermosa casa de dos plantas se encontraba frente a mí, tenía luces encendidas. Lo acompañé hasta dejarlo resguardado debajo del techo en la entrada de su casa.

Sonreí sabiendo que estaría a salvo, sonrisa que se borró cuando sentí un toque cálido y suave en mi mejilla, era como la caricia de una pluma.

—Gracias por acompañarme, Yoonie.

Jimin se despidió rápidamente entrando a su casa y cerrando la puerta. Mis ojos lo observaron completamente abiertos, apenas lo perdí de vista mordí mi labio inferior intentando no gritar de la emoción.

¡Es que ustedes no lo entienden! ¡Un beso de Park Jimin!

Nada malo puede suceder ahora. Nadie me quitaría esta felicidad. Sonreí suspirando mientras comenzaba a caminar con destino hacia mi hogar.

Un fuerte viento logró llevarse mi paraguas sorprendiéndome, ¿es en serio? Comencé a correr detrás de él intentando atraparlo hasta que finalmente lo hice, gracias a un árbol que me ofreció su ayuda. No debía perderlo, mi madre me mataría.

Volví a mi casa aliviado y con un sentimiento cálido burbujeando dentro de mí. Me sentía bien.

Solo esperaba que Jimin nunca se enterara de que mi casa se encuentra a kilómetros de la suya.

Ese día perdí el autobús y llegué tarde a casa donde me recibieron con gritos preocupados pidiendo explicaciones por la hora.

Como dije, nadie podía quitarme esta felicidad que siento.

Ni siquiera la chancla que me tiró mi mamá.

Ni siquiera la chancla que me tiró mi mamá

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Disculpen la demora :(

Estuve muy ocupada por la universidad, me quita mucho tiempo y últimamente no estuve sintiéndome bien, estoy estresada pero bueno quise dejarles un capítulo después de meses <3

Espero que lo disfruten ♡

¿Cómo cortejar a un Omega? Por YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora