Kirishima solo quiere ser amado, vivir el romance del siglo y enamorarse sin miedo al rechazó...
Y Bakugo Katsuki aparece en su vida para darle todo aquello.
✾No se permiten adaptaciones, tampoco copias, ni nada por el estilo
✾Esta historia me per...
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Eijiro y su madre se encontraban en ahora su nueva casa. Ambos se quejaron al mismo tiempo antes de caer también al mismo tiempo a su sofá cubierto por plástico.
__Estoy cansado.
__Yo también lo estoy. Necesitamos un poco de helado para ganar energía.
Eijiro rió entre dientes, puesto que desde que habían llegado a su nueva casa, no habían parado de arreglar los "pequeños" desastre que los hombres de la mudanza hacían.
Una mano acariciando su cabello lo hizo salír de sus pensamientos, vió como su madre le regalaba una cálida sonrisa.
__¿Estás bien cariño?
Eijiro sabía que su progenitora no preguntaba precisamente por su cansancio, esto era por otra cosa. Cosa de la cual el conocía perfectamente.
__Ya te lo dije madre, eso quedó en el pasado.__contesto el pelirrojo con una sonrisa.__
Antes de que su madre pudiese decir algo, un fuerte estruendo de algo cayéndose, hizo a ambos pegar un salto en sus lugares.
Los Kirishima miraron hacía la entrada principal de la casa, encontrándose con los hombres de mudanza tratando de levantar la lavadora que su madre tanto amaba.
Los ojos de Eijiro fueron rápidamente hacía su madre, encontrándose con los ojos de esta ardiendo al ver la escena.
__Hijo.__llamo su atención.__¿Podrías ir arriba a elegir tu habitación? Yo tengo que arreglar algunas cositas aquí abajo.
El menor sólo asintió rápidamente con la cabeza, antes de caminar hacía las escaleras.
__¡Por favor no los mates mamá!
Los hombres de la mudanza miraron a la mujer frente a ellos que ahora se estaba remangando las mangas de su camisa.
El pelirrojo solto a reír cuando escuchó el grito nada varonil de uno de los hombres de la mudanza. Su madre enojada era el mismísimo diablo.
__Pobrecitos.__murmuro burlón__.
Cuando llegó al pasillo, observó las tres puestas que había en el segundo piso, una era la habitación principal, pero esa ya era de su madre, tampoco es como si la quisiera.
Bueno si la quería, pero no quería hacer enojar a su madre por algo tan trivial como una habitación.
Camino hacía las dos puertas, abrió la que estaba más cerca de las escaleras, encontrándose con un lugar grande, muy grande, pero sólo fruncio los labios.