Dentro de la dulce agonía del camino me encuentro. Se que duele ver todo lo que hemos pasado, lo que he creado y no de mala manera, estar rodeado de personas que ansían el arte del dolor, sentir cada palabra trascender en la vida de los demás. Salvando vidas indirectamente, sentirse identificado con cada párrafo, cada tonada y sentir que el es el mismo, a la par de un corazón sanando heridas que son de diferentes cuchillos, sentir la emoción del público ante ese arte.
Donde la lógica en la oscuridad y un arranque de sentimentalismos te hace tomar decisiones drásticas. Aunque quieras no tomarlas. Duelen, siendo un bien mayor... de alguna manera tiene que ser así.
Dentro de tantos años compartiendo estupideces, tantos llantos, tantas dolencias, es momento de decir adiós, por mejores caminos, donde a pesar que el adiós está de más, es mejor decirlo de frente, sin rodeos y con las memorias ardiendo al fuego vivo.
Tantas cosas buenas, tantas cosas malas y las peores. Tal vez las decisiones de la vida es lo que nos mantuvieron unidos de tantas maneras, una codependencia de alguna manera, a la cual es posible que no quieras admitir, cosas que nadie admite, problema que jamás podrías decir "si" con la cara levantada, por todos los pecados que manchan nuestras manos y nuestras almas de rojo carmín. Por esas bocas cerradas podridas bajo tierra, por las decisiones mas idiotas por querer desaparecer, por esos triunfos que vimos uno del otro.
Ahora estoy bajo la dura luz de la realidad, cuestionando mi existencia y a todos los que conozco intentando poder conciliar el sueño por una noche.
¿somos el reflejo de crianza? ¿realmente rompemos patrones? no, no lo hacemos por confort, todo el mundo se queda donde puede hallar un refugio incluso si este se encuentra en llamas.
¿usamos el libre albedrío? ¿si quiera existe? No, en esta noche me di cuenta que no para ambas preguntas, vivimos bajo reglas pésimas que nos construimos bajo nuestras cabezas, a veces presionando a ser mejores o no, donde el resultado sigue siendo cuestionable. Al final de todo seguimos siendo las mismas personas, solo que aprendemos a sobrellevar los viejos hábitos y problemas. Y eso incluye a las personas que nos rodean, puede que todo esto solo sea un problema de mi cabeza, donde la única culpable soy yo.
Soy responsable de mis acciones, de lo que pienso y lo que hago.
No de lo que los demás hagan o digan