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Volkov llegó a la ubicación que le había mandando Conway, era la presa. Se dirigió hacia su superior quien discutía con algunos agentes. El super se veía demasiado desbordado últimamente.

—¿Qué ha ocurrido señor?— Jack no dijo nada, se limitó a señalar hacia arriba. Colgado de un puente por los pies con cadenas se podía ver otro cadáver. Era el Chino. Agentes estaban descolgando el cadáver. —¿Ha sido el mismo de la otra vez?

Conway se encogió de hombros:

—Creemos que si. Además el chino pertenecía a la mafia aquella. Este hijo de puta me está quitando la oportunidad de vengarme.

Cuando tuvieron el cuerpo enfrente pudieron darse cuenta que en el torso del Chino, hecho con navaja posiblemente ponía: El Salvador. Efectivamente era el mismo sujeto.

—¿Qué piensas Volkov?— le preguntó Conway a este al notarlo muy serio mirando el cadáver.

—Que no sé si al hombre que ha hecho esto tendríamos que ponerlo entre rejas o darle una medallita. Ha logrado lo que nosotros no.

—Está mandando un mensaje ¿A por quién va, Volkov? ¿Por qué atacar a la mafia? ¿Está de nuestro lado o en algún momento nos atacará a nosotros? Son demasiadas preguntas.

Conway se alejó de la zona de crimen y se dirigió a su Z seguido por Volkov, quién una vez montados en el coche le dijo:

—He encontrado a Horacio.

Conway lo miro sorprendido. Joder una buena noticia al menos, pensó.

—¿Y como está?

—Sin memoria. No sabe quiénes somos tú ni yo. Sabe que existimos pero no de una buena manera.

—¿Qué cojones significa eso?

—Gustabo está vivo.

En ese momento todo el cuerpo de Conway se estremeció. Tres palabras que le habían producido un sentimiento que no sabía cómo explicar ¿Bueno o malo? Era agradable saber que estaba vivo, joder, llevaba semanas sin sentirse así de feliz. Quería gritar, quería correr, quería verlo. Tenía muchas sensaciones por dentro. Recordó como tras ver a Gustabo caer al suelo y cuando se disipó un poco el humo, corrió hasta donde debía estar su cuerpo pero no lo halló. Como se recorrió todo el lugar gritando su nombre y buscándolo. Como deambuló por las calles día y noche esperando ver a ese hombre de chaqueta roja, que le contestaba, que le plantaba cara y que le hacía reír con sus ocurrencias. Pero nada. Era como si Gustabo nunca hubiese existido. Como si esa persona que él había conocido a lo largo de los meses solo hubiese sido una ilusión de su mente. Un fantasma que sólo él recordaba y ansiaba ver.

—¿Dónde está?

—No lo sé. Pero por algo que dijo Horacio supuse que estaba vivo.

—Volkov ¿Es una puta suposición o está vivo? No jodas con esto ¿eh? ¿Horacio te dijo que estaba vivo?

—No, pero tampoco dijo que estaba muerto ni se le veía como una persona que acaba de perder a alguien.

—¿Qué piensa Horacio de nosotros?

—Que somos sus enemigos.

La mente de Conway iba a mil intentando que todo eso tuviese sentido. Poder montar el puzzle con esas piezas sueltas se le estaba complicando.

—¿Gustabo le ha dicho eso?

—¿Quién más sino?

Conway arrancó el coche y empezó a conducir ¿Y que sentido tenía que fuese Gustabo?

Mi Comisario Bombón. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora