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Como cualquier mañana, Samantha se despertó escuchando la alarma de su móvil, mientras se removia en la cama intentando despertarse lo mínimo posible que alguien podría a las 8 de la mañana. Estiró la mano y sujetó su teléfono móvil para acto seguido apagar la ruidosa alarma y dejar la habitación en silenció. Suspiro y resignada se deshizo de las sábanas que cubrían su cuerpo y se dispuso a buscar una ropa cómoda para ir a trabajar.

-Buenos días Sam.- Le dijo Débora nada mas entrar por la cocina.

-Buenos días.- Se acercó a su hermana con una media sonrisa y le dió un pequeño abrazo de buena mañana.

-Ahí tienes el desayuno, hoy te lo he hecho yo, ya que estamos a lunes y sé que te espera un largo día de trabajo por delante y necesitas tener fuerzas para ello.- Su hermana le sonríe y desaparece, dejándola sola para que desayune tranquila y en paz.

Cualquiera hubiese pensado que Samantha tuviese 22 años, es la pequeña de la família y siempre la han tenido muy mimada, da igual la edad que tenga. Como era de esperar, vivir con su hermana la mayor, Débora, no era una muy buena opción para que eso dejase de ser así, todo lo contrario, ellaera la persona que más la consentia.

La rubia acabó de desayunar y cogió su bolso y lo necesario para salir de casa, dirección al trabajo. Samantha trabajaba en un pequeño bar de Madrid, un poco perdido entre calles y más calles, pero que para ella era algo diferente y acogedor. Su trabajo era un poco difícil entorno a la gente que puede aparecer por allí, no era algo que odiase ni mucho menos, aunque si que le hubiese gustado haberse podido dedicar a la música al cien por cien, pero si eso no es posible, ser camarera no le desagradaba.

Entró al pequeño bar y se adentró en la parte trasera de este para dejar sus cosas y cojer su pequeño delantal de cintura, tras estar lista se dirigió al tablon de noticias diarias que este tenía. Observó que mañana a la noche vendría un chico el cuál no sabía quién era, simplemente no le sonaba haber escuchado su nombre alguna otra vez allí. Eso es algo que a ella le gustaba de ese sitio, que tenía música en directo casi cada día.

A la una del mediodía su turno en el bar ya había acabado, recogió sus cosas y salió de allí, sacó su móvil y llamó a una de sus mejores amigas.

-¿Sam?- Respondió una voz femenina al otro lado de la línea.

-Eva cariño, he acabado el turno en el bar y me apetecía salir a comer fuera, ¿te apuntas? De paso podemos ponernos al día que nos hace falta.- Samantha esboza una pequeña sonrisa en cuanto escucha la respuesta de su amiga.

-Quedamos donde siempre en 15 minutos, dejame al menos ponerme algo decente que voy en pijama.

-De acuerdo, nos vemos.-La culpable de ese encuentro se despide de su querida amiga y empieza a andar.

No va demasiado rápido porque sabe que tiene el suficiente tiempo como para poder observar todo lo que la rodea mientras camina, suele ir siempre con prisa a todos lados, pues Samantha es una chica a la que se le pueden atribuir muchos adjetivos, pero en este caso no el de la puntualidad, no es su punto fuerte y nunca lo será, y para un día que tiene esa suerte de tener tiempo libre, lo quiere aprovechar al máximo.

-Entonces, ¿me estás diciendo que tienes algo con ese tal Hugo?- Intenta concluir Samantha la larga explicación de su amiga para lo que se supone que es su nuevo ligue.

-Se podría decir que sí.- Responde Eva, haciendo que Samantha sonría orgullosa mirandola.

Samantha sabe todo lo que ha pasado Eva en su vida, y no hay nada que la haga más feliz que verla a ella feliz, al fin  y al cabo, llevar tantos años juntas y vivir todo lo que ellas han vivido ha servido de algo.

Tras una amena comida y una larga charla de chicas sobre el nuevo ligue de Eva, las ganas que tienen de poder salir de fiesta con su grupo, y que Sam debería buscarse un novio ya, deciden que es hora de salir de aquel restaurante, no sin antes haber pagado, y despedirse ya que Eva había quedado con sus padres en ir a comprar unas cosas que necesitaban para la nueva casa de la chica.

La ojiazul volvió a su casa, bueno, a la que compartía con su hermana, se tumbo en su cama y sin darse ni cuenta acabó quedándose dormida, aunque era de esperar, le gustaba más dormir que a un niño pequeño una chuche.

Cerca de las 18 de la tarde, Samantha se despertó sobresaltada por el ruido de su teléfono, se levantó de la cama y lo alcanzó con la mano, para después pegarselo a la oreja y responder a aquella llamada.

-Sam, necesito que me hagas un favor.-Escucha una voz masculina al otro lado del teléfono y entrecerro los ojos.

-¿Cual?-Responde aún un poco extrañada de esa llamada.

-Mañana por la noche he hecho planes con una chica que conocí hace poco, ¿te acuerdas de la apuesta que perdiste? Pues me debes una, y necesito que mañana hagas mi turno de la noche en el bar, y yo hago el tuyo de la mañanamañana, ¿aceptas? -Explica su compañero de trabajo.

-Uf, la apuesta, bueno te la debo, así que sí, acepto, así aprovecho y mañana por la mañana hago unos recados que necesito hacer.

-Gracias, gracias, gracias, te quiero Sam, y ya te dejo hacer lo que estabas haciendo antes de que te llamará.- Rafa se despidió con un par de besos al aire y colgó la llamada.

A la noche siguiente, Samantha estaba de camino al bar para hacer su turno esta vez de 19:30 a 23:30, esa misma mañana había hecho unos recados que necesitaba hacer y después había estado en casa con su guitarra y intentando componer algo que le gustase por poco que fuese. Al llegar al pequeño establecimiento, saludó a la compañera der turno anterior que estaba a punto de irse y se colocó su delantal para ponerse tras la barra y empezar su turno.

Pasaron cerca de dos horas, en las que había llegado su otro compañero de trabajo para ayudarla, ya que las noches en las que hay algo de música en el bar suele estar más lleno y se necesitan más manos que un día cualquiera.

Empieza el pequeño show de la noche, algo sencillo por lo que su compañero le había explicado, se ve que es un chico que ha venido ya varias noches a tocar el piano y a cantar alguna que otra canción, pero suele tocar más el piano que cantar. El chico sube al escenario y empieza a tocar mientras la ojiazul lo observa desde la barra.

-Perdona, ¿me puedes poner una cerveza?- Pide una chica delante de Samantha, haciendo que está desvie la mirada del chica hacía ella y la atienda.

Samantha estaba poniendole la cerveza a la chica, hasta que de repente el chico del piano cambia la melodía y empieza a cantar.

-¡Dios!- Se sobresalta Sam, mientras le deja la cerveza a la chica y se gira para mirar a su compañero. -Que susto, maldita sea.

Y sí, cualquiera diría que porque se asusta, pero escuchar esa voz tan grave y tan profunda de un chico como el que estaba allí sentado, no era lo que realmente se esperaba de él, se podría decir que a Samantha le sorprendió y a la vez le llamo la atención.

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¡Holaa! Como podéis observar estoy intentando empezar una novela Flamantha, voy a intentar acabarla, recemos por que eso pase, porque me conozco y todas las que empiezo casi nunca las acabo.

Ir diciendome que os va pareciendo o cualquier cosa para mejorar porque yo a veces no me entero de nada :)

¡Gracias por leerla!✨

pérdidos || flamantha✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora