Lo que une a dos personas, en cualquier momento puede hacer que todo se destruya, Samantha pensaba así, y creía que eso solía ser uno de los pilares más importantes en cualquier tipo de relación pero también podía ser uno de los puntos fuertes que pueden mandarlo todo a la mierda en segundos.
Aquella noche no hubo más cosas interesantes en casa de Anaju, simplemente pidieron unas pizzas para cenar y como Samantha no quiso cantar, cada uno se volvió a su casa, no sin antes hacerle prometer a Sam que a la próxima que se vieran les iba a cantar y no admitían un no como respuesta. Nada más llegar, la rubia cogió su guitarra y se sentó en el sofá, estaba inspirada y no sabía el porque, solo sabía que algo en ella la hacía estar así y esa sensación de estar inspirada y poder componer tranquilamente le parecía genial.
Ya tumbada en la cama, y con algo compuesto y una melodía para ello, se quedó dormida, no sin antes colocar la alarma para ir a trabajar el día siguiente.
El día pasó como cualquier otro, estuvo trabajando la mañana entera, y decidió tener una tarde para ella misma, se quedó en su casa componiendo la canción que empezó esa misma noche, para ella tener tiempo libre para eso, era como tener una tarde consigo misma, buscar en su interior y conseguir plasmar eso en papel.
Sábado. La semana a Flavio se le había pasado demasiado rápido para ser él. Había quedado con su actual novia, Alicia, pero no le apetecía lo más mínimo, y es que desde hace unos meses su relación va de mal en peor, pasan la mayor parte del tiempo discutiendo y enfadados y ya todo se ha vuelto monótono a su alrededor, y quiere acabar con eso, pero sabe, que no iba a ser nada fácil hacerlo, ya lo intentase hoy o de aquí a una semana.
La tarde se hace eterna porque Alicia se lo lleva de tienda en tienda, como siempre, y a Flavio eso no suele gustarle nada, y más cuándo habían quedado para pasar una tarde tranquilos por Madrid.
-Vamos a entrar aquí va.-La morena tira del brazo del de gafas pero él no se mueve, se queda en el sitio.-Flavio venga. -Ese último comentario hace que el chico resople y niegue con la cabeza.
-No, no voy a entrar en más tiendas, estoy harto ya Alicia, siempre haces igual, me dices pasar la tarde juntos y estar tranquilos y acabamos de tienda en tienda porque a ti te apetece, podrías pensar una vez en tu vida por los dos y no solo por ti?-La chica lo suelta en cuanto ve que su novio acaba de hablar.
-Y a ti que te pasa ahora? Si yo no he hecho nada.-Suelta mientras se cruza de brazos haciendo que el chico durante unos segundos la mire intentando averiguar si lo dice en serio o va en coña.
-Que no has hecho nada? Alicia no me hagas hablar porque entonces si que la liamos, me vuelvo a mi casa, estoy cansado y no me apetece nada estar aquí, porque después, siempre acabamos igual, y a mí esto ya me cansa.- Con la boca abierta, Alicia maldice a Flavio por lo bajo y tras una pausa en la que no dice nada, asiente y se va de allí, dejando a Flavio plantado en mitad de Madrid, solo.
El murciano vuelve a resoplar y se cruza de brazos, sabe perfectamente que Alicia solo piensa en ella misma, y ya está cansado de eso, él siempre ha pensado que una relación es de dos y que siempre hay que pensar por las dos partes, no solo por uno mismo, porque eso hace que la relación no funcione, y eso es lo que les pasa a ellos dos, pero Flavio luego pensaba y recordaba los buenos momentos que había pasado con Alicia cuando empezaron a salir y cree pensar que eso le compensa, pero lo que él no sabía en ese preciso instante es que el día que el descubra lo que es una relación de verdad verá que estaba muy equivocado.
"@flaviofdz a comenzado a seguirte"
Samantha miraba la pantalla de su móvil cuando lo llegó esa notificación, se quedo mirandola durante unos segundos hasta que decidió entrar a instagram y seguirlo de vuelta, supuso que habría encontrado su user a causa de las etiquetaciones de Anaju, ya que era la amiga que tenían en común. Al entrar a su perfil, se detuvo a observar lo que subía, mayormente fotos, en las que, por cierto, salía bastante guapo, o eso pensaba la rubia, y encontró algún que otro cover que se detuvo a escuchar.
Ya había oído su voz en el bar, pero en esos covers, se le notaba diferente, y Samantha pensó que tocar en el bar no es un buen sitio para no ponerse nervioso, por muy poca gente que haya. Le era imposible salir de aquella cuenta de instagram, volver a escucharlo cantar era maravilloso, hasta que su teléfono sonó y la sacó de ese momento dando un pequeño salto en el sofá del susto.
Tras una larga conversación con su madre, la cuál le comentó que de aquí poco probablemente ella y su padre se pasarían por Madrid para ver a sus hijas, y pues como era obvio, volvió a recordarle a su hija pequeña que ya era hora de irse a vivir sola y que no tendría que ser tan difícil como ella decía el encontrar un buen piso y a buen precio en Madrid, la rubia se tiró en el sofá de su hermana dejándo el teléfono en la mesa ya apagado, y en menos de lo que pensaba se quedó dormida, mientras seguía pensando en lo que había escuchado minutos antes.
-Samantha.-Una lejana voz la llamaba por décima vez mínimo, pero ella estaba segura de que la voz provenía de sus sueños.-Sam, despierta.-Empezó a notar como la balanceaban suavemente, pero seguía profundamente dormida.
Débora suspiro y negó con la cabeza, ya estaba acostumbrada a esto, solía pasarle mínimamente una vez a la semana y costaba la vida y media despertar a la pequeña de las hermanas.
-Ni que tuvieras 5 años Sam, venga, que estas en mi sofá y me apetece sentarme después de trabajar sabes.-Segundos más tarde, empezó a abrir poco a poco los ojos, mientras se estiraba y se recolocaba en el sofá.-Ya era hora, llevo 10 minutos llamandote.
-Pensaba que eran cosas mías, que tal el trabajo?- Saludó a su hermana con un corto abrazo para volver a sentarse en el sofá, y al lado de ella, Débora.
-Pues como siempre, aunque últimamente el hospital está más concurrido que antes, pero todo bien.- Y sí, su hermana era doctora en el hospital de la capital, y era de las mejores.- Por cierto, habían dos cartas para ti en el buzón, están en el mueble de la entrada.-Cerró los ojos y estiro la cabeza hacía atrás para descansar un poco.
-Dos cartas? Para mí? Desde cuándo me llegan a mí cartas?- Samantha estaba extrañada, la única vez que le había llegado una carta dirigida a ella fue para una cosa del curso de guitarra que dió allí, nunca más.
-A mí también me ha parecida raro la verdad, pero pone Samantha Gilabert en las dos, allí las tienes, cuando quieras las puedes coger. -Débora se encogió de hombros aún en la misma posición en la que segundos antes se había colocado.
Samantha se levantó del sofá y empezó a andar dirección a la entrada del piso, y tal y como su hermana le había dicho, divisó dos sobres sobre el mueble, los sujeto y leyó el destinatario de cada uno de ellos, y sí, en ambos ponía Samantha Gilabert, pero no había remitente en ninguno de ellos, y eso fue lo que más extraño a la valenciana.
Ya sentada en la que era su cama, suspiro y pensó que podían ser aquellos sobres, hasta que decidió abrir el primero.
Inesperado. Esa era la palabra para describir lo que Samantha tenía entre manos.
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pues aquí estoy otra vez, ya he acabado el curso y tengo mis notas y todo, así que supongo que ahora estaré más activa por aquí :)
me vais diciendo que os parece porfavor??
va a ser un poquito rara yo voy avisando ya por si acaso :)y pues eso, hasta la próxima!🙃
muak💕
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pérdidos || flamantha✨
RomantizmUn juego. Para todos los demás fue un simple juego sin maldad ningúna, una noche cualquiera. Pero para ellos, fue mucho más que eso. A raíz de ese maldito juego, acabaron enamorados, completamente pérdidos, en la paz, la calma y la tranquilidad que...