ᴀʟᴡᴀʏs ʟᴏᴠᴇ ʏᴏᴜ - Hope Mikaelson

ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 1: ᴇʟ ᴘʀɪᴍᴇʀ ᴇɴᴄᴜᴇɴᴛʀᴏ

Aᴄᴛᴜᴀʟɪᴅᴀᴅ
Mʏsᴛɪᴄ Fᴀʟʟs, Vɪʀɢɪɴɪᴀ
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Hope POV's

Horas antes, en Nueva Orleans, había recibido el mensaje de un tipo misterioso que me advertía de lo que haría. No daba su nombre, pero si sus intenciones. Aún sabiendo que corría peligro, decidí asistir al baile de celebración de los fundadores del pueblo de Mystic Falls. Pero la razón principal, era por mi hermosa  acompañante. Este sería nuestro primer baile siendo novias.
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Llegando a la puerta del ayuntamiento, con un vestido y un peinado apresurado, busqué con la mirada a Josie. Cuando al fín la encontré, estaba en la pista bailando con un chico. Ella sonreía y, lejos de que me sintiera celosa, yo sonreía también. Me acerqué a ellos para pedirle al chico que me cediera un baile con mi hermosa y deslumbrante novia, a la que le debía una disculpa por no haberme despedido. Al acercarme, me llevé una gran sorpresa.

El chico se dio la vuelta, y mientras sonreía me dijo:

—Hola, hermana. —con un tono superior y arrogante, con su sonrisa ladeada. Al escuchar esss palabras, tragué grueso, pues no entendía lo que pasaba, pero lo sospechaba.

—¿Hope? —Josie intenta llamar mi atención. Pero no recibió respuesta. Me quedé viendo fijamente al chico que me sonreía y me miraba de forma desafiante.

—Bueno, es hora de que me retire. —resopla y se dirige a Josie. Toma su mano y le da un beso en la muñeca. —fue un gusto conocerte Josette. —le dijo con un acento en su voz muy peculiar. —volveremos a bailar juntos, te lo aseguro. —terminó, volviendo su mirada hacia mí aún desafiante, pues al parecer sabía que Josie y yo éramos pareja.

Al quedarnos solas, Josie me extendió la mano para que bailáramos. Aún confundida por lo que había pasado, la tomo y me acerco a Josie, pero sin dejar la mirada desorientada.

—Josie, ¿quién era ese chico? —le pregunté sin dejar de bailar, perdiendo mi mirada por encima de su hombro. Ella sonríe de lado, pues se imagina de qué va.

—es un chico que me acompañó por un rato cuando tú no estabas... —me reprocha fingiendo un tono serio. —y me invitó a bailar, nada más. —suspira sin dejar de sonreír.

—¿te dijo su nombre? —pregunté nuevamente.

—si, pero no lo recuerdo... —se queda pensando... —¡ahhh, si!, dijo que se llamaba Herik, Herik Griffin. ¿por qué te centras en él? —preguntó al notar mi interés. —Ya estás aquí, vamos a disfrutar de la noche. Luego me cuentas lo que pasó en Nueva Orleans. —sonrió nuevamente. No le devolví la sonrisa. En mi cabeza sólo formulaba teorías, y todas a puntaban al tal "Herik".  Me preguntaba, ¿por qué me llamó hermana? Pues era prácticamente imposible una cosa así, o al menos eso pensaba.

Mientras bailábamos, viré la mirada hacia los que sólo observaban, y vi a Herik que también nos veía. Este, soltó una sonrisa picaresca hacia mí, dejó el vaso que sostenía y se marchó del salón. Noté la retirada, así que me excusé con Josie y salí también, en busca del misterioso chico. Josie, lejos de entender, me siguió.

Al salir al patio del ayuntamiento, no logré ver al rubio, pues ya se había ido. Me llevé las manos a la cabeza, y llené mis mejillas de aire y lo solté deliveradamente.

—¿pasa algo? —detrás de mí, Josie.

—no. —le sonrío intentando disimular el estrés.

—¿vamos adentro? —me indica apuntando al salón. Suspira, y asiento con la cabeza. Antes de entrar, voltee nuevamente hacia atrás y resoplé.

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En la habitación, Josie y yo tendidas sobre la cama hablábamos de los vestidos que llevaban las demás chicas en el baile, aunque yo, perdida en mis pensamientos, no le ponía mucha atención. Y ella lo notó rápidamente.

—desde que llegaste al baile estás muy pensativa. Sabes que puedes contar conmigo, ¿verdad? —me dice mientras se acomoda mejor. Resoplo y, siendo que Josie tiene razón, le confieso lo que pasa.

—en el viaje a Nueva Orleans, me encontré con un mensaje. Era una advertencia. Alguien me advertía que iba a tomar posesión de lo que le pertenecía. En ese momento no lo entendí, pero ahora... —suspiro. —ahora estoy casi segura de que ese chico, Herik, es el responsable de la amenaza.

—pero, ¿cómo? Si es una persona que acabas de conocer. —se encoje de hombros.

—es una extraña sensación, aquí. —señalo mi pecho.

De pronto, Lizzie entra a la habitación y nos interrumpe.

—¡muy bien chicas!, es hora de los chismes. Yo empiezo. —se sienta en la cama, en medio de nosotras. —hoy llegaron los nuevos estudiantes, y a que no saben... —inhala antes de seguir.

—¡adivino! Hay un chico muy guapo y te gusta. —la interrumpo con tono burlesco. Josie ríe y se tapa la boca con su mano. Lizzie le saca la lengua, y hace muecas.

—pues, si. Adivinaste. —dice mientras se lleva unas palomitas a la boca. —pero... es un poco raro, tiene un amigo que siempre va con él a todos lados. —gira los ojos.

—¡ahh, qué bien! —le dice Josie con sarcasmo.

—bueno, es oficial, ustedes dos se merecen, ambas son detestables. —exclama enojada y se retira de la habitación. Nos reimos, y confirmamos lo que Lizzie dijo:

—ella tiene razón, nos merecemos. —susurra Josie acercándose y dejando un suave y tierno beso en mis labios.

—si, además también somos detestables. —bromeo. Nos reímos y nos acostamos al tiempo.