Kathe lo tenía todo listo. Mikey había llegado un poco tarde y lo había tenido que preparar con algo de prisa, por lo que no había quedado todo lo bien que debería; por suerte, ella ya llevaba un rato lista, así que solo tuvieron que salir corriendo al local cuando terminaron.
Allí había llegado ya casi todo el mundo, excepto los otros tres y, por tanto, su batería. Empezó a ponerse nerviosa.
—Kathe, deberíamos apuntarnos ya, están a punto de cerrar las inscripciones.
—Está bien, vamos. —Lo cierto es que le habría gustado esperar a tener allí su instrumento, pero como se estaban retrasando demasiado, no tuvo más remedio que arriesgarse.
Mientras apuntaban sus nombres y lo que iban a hacer, Kathe se dio cuenta de que el nombre de Matthew figuraba en la lista, unas líneas por encima de ellos. Así que él tampoco se había echado atrás a pesar de haberse quedado sin base rítmica. Y debía de estar por allí. Miró alrededor para ver si lo encontraba, pero no consiguió verlo, en parte porque todo el mundo iba disfrazado y no sabía de qué iría él este año.
—Ahg, ¿dónde se habrán metido?
—Relájate, Kathe, llegarán aquí en cualquier momento —dijo Mikey expandiendo sus manos hacia los lados.
—Define cualquier momento.
—¡Eh, pizza gratis! —exclamó antes de salir corriendo hacia la mesa de comida. Kathe volvió a soltar un bufido exasperado y llamó a Leo.
—¿Sí?
—¡Leo! ¿Dónde diablos estáis?
—Estamos teniendo algunos problemas para entrar. El portero no nos dej… ¡Raph, estate quieto! Enseguida estamos ahí —dijo dirigiéndose de nuevo a ella, y luego colgó. Kathe se quedó mirando su teléfono, con serias dudas sobre la veracidad de esa última frase. Miró a Mikey, que seguía entretenido en la mesa de la comida, y no parecía que se fuese a mover de ahí en un buen rato.
Suspiró y fue hacia la puerta de salida. Allí vio, junto a la caja con ruedas que contenía la batería, a Leo y Donnie intentando sujetar a Raph para no acribillar al portero. Kathe sacó de su bolso una bomba de humo que Donnie le había dado para emergencias y, después de ajustarse la máscara sobre las gafas, la hizo estallar entre el portero y los tres hermanos. Subió rápidamente a la caja y se puso en pie, cubriéndose con sus largas mangas de ángel de color negro. Esperó a que el humo se disipase.
—¿Qué es lo que sucede aquí? —preguntó con una profunda voz que no había planeado, pero que quedó muy bien. Todo el mundo la miró: el portero, los chicos y todas las personas de la cola y los alrededores. No dejó que nadie hablase—. Estas tortugas son mis mejores guerreros kappa. Será mejor que nos dejes entrar si no quieres que les ordene liberar su hambre. —El portero sonrió siguiéndole el juego.
—¿Y qué pasará entonces?
—No quieras saberlo.
—Ah, pero sí que quiero. —Kathe, en una maléfica sonrisa, mostró los colmillos, bastante largos sin necesidad de unos postizos. Abrió los brazos en un gesto amenazador y habló muy despacio
—Absorberán tus entrañas poco a poco a través de tu trasero, buscarán y encontrarán a tu familia, deshonrarán a tu mujer, se comerán a tus hijos, y quién sabe si cuando terminen buscarán a más parientes hasta acabar, uno por uno, con todos y cada uno de los miembros de tu linaje para vengarse de tu osadía.
—Debo admitir que eso ha dado miedo —rio el portero, y se apartó para dejarles pasar. Kathe extendió un brazo hacia la puerta.
—Adelante, mis tortugas. —Leo le dio un manotazo a Raph para que dejara de mirarla embobado y los tres empujaron la caja hacia la entrada. Kathe no se bajó de la caja, ni abandonó su pose erguida y orgullosa hasta que estuvieron dentro.
—Eso ha sido increíble —exclamó Leo.
—¿Cómo se te ha ocurrido?
—Es Halloween, Don, hay que ser terrorífico. Voy a montar la batería. ¿Me ayudas, Raph? ¿Raph?
Raph no era capaz de reaccionar ni ver ni oír nada que no fuese el aspecto de Kathe aquella noche. Llevaba un vestido negro muy ajustado, excepto las mangas, que llegaban a rozar el suelo y dejaban un rastro en el aire a su paso. Una máscara negra repleta de trazos blancos rodeaban y hacían resaltar sus ojos, que parecían aún más claros de lo que eran. Se había alisado el pelo y lo había recogido en una coleta alta que le llegaba más allá de los hombros. Además se había pintado los labios de un rojo intenso, como si por sí solos no fuesen ya lo suficiente tentadores.
—¡Raphael!
—¿Ah? ¿Qué? —Donnie y Leo compartieron una mirada cómplice.
—Vamos a montar la batería, el concurso empieza en media hora y entonces no vamos a poder —la chica lo empujó con una mano y con la otra tiró de la caja rodante.
—¿Crees que ella se habrá dado cuenta?
—Es demasiado lista como para no haberlo hecho… —dijo Donnie—. Deberíamos haberle traído un babero —añadió. Leo rio.
—No lo culpo. Kathe está muy guapa esta noche.
—Sí, pero que él no te oiga.
—¿Oír qué?
—¿Mikey? —preguntó Leo— ¿Dónde estabas? —con la boca llena, Mikey señaló la mesa de la comida, en la que ya quedaba poca cosa y un par de personas estaban empezando a reponer. En cuanto Leo y Donnie vieron la pizza gratis, esperaron a que los dos reponedores desaparecieran para arrasar ellos también.
Kathe y Raph habían conseguido permiso para montar la batería al fondo del escenario, tal y como tenía pensado la chica. Detrás del telón estaba todo en penumbra. No debería haber nadie allí. Ella estaba ajustando los platillos mientras Raph colocaba los pedales.
—El bombo ya está —dijo Raph, y rodeó el asiento para colocar el otro pedal.
Kathe se sentó y comprobó el sonido general. Raph la miró de soslayo, la rodilla de la chica asomaba por el lado abierto de la falda, hasta ahora no se había dado cuenta de ello y deseó no haberlo hecho. Kathe se agachó un poco para ajustar la caja. Raph sintió la punta de sus cabellos rozándole el hombro y tuvo que reprimir un escalofrío.
—Oye, controla tu pelo o te lo corto.
—Inténtalo, si tienes lo que hay que tener, y te quedas sin caparazón. —Raph soltó aire por la nariz y, cuando volvió a sentir los mechones, apartó la coleta de un manotazo. Kathe frunció el ceño y giró bruscamente la cara hasta quedarse mirándolo muy de cerca con ojos llameantes tras la máscara. Él le devolvió la mirada con una sonrisa desafiante. Ambos se quedaron congelados. Raph con una rodilla hincada en el suelo y Kathe en el asiento, inclinada sobre él. Apenas los separaba un centímetro. Kathe se mordió los labios, incapaz de salir del fuego esmeralda en el que se encontraba. Raph intentó tomar aire, pero algo le oprimía los pulmones. Podía sentirse el pulso acelerado en la muñeca y levantó el brazo para acariciar su mejilla sin darse cuenta siquiera de que lo hacía. Unos pasos en la escalera los hizo levantarse como un resorte antes de alcanzar su rostro.
—Chicos, id a hacer manitas a otro sitio y esfumaos de mi escenario —el coordinador de la fiesta los empujó hasta la escalera contraria a la que había entrado.
En la sala, se sintieron como si hubieran aterrizado en otro planeta. Habían pasado de estar completamente solos a rodeados de adolescentes que iban y venían, bailaban, reían y bebían.
—Ha estado cerca —dijo ella por encima de la música.
—Sí —respondió Raph, aunque no supo a qué se refería exactamente.
—Vamos, los chicos van a acabar con todas las existencias y no nos dejarán nada. —Kathe tiró de su mano y lo arrastró hasta la mesa. Al lado estaban los otros tres junto a una pareja de humanos. Se acercaron después de hacerse con un par de cuñas de pizza.
—Esto está buenísimo —dijo Raph.
—Sí, y no es lo único, ¿verdad? —Raph le dirigió una mirada asesina a su hermano y este rio, nervioso porque no entendía el enfado aquella vez—. Me refiero a la barbacoa, hermano, qué susceptible.
—Kathe, —dijo Donnie mientras Mikey trataba de escapar de Raph—, creo que no conoces a April. —La chica que había a su lado levantó una mano envuelta en cintas blancas.
—Los chicos me han hablado de ti.
—Espero que bien —sonrió Kathe.
—Bueno, no creo que se pueda hablar mal de ti, ángel de la noche —interrumpió el chico que los acompañaba. Tenía la cara pintada de blanco y negro, iba disfrazado de jugador de hockey zombie, o algo así—. Mi nombre es Casey Jones, pero tú puedes llamarme cuando quieras. ¡Auch! —April le había dado un codazo y lo empujó lejos.
—¿Es siempre así de idiota?
—No te haces una idea… —respondió Donnie, mirando con el entrecejo fruncido a los que se acababan de ir.
—No es idiota, solo es… —un sonido de líquido derramado y de cristal roto acompañado por un "¡Casey!" enfurecido de April interrumpieron a Leo— …da igual. —Raph volvió a aparecer con el brazo alrededor de cuello de Mikey en una posición nada cómoda.
—¿Has conseguido hackear eso, Donnie? —preguntó Kathe mientras alcanzaba una botella individual de la mesa.
—Estoy en ello —dijo agitando su teléfono— ¿Las luces funcionan bien?
—Cuando he mirado sí —respondió ella mientras usaba una de sus baquetas para abrir la botella.
—¿Cómo has hecho eso? —se sorprendió Raph. Mikey sacudió la cabeza al verse liberado.
Kathe le pasó otra botella y le mostró cómo hacer palanca para hacer saltar la chapa sin apenas esfuerzo.
—Veo que sigues usando mis trucos —Kathe puso los ojos en blanco.
—Hola, Matthew —el muchacho le rodeó los hombros con el brazo libre. Raph gruñó por lo bajo, pero solo sus hermanos pudieron oírlo.
—Creo que no me has presentado a tus amigos.
—Ni pensaba hacerlo, la verdad.
—Oh, vamos, no seas estrecha —Kathe reprimió un suspiro y se quitó el brazo del muchacho de encima. Nombró a cada uno de los chicos con desgana.
—Chicos, este es Matt.
—Hola —dijo Donnie.
—¿Qué passsaa?
—Encantado.
—Yo no.
—Vale, chico duro. —Raph frunció aún más el ceño cuando vio a Matthew acercarse al oído de la chica— Kathe, cielo, aún estás a tiempo de no quedarte en tierra. —Ella bebió de su botella mientras ponía los ojos en blanco—. Seamos sinceros, estás deseando subir ahí, pero sería una estupidez hacerlo tú sola. Me necesitas para ganar, somos un equipo, ¿no? —Kathe miró a los chicos. Donnie la miraba a ella y a su teléfono, por fin había conseguido lo que habían planeado. Mikey tenía ojos de corderito degollado, y Raph... Raph estaba a punto de saltar sobre Matthew.
—Punto número uno —comenzó al fin—, sí, estoy deseando subir ahí. Punto número dos, no, no lo haré sola. Y punto número tres, me he conseguido un nuevo equipo, y mejor. —Los chicos se relajaron al escuchar aquello, pero Matthew se irguió— ¿Eso era todo?
—No, también quería decirte que estás preciosa esta noche —dibujó una sonrisa maliciosa—, ¿a quién buscabas impresionar? —Kathe evitó desviar la mirada.
—A ti no, desde luego. —Matthew rió.
—Ya, seguro que no, y tampoco pensabas en besarme cuando elegiste ese pintalabios.
—Piérdete, Matt. —El chico suspiró, dramático.
—Me voy, pero porque me toca salir en cuanto acaben esos teloneros, no porque no me quieras, sé que mientes. Mucha mierda, equipo. —Matthew palmeó el hombro de Raph, a riesgo de perder la mano, y se encaminó al escenario.
—¡Imbécil! —soltaron Kathe y Raph a la vez.
La actuación de Matt resultó ser un acústico de una balada muy cursi que no pegaba nada con Halloween; aunque claro, no sabía hacer mucho más con solo una guitarra y su voz. Kathe miraba el escenario mientras apuraba su bebida.
—¿Por qué sonríes? —le preguntó Leo. Kathe lo miró con determinación.
—Porque los vamos a aplastar.
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Lies (Mentiras) [TMNT 2012]
FanficMi nombre es Katherine, o Kathe, me da igual. Y tengo un secreto: soy una mentirosa. Y también un problema: tengo muy mala memoria. De manera que guardo todas mis mentiras en un cuaderno. Cada vez que conozco a alguien, escribo su nombre en una pági...