3 - ESTACIÓN DE SERVICIO

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Llegó el día esperado.
Alex sería libre, y su gran amor, Piper, la estaría esperando.
- ¡Vause! Ya es hora. – le dijo un Guardia.
Alex fue hasta donde estaba Nicky, Lorna, Red, y las demás mujeres. Les dio un gran abrazo a todas, rápidamente.
Al llegar a Nicky, tomó sus manos y la miró sonreída.
- Gracias, Nichols. Este lugar habría sido aún más patético sin tí.
A Nicky se le salieron unas lágrimas.
Haló a Alex hacia ella y la abrazó fuerte.
- No te olvides de nosotras, bomba sexy. Sé feliz con la rubia. Y por favor, ya no vuelvas.
- Nunca más.
Le respondió a Nicky  mientras se alejaba con una sonrisa, sin dejar de mirarlas.

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Piper estaba ya en camino a Ohio en su auto.
De repente el auto comenzó a fallar.
- ¡Mierda!. Esto no puede estar pasando ahora.
El auto finalmente se detuvo.
- ¡Maldita sea! ¡No puede ser! ¡Hoy no!
Se bajó, abrió el capó, pero al abrirlo se dio cuenta que no tenía ni mínima idea que había ocasionado el problema.
Su cara se tornó de completa preocupación, pues tenía que estar en Ohio tan pronto Alex pusiera un pie fuera de prisión.
Comenzó a mirar de un lado a otro en busca de ayuda.

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Alex se encontraba haciendo el papeleo. Estaba feliz de solo imaginarse en libertad y al lado de Piper sin nada de por medio que le impidiera abrazarla y besarla.
- Firma aquí.
Le decía el Guardia mientras que le entregaba sus pocas pertenencias, la ropa para cambiarse junto a cuarenta dólares.
- Gracias.
- ¿Te vienen a buscar, Vause?
- Así es, mi esposa no debe tardar en llegar.
- Mira, no voy a darte la charla, tu sabes que es lo que no debes hacer para evitar volver a este jodido lugar Así que, adiós.
- Lo sé.
Tomó sus cosas y fue a cambiarse para esperar a Piper lo más presentable posible.
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Piper se encontraba a la orilla de la carretera, muy preocupada y sin saber que hacer. Miraba repetidamente su celular, pero no tenía señal.
- ¡Mierda! Alex debe estar esperándome.
De repente pasó un auto, y tras mucha insistencia de Piper, logró que se detuviera.
Un hombre descendió del auto, y caminó hacia ella.
- ¡oh, gracias al cielo! ¡Gracias por detenerse! Necesito ayuda con mi auto, no sé que ha pasado, solo se detuvo.
El hombre se dirigió hasta el capó, y observó.
- Esto se ve muy mal, Señorita. Creo que se dañó la batería. Está recalentada.
- ¿QUÉ? ¡NO! ¡Necesito llegar a la Prisión de Ohio en menos de una hora.
Mi esposa saldrá hoy y no puedo abandonarla allí.
- ¿Tu esposa está en prisión?
Preguntó el hombre algo alarmado.
- Realmente saldrá hoy.
Y, de hecho, yo también estuve en prisión.
¿Acaso eso impide que pueda ayudarme?
El hombre guardó silencio unos segundos.
- No.
- Gracias y... por favor, tiene que llevarme.
Mi esposa debe estar esperándome y...
- Me gustaría ayudarte, pero tengo prisa, no puedo desviarme o me agarrará la noche.
Lo único que puedo hacer es engancharte a mi camioneta y dejarte en la Estación de Servicio que está en camino.
Allí hay mecánicos, quizás logren algo.
Piper estaba sumida en la más grande preocupación y decepción, pero no podía hacer más nada.
- O puedes esperar a que pase alguien más, quizás si te puedan llevar. – completó el hombre.
- No, está bien. Iré con usted hasta la estación de servicio y allí resolveré.
Entonces el Señor sacó su soga y comenzó a atar el auto de Piper a su camioneta.
              
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Alex al fin estaba fuera de la prisión, justo al frente, pero libre.
Estaba parada en un mismo punto, mirando a todos lados esperando a ver alguna señal de Piper.
Sabe que algo importante tuvo que haberla demorado, y ya comenzaba a impacientarse.
En ese instante, un carro deportivo se detuvo frente a ella.
Segundos después, bajaron el vidrio de la ventanilla del conductor.
- Vause, aún aquí. No creí que le tomaras amor a la Prisión.
Alex quedó sorprendida al ver al Alcaide Smith.
- Me gusta el pudín vencido. – le respondió sin darle importancia y mirando a lo lejos.
- Me gusta tu sentido del humor. – le dijo sonriéndose.
Alex lo miró y le sonrió sarcásticamente.
Luego volvió a mirar el camino.
- ¿Vendrán por ti?
- Así es.
- ¿Llevas aquí mucho tiempo?
- Llegarán por mí en cualquier momento.
- O quizás no.
Alex lo miró con cara de odio.
- Vendrán.
Comenzó a caminar para alejarse del auto.
El auto se movió a su lado.
- Tal vez desees hacer una llamada y saber que está pasando. – le dijo mientras le extendía un celular por la ventana del auto mientras seguía rodando lentamente.
- ¿Qué?
- Sólo para que te asegures que todo está bien.
Alex lo miró y pensó por unos segundos.
Despacio fue subiendo su mano hasta tomar el celular. Marcó el número el número de Piper.
- ¿Aló?
- ¡Piper!
- ¡Santo cielo, Alex! Gracias a Dios.
- ¿Estás bien? ¿Falta mucho para que llegues aquí?
- Alex, mi amor, estoy en eso. El maldito auto está fallando y me trajeron a una estación de servicio. Lo están revisando.
- ¿Estación de Servicio? - repitió Alex alterada.
- Escucha, de verdad lo lamento, estaré allí tan pronto pueda...
- Te llevaré. – interrumpió Smith.
- ¿Te desviarás por mí? – le preguntó Alex, mientras tapaba el micrófono del celular con su mano.
- Tengo tiempo.
Se cual es la estación de servicio, es la única del camino.
Te llevaré.
¿O quieres que te agarre la noche aquí esperando?
Alex lo pensó unos segundos mientras Piper hablaba sin parar.
- Piper, Piper.
- Quiero estar allí contigo, Alex.
- Lo sé.
Escucha, no te muevas de allí, me llevarán hasta allá.
Estaré contigo pronto, ¿ok?
- ¿Te van a traer? ¿Quién?
- Pipes, ahora debo colgar.
- OK.
Te estaré esperando.
Te amo.
- También te amo.
Alex colgó la llamada, y sin estar del todo convencida, subió al auto de Smith quien la llevaría a su encuentro con Piper en la estación de servicio.

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