13 - ¡MIERDA, MIERDA, MIERDA!

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Había pasado ya una semana desde la llegada de Alex a su nuevo hogar junto a Piper.

Estaban muy felices al estar juntas y la mayoría de sus pláticas eran sobre los hermosos planes a futuro. En dichos planes estaba la boda; una boda real y válida. Aunque para ellas la boda en la prisión fue un momento mágico y único, ahora la realidad era otra, y necesitaban avanzar para que todo funcionara para ambas, por individual y como pareja.

A pesar de toda la planificación y alegría por el estar juntas, a Alex aun le preocupaba no haber encontrado trabajo. Todo aquello se había complicado más de lo que ella pensaba; nada en lo que ella creía que podía aplicar eran incompatibles con las exigencias de su libertad condicional.

Estaba cayendo en la desesperación, no podía recurrir a sus "amigos" porque o estaban peor que ella o tenían algún asunto ilegal que resolver.

"Te he dicho mil veces que debemos hablar con mi papá. No va a tener ningún problema." le repetía Piper casi todos los días cuando al llegar del trabajo, encontraba a Alex con cara desencajada por no haber logrado su objetivo único del día, conseguir un empleo.

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Eran pasadas las cinco de la tarde, cuando Alex llegaba al apartamento con una pequeña compra. Le haría una cena especial a su esposa.

Fue hacia la cocina y comenzó a sacar todo de las bolsas. Al instante escuchó que sonó el timbre.

Le pareció extraño, pues desde que estaba allí nadie había ido a visitar a Piper. Sin embargo, fue a abrir.

Para su sorpresa, quien estaba en la puerta al ella abrir, era Bill.

- Hola, Alex. - la saludó sin ninguna expresión aparente en su rostro.

Alex quedó paralizada por unos segundos, un escalofrío recorrió su cuerpo en cuestión de segundos. Sabía que aquel encuentro sería inevitable en algún momento, pero no imaginó que sería tan pronto, y sin Piper de por medio para alivianar el ambiente.

- ¿Puedo pasar? - le preguntó al ver que Alex no tenía ninguna reacción.

- Disculpa... ¡Claro! Adelante.

Bill entró con una media sonrisa en su cara, mientras la observaba. Era la primera vez que tenía en frente la mujer que muchas veces culpó por las desgracias y malas decisiones de Piper.

- Piper no debe tardar.

- Creo que tardará un poco más, cuando salí ella aún estaba en la oficina.

- Oh, entiendo.

¿Te ofrezco algo? Tengo... jugos naturales y... agua. Lamento que no haya licor pero Piper tuvo que...

- Sí, lo entiendo, no puede haber licor aquí.

- Por ahora, no.

- Alex, no estaré con rodeos. Estoy aquí porque quiero hablar contigo.

¡Mierda, mierda, mierda! Era lo único que repetía en su cabeza Alex.

- Claro. Por mí está bien. Hablemos.

Bill se sentó en el sofá, y Alex se sentó lentamente en un banco de madera.

- No voy a interponerme en las decisiones que tome Piper. Nunca lo he hecho, mucho menos lo haré ahora. Pero, sigue siendo mi hija.

- Claro, entiendo.

- Sé que está feliz de que estés aquí.

- Y yo estoy feliz por estar con ella.

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