XIII Poderosos

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–Tengo que marcharme de aquí.– dijo él.

La vista desde el balcón era hermosa a pesar de estar en el primer piso. Los árboles del jardín se movían con el vaivén del viento.

Milah pasó uno de sus brazos alrededor de la espalda de Blaze que estaba recostado al muro del balcón.

–De nada sirve que dejes que te atormente. Además, a partir de mañana vas a estar tan ocupado que no lo notarás.– fue lo primero que se ocurrió decirle.– Necesitas conocer a la perfección cada región de Alfen para cuando emprendamos nuestro viaje.

El príncipe intentó esbozar una sonrisa pero el recuerdo  de la impetuosa forma de actuar de su padre le golpeó en el rostro como un jarro de agua helada.

–Vamos a por otra copa. La necesitas.– esta vez fue ella quien lo guió entre el gentío. Tomaron una copa nueva rebosante de vino y regresaron al lugar anterior.

–No me gustó cómo te habló ella. Me da miedo que te despida.– agregó.

–Creo que se sintió incómoda con mi presencia porque consideraba que era una conversación privada.– respondió Milah tranquilizadora.– Dejemos eso ya, no tiene caso. ¿Crees que exista alguien en Alfen que posea otra piedra celestial?

–No lo sé, ¿el libro será capaz de detectarlo?– se cuestionó él.

–Pues a mí me intriga muchísimo, era como si se hubiera sincronizado con mi collar, así que creo que sí.– Milah dio un largo sorbo a su copa y observó a Blaze que tenía la vista perdida en algún punto del horizonte.

–Mi madre solía contarme historias de cuando vivía en Taln, decía que los bailes eran celebraciones para todo el pueblo, que allí las castas no existían y a la gente no se le acusaba por vestir de un color u otro. Ella quería que mi padre hiciera realidad eso aquí en Alfen, pero su repugnancia hacia la magia lo destruyó.

–Me gustaría haber conocido a tu madre, parece que fue la gran mujer que todos dicen, no estés triste, creo que tú eres la persona indicada para eliminar las castas de colores y darle a los habitantes del reino lo que en verdad se merecen.– él se giró hacia ella sorprendido.

–Confío plenamente en ti como mi Alto Señor Blaze Lowbart, además te ayudaré a descubrir por qué tu padre odia tanto la magia y fundaremos nuestra Orden de los Susurros...

Algo la detuvo que no la dejó terminar la frase, se comenzó a sentir mareada. Blaze la sostuvo entre sus brazos sin saber qué ocurría.

–Hay muchas voces, necesito salir de aquí, Blaze.– balbuceó ella.

–¿Voces? ¿Qué ocurre? pensé que podías controlar eso, Alba.– la chica perdió el conocimiento y él llamó a uno de los guardias para que le ayudara a llevarla a su alcoba.

Minutos después ella despertó y observó la lujosa habitación en la que estaba. Combinada en tonos blancos dorados y rojos con una cama hecha de una madera que parecía ébano iluminada por una lámpara hermosísima de color dorado y cristales de diamantes, las ventanas cubiertas con cortinas de satín rojas, un cuadro de un paisaje silvestre situado en una colina donde se veía una casa señorial, y una chimenea que daba una temperatura agradable al cuarto. A su lado, en una silla que al parecer hacía juego con una mesa de estudio llena de libros, Blaze la miraba aliviado con una sonrisa.

–Bienvenida a mí habitación, fue el primer lugar en el que pensé que no habría nadie.

–Gracias por socorrerme, tienes una habitación preciosa. Es la primera vez que me pasa esto, ni siquiera cuando descubrí mi poder cuando tenía 8 años, mi madre me enseñó a manejarlo, a obviar los pensamientos de la gente.– agregó ella mirando como los troncos se consumían en el hogar.

–Creo que nuestros dones se están refinando. Siempre me tomo unos minutos al día para practicar encerrado aquí, a veces imito a mi madre para poder recrear su recuerdo, cuando estuve listo hoy antes del baile tenía tiempo libre y decidí hacerlo. Así que escogí imitar a mi padre, hasta ahora solo podía imitar vagamente su voz pero al pronunciar una frase me quedé de piedra. Te muestro.– cerró la puerta de la alcoba y se concentró unos segundos, ante Milah apareció el mismísimo Alto Señor con el traje que llevaba puesto esa noche. – Y eso no es todo, hoy traigo buenas nuevas para el reino.

Ella asintió al confirmar que la voz era idéntica.

–Pero decidí asegurarme de que la imitación era tan buena, así que salí a dar un paseo por el pasillo porque sabía que mi padre estaba cenando aún con Ferann.– Milah hizo una expresión de asombro.

–Podrías haberte encontrado con alguien, eso fue muy arriesgado. Oh no, por tu cara parece que si lo hiciste.– no podía contener su sorpresa.

–Exacto, me topé con nada más y nada menos que Tyson, el consejero de mi padre y obtuve una información de primera. – agregó él volviendo a  su figura normal– Le pregunté de forma tajante por el encargo que le había dado, a ver si sabía algo del libro, claro, y me contestó que necesitaba más tiempo, al parecer alguien se había tomado la molestia de esconderlo bien. Le prometí un pequeño terreno en Grashton si lo encontraba antes del lunes.

–El cual nunca recibirá porque no encontrará ningún libro. Eres malvado príncipe Blaze.– sonrió Milah pícara.

<¿Lo soy?>– pensó él enarcando una ceja coqueto.

–Lo eres.

Sin darse cuenta se habían acercado demasiado hasta el punto de tocarse las narices y ella se apartó de forma brusca pero él la agarró por el codo.

–¿Por qué siempre que pasa esto te alejas? ¿A qué le temes?– con su mano libre acomodó un mechón de cabello detrás de su oreja.

–Nunca había besado a nadie antes, Blaze. No había tenido tiempo para eso, yo te aprecio mucho e incluso he llegado a quererte pero solo puedo ser tu consejera y amiga. Piensa en lo que pasaría si alguien nos viera así.– dijo ella retraída.– Necesito este empleo y lo sabes, me acusarían de buscona.

–Lo siento, debo ser más cauto. Te prometería que no va a volver a pasar pero no creo que pueda cumplirlo.

–Bien... Acompáñame a recoger a Via, han sido muchas emociones por una noche y mañana tenemos que recorrer la ciudad y tomar lecciones de geografía.– ella salió andando sin esperarlo.– Y ahórrate las disculpas que sé que piensas pedir una ahora.

La Orden De Los SusurrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora