VII : Solo.

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Esta vez, no habían podido desayunar juntos, la agenda de Lecter había estado ocupada para la hora del desayuno y William tuvo que hacerlo solo, extrañaba el sabor de la comida de Lecter y por supuesto al mismo. Ya no tenía la mirada de el psiquiatra encima de él y ya no charlarían amenamente en su propio lenguaje mientras sus ojos contemplaban al otro.

Tan pronto como pensaba en Hannibal, automáticamente su corazón se desbordaba al recordar ser besado por aquel hombre quien él, inocentemente, gustaba. Su fascinación por Lecter se encontraba hasta en el mínimo gesto que hiciera el psiquiatra, el hecho de verle podría hacer su día tan feliz, aún si no dijese nada, su presencia era mágica.

El rostro de Hannibal venía a su mente como si de una película se tratase, las cosas que podía recordar que le dijo, la forma en que aquellos ojos miel le observaban con ternura, la sonrisa de aquel que aunque tuviese dientes torcidos y afilados, William juraría que podría iluminar una habitación entera, la forma en la que se sentía querido por él.

Toda la mañana no había sabido de él, tal vez tenía hambre y no estaría con él para saberlo, tal vez tenía frío y no estaría con él para abrazarlo. Tomó su celular con dedos húmedos de nervios y escribía lentamente "Hannibal" en la agenda para buscar su contacto, pronto su pecho subía y bajaba con rapidez.

No le gustaba hablar por teléfono, se ponía demasiado nervioso y hablaba muy bajo con temor de gritar o escucharse muy mal. Frente a él aún seguía la opción de llamar, se veía demasiado difícil. Tampoco antes había llamado a Hannibal y no estaba seguro si le tenía de contacto o aún peor estaría ocupado. Tocó la opción de llamar y el miedo estremeció su cuerpo haciéndole cortar la llamada al instante sin haber acercado el celular a su oído y golpear su frente con la palma de su mano sintiéndose inútil.

No.

Si aún no le llamaba se sentiría más ansioso mientras los segundos pasasen y el tiempo sería más largo para él. Apretó su pantalón y soltó una exhalación con un quejido de tristeza y tocó la opción nuevamente esta vez llevando el celular a su oído, mientras la llamada conectaba sentía ahogarse del miedo cerrando los ojos y pasando fuerte.

"Hola, es Hannibal Lecter..."

Inocentemente William pensó que le había contestado y la emoción recorrió su cuerpo.

-Ha-

"... si deseas programar una cita o hablar conmigo deja un mensaje de voz."

Cortó como acto reflejo y una mueca de tristeza se dibujo en su rostro. Supuso que había apagado el celular ya que se encontraba en una cita con un paciente. Se aferró a la esperanza de que el doctor también estaría pensando en él. No podía saber que pensaba.

Aún tenía una opción.

Recuerda haber guardado el número del consultorio de Hannibal de las tarjetas de su escritorio por alguna emergencia. Ese día Lecter se había reído y acariciado su rostro con el dorso de su mano mientras le miraba con tan hermosa sonrisa y él solo le miraba extasiado. Buscó en su agenda "Hannibal consultorio" y tocó la opción de llamar respirando agitado.

-Consultorio de Hannibal Lecter, buenas tardes - al parecer se trataba de la recepcionista del lugar, se escuchaba atenta y joven.

-Hannibal...

-Sí, Hannibal Lecter. ¿Desea programar una cita con él?

-N-no yo... -dijo esforzándose.

-Si gusta le puedo brindar los días en que puede programar su cita.

-No, soy William... Graham.

-Entiendo ¿Se trata de una entrevista o amistad? -Will se quedó callado. No sabía como definir cualquier tipo de relación que tuviese con Hannibal Lecter- ¿Aló?

Tra le dita.© -HannigramDonde viven las historias. Descúbrelo ahora