Siendo las 4:34 a.m. William permanecía en su cama sintiendo la agonía de Achilles trabajar en su cabeza y darle el peor golpe, su cuerpo temblaba y acurrucaba en las sábanas como si se pudiera aferrar a eso mientras sudaba teniendo también escalofríos producto de la fiebre. Sus perros no podían atenderle ni llamar a nadie en este caso, eran solo perros y el cariño y amor que le dieran no aliviarían la enfermedad, veces pasadas hasta desmayaba y solo era auxiliado por sus vecinos quienes escuchaban aullidos y lloriqueos de sus perros temiendo que la muerte alcance a su preciado amo.
William deliraba en la oscuridad de la madrugada y lo mojada que se sentía su cama, los sueños se mezclaban con su realidad y pensaba que Hannibal llegaría en algún momento porque en algunas de sus alucinaciones por la fiebre pensó haberlo llamado, pero solo eran sueños pesados mientras su habitación se sentía lejana, extraña y vacía, sentía las cosas hacerse grandes y pequeñas. No sentía a sus perros y su cabeza se encargaba de pensar sin cordura desviándose espesamente derritiendo como relojes de Dalí.
Con todas sus fuerzas trato de respirar y abrir los ojos apretando las sábanas mojadas con el cuerpo muy caliente, probablemente eran 40°C los que hervian su piel más que un día de verano habitual al que el se había acostumbrado, está vez no eran tiernos besos de temperatura, sentía que esta se lo comía vivo sin poder escapar, el frío había hecho su buen trabajo de enfermarlo donde los abrazos no fueron suficientes para mitigarle.
Palpó su cama y encontró su celular cerrando los ojos con fuerza para levantarse. Lo prendió y deslizó, no tenia contraseña alguna porque no la necesitaba, podrían revisar su celular y no encontrarían más que algunas fotos de sus perros, libros en PDF y pequeños mensajes de Hannibal, realmente muy pocos. Se metió a contactos, buscó el de Hannibal agitado y sintiendo la enfermedad rascar en su pecho casi sin dejarle respirar apretó la opción de llamar escuchando 4 pitidos y luego a un Hannibal adormilado contestar.
-Hola William... ¿Qué hora es?
Escucho un gruñido de sueño por parte del doctor escuchándolo suspirar al ver la hora.
-Es de madrugada ¿Qué haces despierto? Necesitas dormir para vernos más tarde...
El joven de ojos azules tosió un poco retorciéndose su abdomen en la cama aunque en ese lugar no hubiera dolor alguno, se sentía débil y que podría romperse como papel.
-Vuelve a dor-
-Hannibal...
Gimió por el malestar en su cuerpo y lloriqueó un poco sujetando con fuerza el celular con la llamada en la pantalla.
-Estoy... Tengo fiebre... Hannibal...
Se escuchó a Hannibal moverse en el colchón al otro lado de la llamada y estirarse sonando algunas de sus extremidades, aún así William no podía oír eso y sentía morirse ahí mismo.
-Voy en camino, no te muevas por favor, hace mucho frío a estas horas y sufres riesgo de empeorar tus pulmones, Will. Espérame en tu cama, no te duermas o la fiebre podría subir.
Hannibal desconectó la llamada y tronó sus dedos para luego pararse de su cama directo al baño para lavarse la cara y los dientes. Se miró al espejo y acarició su pecho con vagancia, botezó y bajó su cara al grifo para enjuagarla muy bien y luego secarse con una toalla. Mientras tenía la cara cubierta su pecho se sentía extraño, si se tratara de una de sus ex parejas en cada uno de sus tiempos les hubiera dado solo indicaciones para prevenir mayores y volver a descansar, pero ahora estaba siendo muy diferente. Aún no era pareja de William, habían sido pares de besos, abrazos, mimos, pero nunca una proposición como noviazgo en ese tiempo. Sin embargo, estaba parado en la madrugada dispuesto a ir y proteger de él. ¿Qué era todo esto?