XV : Gentileza.

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La mañana parecía terrible en Baltimore, había llovido a cántaros la noche anterior, casi pareciendo la regadera por el sonido que hacía el agua cayendo en la ciudad y lo peor de todo el dilema, era que Will Graham no había dormitado gracias al sonido estruendoso de la lluvia, era como música desagradable a sus oídos por lo fuerte que sonaba. Si Will no dormía, Hannibal tampoco lo haría, su humor no era el mejor de todos en la mañana, únicamente para su amado, pero desafortunada fue la cafetera que azotó contra la isla de la cocina porque se negaba a funcionar, colmando su paciencia y prefiriendo tomar desagradable café soluble sabor a tierra y solo dándole un jugo de naranja a William porque consideraba que él no debería tomar tan espantoso intento de café.

-¿Te gusta tu café...?

Hannibal dejo sus pensamientos de odio a la fábrica de café para voltear a ver a su amante, quien se había preocupado al verlo tan sumido en su cabeza.

-Es...

"Una pesadilla" quiso decir.

-Es excelente, es tan bueno que a cada trago pienso en lo delicioso que es, Will.

William lo miró poco convencido, pero creyéndole de todas maneras, volviendo a su jugo y a Winston que trepaba su pierna en busca de algún bocadillo.

-Es todo Winston... No creo que te guste el jugo... Podrías probar el café de Hannibal.

Winston miró de fondo Hannibal para bajarse de la pierna del más joven y seguir su camino al dormitorio.

-Parece que no le gusta tu café...

-Dudo que Winston sepa sobre cafés, Will.

Hannibal limpió la boca de Will con un pañuelo, eliminando restos de la tostada que se esparcían por sus comisuras y barbilla.

-Yo puedo hacerlo solo...

El joven de ojos color cielo intento tomar el pañuelo, siendo perfectamente esquivado por Hannibal quién negaba con la cabeza.

-Sé muy bien que puedes hacer muchas cosas por tu cuenta, solo dejame ser un romántico enamorado, William.

Pasó una última vez la tela por los labios de Will, dejando un beso para sellar su trabajo, siendo devuelto nuevamente por el chico, quién planeaba besarlo más, el reloj de Hannibal trinando anunciando que era hora de irse.

-Me encantan tus besos, son hermosos, pero necesitamos irnos, Mielasis.

-No quiero ver a Jack...

-Siendote sincero, yo tampoco, Will.

Hannibal tomo su abrigo del perchero, ajustándolo a su cuerpo y el cuello beige siendo doblado por Will, quién sentía la piel escarapelada por la lana de la prenda, era una textura que casi y dolía al tacto.

-Creo que... Que debes cambiar de abrigo...

-Empiezo a odiar la lana tanto como tú. ¿Qué malos hábitos más me pegarás, William?

El hombre de cabello rizado tomo el rostro de su pareja, dejando otro beso, nunca agotándose de Hannibal.

-Llegar tarde...

Caminaron hacía afuera, viendo el Bentley del doctor aún bañado por las gotas de la lluvia, estás ya siendo secadas por el sol que ya abría en la mañana, dejando solamente rastros color blanco transparente haciendo prueba de su ausencia, el joven de oro pasando sus dedos creando figuras mientras su pareja abría las puertas del auto.

Y es que la verdad era que no tenía que preocuparse de mucho cuando estaba con él.

Finalmente entraron al auto, William empezando a olfatear el aire viejo que aún quedaba adentro, reconociendo un perfume nuevo, tal vez, se trataba de alguno de los chicos de laboratorio o Jack, aunque no olía parecido a ellos, no recordaba haber viajado con nadie más, intuyendo que tal vez era el perfume de Phillips.

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⏰ Última actualización: Dec 24, 2023 ⏰

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Tra le dita.© -HannigramDonde viven las historias. Descúbrelo ahora