Regreso

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16 de Marzo 2025
Un avión procedente de suiza aterrizaba, de fondo un bello atardecer.
Casi cuatro años habían pasado desde que Daniel dejó su país, miles de cosas y experiencias traía consigo, no era el mismo joven que algún día partió lleno de sueños y esperanzas a lograr en el viejo continente.
Al bajar del avión se dirigió a la estancia donde se supone lo esperaría su familia. Al llegar, con un asombro inmenso puesto en fotos no se podía reflejar el cambio físico de Daniel, había invertido mucho tiempo en el gimnasio, era casi irreconocible de aquel joven que partió; su familia, llena de alegría lo abrazaba y preguntaba miles de cosas, sus padres desencajaban en emoción al verlo, los reencuentros muchas veces son de los momentos más bellos y significativos que puede dar la vida.

Su padre le ayudó con la maletas y tomaron camino hacia la camioneta, la cuál Daniel había enviado dinero para comprarla, era una camioneta nueva y espaciosa, pusieron las maletas en la parte de atrás y partieron destino a su casa.

Hablando de tantas experiencias vividas, unas cuantas demostraciones de los idiomas que tuvo que aprender para adaptarse a su nueva vida, incluso entregó un par de regalos a su familia.

Disfrutó el viaje como nunca, viendo los cambios que tenía su ciudad, recordando viejos tiempos mientras recorrían las calles, recordando familiares y amigos... Hasta que... Por azar quizá... Su padre pasó cerca de la casa de su ex... Mara, sus ojos se llenaron de lágrimas y nostalgia al recordar aquel amor, amor que tuvo que acabar. La distancia les trajo problemas y el tiempo se hizo eterno, a pesar de haberlo intentado durante meses, terminaron... Pero esto a Daniel no le importaba, el iba a cumplir su promesa. La euforia al pasar tan cerca de ella lo hacía querer lanzarse de la camioneta y correr hasta su puerta, enmendar las cosas y estar con ella.

Su madre se percató de la mirada nostálgica de Daniel hacia aquella casa y preguntó:
—¿Todavía te acuerdas?
—Todo pasa por algo. Respondió

Un par de minutos más y ya estaban frente a su casa, al bajar de la camioneta lo escuchó... Ladridos que venían de dentro de la casa, ladridos que lo volvieron impaciente por entrar. Bajó rápido el equipaje, y al entrar a la casa corrió hacia el patio trasero y ahí estaba... Con menos dientes que la última vez y un poco más gordo, quizá por la edad, estaba su compañero, un cachorro que había adoptado años atrás. No se sabía quién estaba más emocionado, si aquel perrito canoso o Daniel quien a menudo, a la distancia le pedía fotos del cachorro a su hermano. El reencuentro fue hermoso, dos amigos que se extrañaban.
Jugueteó un rato con aquel cachorro para después regresar dentro de la casa. Al entrar giró hacía la que fuera su habitación, era increíble, todo estaba exactamente en el mismo lugar que lo dejó, se sentó al borde de la cama , revisaba cada detalle y recordaba todas las tardes que había pasado ahí, las experiencias y recuerdos de todo tipo. Volteó hacia el rincón y en lo alto del ropero había una foto, una foto con su ex, era una foto vieja que ella le regaló en un cumpleaños.

La tomó con ambas manos y la abrazó dejando caer un par de lágrimas, el lo sabía... Lo único que lo hacía arrepentirse del haberse ido era ella, sin duda era el amor de su vida. Después de terminar esa relación, Daniel intentó darse una oportunidad con algunas chicas cercanas a el en Suiza, pero todos los intentos terminaron mal, no había magia, no ocurria nada, Daniel nunca olvidó a Mara y ese fue el motivo principal por el cuál ninguna chica pudo llenar ese espacio.

Su madre lo llamó a la cena, secó sus lágrimas, guardó la fotografía en un cajón y se dirigió a la cocina.

La familia reunida a la mesa, algo que sin duda Daniel extrañaba después de vivir solo, lejos de casa.
Al terminar de comer se quedaron todos a la mesa hablando cuando un tema salió a la plática, su hermano preguntó:
—¿Viniste de vacaciones?¿Cuánto tiempo te quedarás?
Daniel no había dicho nada antes, cuando anunció su regreso no dio más detalles más que la fecha de cuando volvía, a lo que respondió:
— Estaré aquí seis meses, acumulé mis vacaciones durante años para poder estar buen tiempo aquí y arreglar un par de cosas.
—¡¿Seis meses?!. Preguntó asombrado su papá.
— Si, debo renovar algunos documentos y pues disfrutar mis vacaciones, que mejor que aquí, que los extrañaba mucho. Respondió Daniel.

Al levantarse todos de la mesa fueron a la sala a continuar la conversación, su familia tenía muchas dudas acerca del por qué y para que estaba sucediendo todo esto.
Daniel no dudaba en explicar que quería comprar un auto, comprar una casa, quería tener donde vivir en su ciudad natal para cuándo se retirase.
Sus padres se preocupaban si tuviera el dinero suficiente para hacer todas esas cosas o si quiera tener el capital necesario para sobrevivir esos seis meses, pues sabían de un par de lujos que gozaba en Suiza. Sin embargo Daniel, aunque durante la mayor parte de su vida no se caracterizó por ser un gran ahorrador, estando solo se propuso eso y su cuenta bancaria era realmente basta, puesto trabajaba tiempo extra incluso en temporadas conseguía trabajos alternativos para seguir ahorrando para sus sueños.

Cayó la noche y todos se dirigieron a sus habitaciones, hacía más de tres años que no dormía bajo ese techo, los sentimientos de nostalgia y felicidad lo recorrían.

They don't know about usDonde viven las historias. Descúbrelo ahora