El diario de Jungkook - tk

Itaewon (2/4)

Jungkook salió de la habitación hecho una furia. Las lagrimas amenazaban con salir.

Jaehyun lo saludó con emoción, haciéndole un ademán con su mano para subirse en el asiento de atrás.

El menor hizo el mayor esfuerzo por cambiar la cara, pero le dolía profundamente sentir que Taehyung se había dado por vencido.

En aproximadamente media hora perdido en sus pensamientos, estaban frente al restaurante Bao bar.
Jaehyun bajó del auto seguido de los demás.

— Aigoo – jaló a Jungkook del cuello hacia su propio pecho revolviéndole el cabello con su puño — Mi pequeño dongsaeng.

— Aigoo hyung-nim. – Jungkook lo miró juguetón y recibió los puños de sus otros amigos.

[...]

— Vayamos por unos tragos, ¿o les pegan sus managers? – dijo Mingyu divertido. Todos los platos yacían vacíos en la mesa, quedando todavía sus tarros de cerveza a medio acabar.

— Que va, a mi nadie me controla. – contestó Jaehyun.

— Nadie que no se llame "Doyoung". – dijo Eun Woo a lo que todos rieron. Jaehyun se sonrojó, chasqueó sus dientes y simuló la intención de golpearlo.

— Aquí al único que podrían castigar es a Jungkook, Tae Hyung parece tenerte bien domado querido hoobae.– soltó Mingyu. Jungkook encogió sus hombros, sintiendo ese dolor en el pecho. Comenzaba a olvidar la razón de su salida.

— ¿Hoobae? BTS ha superado por mucho a todos los grupos de nuestra nación. Más respeto a tu sunbae Mingyu-sshi. – Jaehyun rió alzando su tarron de cerveza — Estamos orgullosos.

— No nos pongamos sentimentales, que unos tragos y quizás algunas afortunadas mujeres nos esperan. – Eun Woo le dió un largo trago a su cerveza.

— Vayamos por ellos, Taeyong me habló de un buen lugar. – Jaehyun se puso de pie, sorbiendo su último trago.

Lo que ellos no sabían, es que ya había alguien que les tomaba fotos desde la distancia.

__

El menor se dejó envolver por el ambiente, rodeado de los cuerpos sudorosos de sus amigos. La música invadía sus más profundos sentidos. Si bien al principio no estaba tan seguro de embriagarse, ahora el sentido común y la consciencia habían abandonado casi del todo su mente.