O27

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— ¿Te sientes incómodo?— HongJoong pregunto mientras se colocaba al lado de HyunJin quien sostenía una copa de vino en sus manos, moviendola únicamente de un lado a otro mientras aquel líquido se balanceaba casi al punto de derramarse. Asintió.

— De alguna forma, tengo un mal presentimiento— expreso— algo está mal, realmente no sé que es. Pero algo malo va a pasar.

Expresó mientras miraba hacia algún punto que no fuese el rostro del contrario, estaba asustado de una forma terrible, su cuerpo incluso amenazaba con comenzar a temblar sin control, su respiración era irregular pero sin embargó, no sabía a qué se debían todos esos síntomas.

Y eso le asustaba más.

— Deberías irte si no te sientes bien— el pelirrojo hablo. HyunJin negó.

— Hablaré con Minho.

[...]

— Me sorprende que quisiera cancelar el trato personalmente, joven Lee— aquel hombre hablo con hipocresía mientras observaba al más joven frente a él, las piernas de Felix habían caído contra el pavimento seco de aquella bodega, mientras su rostro estaba lleno de golpes y alguna que otra herida. A su alrededor se encontraban cinco hombres del jefe de MXOne, con quiénes se había batido a duelo, y vencido, sin embargo, no contaba con que el propio jefe llegaría con refuerzos al lugar.

— Ya sabes— hablo agitada mente pero con egocentrismo— el honor de Corea es algo que vale más que basuras como ustedes.

Escupió en la cara contraria haciéndolo molestar aún más. La sangre de aquel hombre hervía mientras le dirigía miradas de repugnancia al australiano. Su puño se estrelló contra la cara del de pecas quien comenzó a reír sin control.

— ¿Estás loco?— pregunto el que llevaba la ventaja. Haciendo una pequeña señal, el pecoso se vió rodeado de armas apuntando directamente hacia él, sonrió.

— Basuras como ustedes no logran hacer nada por sus cuentas. Tuvieron que quebrar mis piernas para poder detenerme, patético— soltó sin dejarse intimidar por el dolor que sentía todo su cuerpo. Realmente dolía, cada parte de su ser, pero no era algo que no hubiese experimentado antes.

Cuando sobrevivió de aquel incendio, cosas peores pasaron. Tan malas, que prefirió muchas veces haber muerto entre las llamas que lentamente mostrarle la muerte sin dejarlo morir, realmente estaba harto durante el tiempo en el que el solo vivir era una tortura, el respirar y abrir los ojos cada día.

Se estremeció, la sensación de asco sobre sí mismo mientras trataba de mentir a su persona creyendo que alguien iría a salvarlo algún día, que él iría a salvarlo algún día. Y siempre creyó que era un tonto por pensar de esa forma.

Y juro no volver a experimentar ese dolor.

— ¡Alto!— aquellos hombres dejaron de golpearlo, de destrozar más los huesos de su cuerpo con aquellas patadas que dirigían hacia el, el jefe dió unos cuantos pasos hasta quedar frente a Felix y notar como este seguía consciente. El de pecas sonrió internamente al ver la expresión de decepción que aquel hombre tenía, quizás esperaba que estuviera muerto—. ¿Aún te queda energía para sonreír?

El de pecas se movió con dificultad, logrando tirar su cuerpo quedará con su espalda contra el pavimento, una línea de sangre salió de su boca como muestra de la que estaba siendo retenida. No les daría el gusto de mostrarse débil frente a un par de mafiosos, frente a una escoria.

— Aún...— comenzó a hablar mientras se obligaba a sí mismo a subir los costados de sus labios— puedo reírme de basuras como tú.

Aquel hombre hizo puños sus manos mientras ordenaba levantar el cuerpo del australiano, para arrastrarlo hasta su automóvil y arrancar antes de que alguien de la mafia coreana lo notará.

[...]

Gon miro la hora en su reloj mientras se encontraba fuera de aquel lugar, desde hace un buen tiempo atrás el de pecas había entrado y aún no mostraba indicios de salir. El peliazul mordió su labio, había algo que no cuadraba, miro a los pocos hombres que habían llevado consigo al viaje, los vellos de su piel se erizaron.

— Maldición— hablo para sí mismo. Mientras se giraba hacia su gente— ¡Alejense de ahí!

Apenas y les dió tiempo para correr unos pocos metros en cuanto todo aquel lugar explotó provocando que salieran ilesos por poco. Byounggon se acercó hasta el lugar en llamas, mientras sus ojos observaban con horror todo.

— ¡Felix!

El clímax del arco aaaaa

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El clímax del arco aaaaa

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