CAPÍTULO 6

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Capítulo 6: El primo de James Potter

Harry y Hermione decidieron pasar el resto del día en la sala de los requerimientos puesto que el azabache aún no se encontraba listo para enfrentar a sus padres y cierta rata traidora. No les fue difícil llegar hasta ahí ya que la dichosa sala se encontraba un nivel más bajo que el despacho del director.
Habían hablado con Dumbledore y quedaron en que aparecerían en público al siguiente día, cuando Fleamont Potter haya podido comunicarse con su hijo y explicarle el asunto, así James no estará tan sorprendido cuando lo veo, a excepción de su parecido, claro.

Hermione le había sugerido hacerle modificaciones a su rostro pero este se negó ya que decía que iba a ser un problema estarlo arreglando en cada momento, así que solo le permitió cambiarle el color de los ojos con un hechizo que servía por el tiempo que quisieran.
Por lo que ahora nuestro joven Potter Evans contaba con los ojos color café oscuro.

─Am...¿Harry?─le preguntó una Hermione dudosa levantando la vista del libro que se encontraba leyendo.

─Dime, mione─le contestó Harry quien se encontraba jugando con su preciada snitch dorada, obsequio de Albus Dumbledore.

─¿Crees que vas a poder controlarte cuando veas a Pettigrew?

Harry bufo molesto.

─Muy probablemente no, sería capaz de hechizarlo con tan solo verlo.

Con tan solo ver sus gestos, Hermione supo que no mentía.

─Escucha Harry, se que es imposible que hagas esto pero, piensa que el Pettigrew de ahora aún no ha hecho nada, podemos evitar que lo haga cambiándole, si vemos que no es así yo misma te ayudaré a asesinarlo junto a Voldemort y enviaremos a todos sus mortifagos a Azkaban─le intentó apoyar.

Harry solo asintió, sabía que actuar de forma imprudente les costaría muchas explicaciones así que era mejor guardar toda su rabia para después, intentaría cambiar las cosas a como de lugar, empezando de una forma amable, como la castaña le sugirió.

─Lo intentaré, mione─fue lo último que se habló del tema puesto que Hermione sabía que la rabia salía al hablar de ello.

Y así ambos pasaron el día distrayendose en esa sala, la castaña investigando cosas sobre la época y leyendo, mientras que Harry leía algunas cosas sobre quidditch y se la pasaba haciendo comentarios tontos al respecto los cuales con mucha paciencia, Hermione ignoraba.
El día siguiente les reparaba cosas nuevas, una de ellas era encontrarse frente al despacho del director a primera hora de la mañana con el prefecto de Gryffindor, es decir, Remus Lupin. Les daría su horario, los llevaría a su casa común y les daría un pequeño recorrido a los lugares que iban a frecuentar de ahora en adelante, será un largo día, pensó la joven suspirando con cansancio para luego seguir con su lectura.

[...]

Remus Lupin caminaba con dirección a su sala común. Acababa de dar por terminada su vigilancia por los pasillos. Mientras caminaba, Remus pensó sobre lo que el director le había pedido esa tarde.
Le provocaba curiosidad la llegada de 2 jóvenes justo cuando el curso ya llevaba unas semanas de haber empezado.

Suspiró, se sentía cansado por la próxima luna llena y mañana le esperaba un largo día con los dos susodichos.
Remus supuso que tendría que poner al corriente a los recién llegados así que decidió llegar rápido a la sala común y prepararles una lista de los deberes que iban a tener que realizar de sus materias correspondientes.

En cuanto llegó al retrato de la dama gorda dijo la contraseña y el retrato dejó ver el orificio que conducía a la redonda sala. Cuando llegó a donde se encontraban todos los sillones pudo divisar al resto de la pandilla sentados enfrente de la chimenea que le daba calidez al lugar.

Hermione Granger, la merodeadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora