El día que miré a mi alrededor
y me di cuenta
que no había nadie más que yo,
allí...
Comencé a conocerme,
y debo admitir que aún teniéndome las 24 horas del día,
no sabía nada de mí.
Hasta llamarme por mi nombre
me resultaba desconocido.
Mirarme al espejo y decirme
“Yo te quiero”
era un episodio de ficción.
No era consciente de lo mucho que disfruto llorar hasta el cansancio en las películas,
no sabía las horas que puedo pasar al micrófono cantando sola y a todo lo que me da la voz,
no sabía que el cine me sabía tan bien al no tener nadie a lado,
la cerveza en el bar no era tan amarga mientras hacía recuento de las muchas cosas que en todo el año me ha enseñado.
Viajar kilómetros solo con mi mochila y de la mano de nadie, antes me parecía trágico
hoy es una gran muestra de auto amor.El día que no vi a nadie a mi alrededor,
no sabía el gran favor que me habían hecho,
comencé a conocerme,
a no necesitar de nadie,
valorar a quienes suelen quedarse,
y no rogarle a quien tiene los pies puestos para irse.