“Quiéreme en voz bajita
tan bajita que no salga de aquí,
tan bajita que no parezca amor,
háblame quedito,
tanto que parezcamos desconocidos,
que nadie sepa de nosotros,
que nadie sepa que me quieres,
que nadie nos vea por las calles,
que nadie nunca nos escuche hablando bonito,
un amor no debe levantar la voz,
un amor no debe saberlo nadie,
un amor es de dos,
un amor que no hace ruido
y no llama la atención,
no entra nadie más,
por ende suele durar”.Leí su carta y entonces me encontraba pensando en el nivel de persuasión y palabrería en que me había envuelto, «sonaba tentador», pero al mismo tiempo muy nostálgico,
las guerras transmiten directos,
las balaceras tienen canales especiales,
el odio tiene pancartas pegadas por las avenidas,
y la infidelidad la escuchamos hasta en la radio,
la violencia desde las 6:00 AM pega gritos en los títulos del periódico
y entonces...
¿ahora el amor viene a querer tener restricciones?¿Por qué no proponernos
un amor libre?
con música,
con ruido y a fotografías al cielo,
con cortometrajes en cámara lenta,
rápida, a color y sepia,
te propongo amarnos sin límites,
a jugar a encontrarnos
y no a las escondidas,
hacernos oídos sordos a las voces exteriores,
construir peldaño a peldaño un puente llamado confianza,
y practicar siempre hablar con sinceridad,
poner alambrado eléctrico al corazón,
huellita dactilar a nuestra vida,
un cancerbero a la puerta
y juro que así nadie entra.No pienso ser cómplice de
silenciar lo que al mundo
le hace tanta falta.