El domingo y su manía de comenzar con aroma a recuerdos desde que las manecilla apunta las 12, me empapa de fotografías viejas, videoclips en cámara lenta que solo se reproducen en mí.
El domingo y su fama de de invitar a «olvido» a casa, que el lunes llega «nuevos propósitos» donde se te susurra al oído que es momento de cambiar todo y que solo entre esos dos días se puede presionar el botón de reiniciar.
Porque los domingos se hicieron para recordar y hacer aviones de memorias y soltarlos al aire, comprar boletos de tren a primera hora, sin maletas y sin voltear atrás.
Por eso, el domingo desde madrugada, romperé la dieta, esa de no nombrarte más y esta vez juro será la última.
Sacaré las notas y esa caja tonta donde solía guardar postales con aroma, vaciaré el armario y todo lo que me haga pensarte, quemaré las cartas,
lloraré hasta la última lágrima y gritaré hasta el último aliento que suspiré por ti alguna vez.El domingo borraré las conversaciones, iniciando con las que decidí guardar en aquel teléfono viejo.
El domingo será la última vez que toque ese suéter que dejaste en mi recámara.
El domingo dejaré de extrañarte,
dejaré de escribirte poemas sin antes dejar un último (quien quita y sea este).
El domingo me despido de ti a ciegas porque tampoco es mi idea volver a verte.
El domingo escucharé todas las canciones que nos dedicamos y las pensé en hacerlo.
El domingo...
me atreveré a decirte adiós, a ti,
a mi ilusión de que todo vuelva y a todas estas cosas que me traen pasada de vueltas.El domingo menos pensado lo haré,
no sé de qué mes o qué año,
¡total! todas las semanas se me da un domingo de oportunidad,
de los 365 días se me dan 52 oportunidades,
pero de qué será un domingo, estoy segura.