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Capítulo tres:
                Malos ratos.
    Buenas fotografías.

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Los Cullen se habían marchado, dejando a una Isabella hundida en depresión. Aquel rastro de felicidad que emanaba Bella se esfumo completamente, dejando así a una joven depresiva, sin ganas de nada. El pelinegro sabía que apenas Bella salía para ir al instituto y volver,  que ya no se juntaba con sus amigos, que ya no hablaba con nadie. Solo ella y su dolor, no le importaba nada más.
Lionel ya de por si les guardaba un vago rencor a los Cullen por acaparar la atención de su media hermana y alejarla un tanto de él y su padrino, pero ahora, ahora los detestaba por hacerla sufrir de tal manera.
Si bien, Lionel sabía que su relación con Bella no era tan fuerte como su relación con Charlie, pero Bella es familia y la familia se protege aún de si mismo.

El pelinegro dejó sobre la mesada su tasa de café ya vacía, rebusco en sus bolsillos su teléfono y tras haberlo encontrado busco el número de su padrino entre los contactos que tenía y lo llamó.

Su saldo es insuficiente para realizar esta llamada.

Lionel maldijo internamente, había olvidado recargar su teléfono otra vez. Guardó nuevamente su teléfono, se puso de pie, dejo la taza en el lavaplatos y se fue a la sala en donde estaba el teléfono fijo, dígito los números de la casa de los Swan y llamó.

¿Hola?

  Soy Lionel.

Muchacho, es bueno oírte. ¿Cómo estás?

─  Desperezandome un rato. ─  se rió levemente antes de ponerse serio y preguntar ─ ¿Cómo esta ella padrino?

Se oye un suspiro del otro lado de la línea, el pelinegro imaginó como su tio se frotaba la cabeza. ─  Sigue igual, no sale de su habitación, a penas come. Las pesadillas durante la noche siguen, ya no se que más hacer. Estaba pensando en enviarla con Renée...

─ ¿Se lo has dicho? ─ solo silencio recibió como respuesta. Ahora fue el turno del pelinegro para suspirar. ─ Dentro de una hora voy para  hablar con ella, quizá logre que salga a broncearse un poco y a ti te llevaré la tarta especial de mamá.

Aquí te esperamos y también a la deliciosa tarta.

─ Adios padrino. ─ se despidió y tras escuchar el saludo por parte del mayor colgó. Lionel suspiró frustrado, su día libre deberá ser otro día, pero valdría la pena si eso llegara a fortalecer su extraña relación familiar.

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Una camioneta negra de cuatro puertas, se estaciono frente a la casa de los Swan, Charlie salió para recibir a su ahijado en la puerta al descubrir que era él.
Lionel bajo tras haber agarrado un par de cosas del asiento trasero de la camioneta, cierra la puerta de este con pequeño empujón y se encaminó hacía donde su padrino lo esperaba con un estuche de dibujos en una mano y una tarta de fresa en la otra.

─ Déjame ayudarte muchacho ─ dijo Charlie tomando la tarta de la mano del chico.

─ Gracias padrino, por poco pensé que te quedarías mirándome mientras hacía malabares con la tarta. ─ Él mayor solo rió negando ante las palabras del pelinegro, abrió la puerta y ambos entraron a la casa para luego ir hacía la cocina en donde Bella estaba revolviendo su desayuno sin comer. El pelinegro oyó a su padrino suspirar ante lo que ambos presenciaban, sabía que las cosas se pondrían tensas desde aquel instante.

─ Bueno, hasta aquí llegué. Ésto es suficiente, volverás a casa. ─ la voz de Charlie salió alterada mientras dejaba la tarta con no mucha fuerza sobre la mesa, consiguiendo exaltar a Bells. Lionel sintió que sobraba ahí, es por aquella razón se alejó hasta el sillón en donde había dejado su estuche de dibujos.

Lionel se sentó, sacó su gran carpeta de dibujo y se dispuso a terminar el retrato que le hizo a Bella. Le hizo algunos retoques cerca de los ojos cuando un nuevo golpe sobre la mesa resonó, atrayendo su atención.

─  Los dos sabemos lo que está pasando aquí, Bella, y no es bueno para ti. ─  el pelinegro vio a su padrino tomar una gran bocanada de aire y proseguir─ . Han pasado meses. No ha habido llamadas, ni cartas ni ningún tipo de contacto. No puedes seguir esperándole.

El aire se tornó tenso, el pelinegro se puso de pie y se acercó hasta su padrino.

─  Cálmate padrino, puede hacerte mal. Bella, él tiene razón, debes dejarlo ir, esto no está haciéndote bien ─ pidió el muchacho con seriedad. Bella lo miró molesta, se escuso diciendo cosas como que debía irse al instituto y que no la esperaran ya que se iría al cine con sus amigos.
El silencio llegó nuevamente y Lionel simplemente abrazó a su padrino permitiendole desahoharse. Una vez más, Bella logró decepcionarlo.

۩۞۩







¿Alguna vez sentiste que solamente haciendo lo que más te gusta serenaria tu ira?

A algunos, escuchar música los relaja, a otros no hacer nada les relaja, y a otros dibujar les relaja. En el caso de Lionel, habían tres cosas que lograban calmar su ira: el dibujar mientras escucha música, el leer mientras escucha más música, y por último, pero no menos importante, tomar fotografías lo relaja.
Y era por esa razón que el pelinegro se encontraba en la reserva. A Lionel le encantaba tomar fotografías de aquel lugar, los niños jugando libremente, las aves sobrevolando el lugar, la playa La Push, el reflejo del sol sobre el agua, en fin, muchas cosas las cuales fotografiar.
Justamente en ese momento, frente a él, un majestuoso animal se daba a ver. Un ciervo, junto con su cría, pastaban a tan solo unos metros de donde el estaba. Se veían tan tranquilos, tan libres.

Lionel enfocó la lentilla de la cámara en dirección a esos animales y justo en el momento en el cual ambos levantaron sus cabezas para observar hacía el frente, el pelinegro tomó la fotografía logrando capturar aquel momento.

Nada mejor que relajarse en medio del bosque haciendo lo que más le gustaba.

𝐿𝒾𝑜𝓃𝑒𝓁 | Jacob Black Donde viven las historias. Descúbrelo ahora