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Capítulo cuatro:
Motocicletas.

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─ ¿Sabés algo Bells? Hoy tengo planeado un día perfecto, solos tú,  yo, quizá Jessica, mi hermosa Angie, el pesado de Mike y puede que hasta invitemos a Eric ¿quién sabe?

El pelinegro observo a su querida y hermosa media hermana y poco a poco su sonrisa se apagó, al notar la poca atención que ponía de su parte. Suspiró ya algo cansado del drama en el cual estaba sumergida Isabella.

─ Bella, mirá se que esto es difícil para ti, que es doloroso ya que es el primer amor y el primer amor nunca se olvida ─ murmuró tomando las manos de la hija del sheriff y las beso en forma de consuelo ─.  Pero la vida sigue Bells, quizá no regresen hoy o mañana, pero algún día lo harán y para ese entonces tú serás una persona nueva, radiante, feliz, como siempre debió ser.

Bella lo miraba con lágrimas en los ojos mientras una dimunuta sonrisa aparecía en sus labios.

─ Recuerda Bells no estas sola, nos tienes a Charlie y a mi, y a un montón de adolescentes hormonados que se preocupan por ti.

─ Gracias ─ murmuró mientras lo abrazaba de manera sorpresiva, causando que el pelinegro se quedara ligeramente en shock por unos segundos ─, se que posiblemente no sea la mejor compañía en estos últimos meses pero gracias por mantenerte a mi lado. Te quiero hermanito.

Listo.
Ahora si podían parar el mundo.
Bella lo reconoció como su hermano no de sangre, y eso lo hizo feliz, lo hizo sentirse completo.

─ También te quiero anciana ─ bromeó luego de haber correspondido a su abrazo ─ auch.

─ Tengo 18, no soy una anciana. ─ Bella le reprochó al pelinegro luego de pellizcarlo y apartarse del abrazo.

─ ¿Segura? Yo de aquí logro ver un par de canas y vaya que resaltan.

─ ¿Qué? ¡Lionel!

La risa del pelinegro resonó en la sala causando que al sheriff, quien se encontraba de pie junto a la puerta de la entrada, comenzara a sonreír. Su hija poco a poco iba recuperándose.

Y todo gracias a Lionel.














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>> ´´SE VENDEN ASÍ COMO ESTÁN ´´

Eso decía aquel cartel en la casa de los Marks que Bella había descubierto una tarde lluviosa cuando estaba de paseo, por así decirlo. Ella no lo dudo demasiado y cuando menos se lo espero, ambas motocicletas, que se encontraban en más o menos en buen estado, se encontraban en la parte trasera de su camioneta cubierta con una lona gris sin dejarse ver.

Luego de tal adquisición, Bella llamó a su padre a la comisaría, pidiéndole permiso para quedarse a dormir en la casa de Lionel ya que este se encontraba solo y con la vaga excusa de que quería pasar más tiempo de calidad con él. Chalie más que contento se sentía eufórico al saber que su hija comenzaba a salir de aquella profunda depresión en la cual estuvo sumergida. Tras desearse las buenas tardes, Bella condujo al vecindario menos poblado en donde se vivía el ahijado de su papá, sabiendo que si llegaba allí, nadie le iría a su padre con el chisme de que se compró unos pequeños juguetes.
Bella necesitaba que él le ayudara a reparar la moto ya que sabía que luego de la fotografía, las motos eran otro de los pasatiempos favoritos del pelinegro y le costó mucho convencer al pelinegro de ayudarla, pero tras unos quince minutos suplicandole logró convencerlo.

𝐿𝒾𝑜𝓃𝑒𝓁 | Jacob Black Donde viven las historias. Descúbrelo ahora