Invierno

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Capítulo 3. Parte 2.

La feria en el centro de la ciudad se encontraba inesperadamente llena de familias y personas jóvenes a pesar de encontrarnos en medio del invierno, con unas temperaturas caóticamente bajas, o quizás era debido a eso, ya que la navidad estaba muy cerca y las personas aprovechaban las fiestas para salir a divertirse todos juntos.

Sin embargo, yo por mi parte deseaba estar en cualquier otro lugar mientras ajustaba el abrigo a mi alrededor para evitar el frio y seguía a Charles por los alrededores, mirando como los niños corrían de un lado para otro entre las atracciones, hasta que encontramos a Asthon parado al lado de un árbol de navidad, con una sonrisa cálida en sus labios.

—Hola Charles —dijo mientras saludaba con un abrazo Charles y luego volteo a mirarme con una mirada extraña en sus ojos—. Mark.

―Hey —respondo manteniendo las manos en los bolsillos de mi abrigo, sin hacer ningún intento de acercarme a él más de lo necesario.

No podía entender como fui tan tonto para asistir a esa reunión, pero en mi defensa, lo hice mayormente por Charles. Él en verdad quería salir con Asthon, no lo entendía pero podía ver que se habían hecho muy buenos amigos en todo ese tiempo, y cuando me había pedido que los acompañara a pasar el rato, no había tenido una razón para negarme, por lo que había terminado aceptando.

Pero ahora me arrepentía porque podía notar una ligera tención incomoda en el ambiente.

Las cosas no habían sido así antes, cuando aun salía con Asthon, pero en ese momento, y debido a sus miradas insinuantes, estaba muy incomodo.

―Me alegro de que pudieran venir, estaba soberanamente aburrido en mi casa y quería pasar el rato con algunos amigos —dijo Asthon con una sonrisa ladeada.

—No hay problema, nosotros también estábamos aburridos —respondió Charles con una sonrisa brillante—. Además de que estamos muy estresados por los exámenes, necesitábamos una distracción urgentemente.

—¿No estas preocupado por tu doble titulación? —me preguntó Asthon.

—No, lo estoy manejando bien —respondí con indiferencia—. He hecho todo lo que podía hacer.

—Eres muy asombroso, no creo que conozca a nadie que sea tan inteligente y dedicado como tu —dijo y había una sonrisa ligera en sus labios.
Decidí no responder a eso, porque no sabía que decir, ni que estaba esperando él que dijera.

Después de eso, comenzamos a caminar de nuevo por loa alrededores, entrando en algunas de las atracciones, y probando muchas de las delicias que estaban en venta.
Sin proponérmelo, no pude dejar de pensar en lo bueno que hubiera sido que Hiroshi estuviera a mi lado en ese momento.

Compraría para él chocolate caliente con nueces y buñuelos de canela, tomaría su mano con la mía y entrelazaría nuestros dedos, perderíamos el tiempo hasta que anocheciera y lo estrecharía entre mis brazos y besaría su nariz roja por el frio mientras vemos las luces de navidad. Después lo llevaría a casa y haría el amor con él suavemente hasta que nos perdiéramos cada uno dentro del otro.

Era una linda fantasía.

Una fantasía que no se cumpliría.

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