Invierno.

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Capítulo 2.

En poco tiempo Hiroshi se convirtió en el príncipe encantador de la universidad.

Era la encarnación de todo lo que las chicas querían, bueno en los estudios, bueno en deportes, dispuesto a participar en actividades extracurriculares, amable, carismático, sonriente y alegre, era el alma de la fiesta y estaba siempre dispuesto a dar una mano amiga.

El sol nacía en su sonrisa y moría en sus ojos.

La perfección hecha persona.
O al menos eso es lo que todos creían.

Pero los seres perfectos no existen, y muy pronto la gente comenzó a notar la pequeña mancha oscura que empañaba la perfección de Hiroshi a medida que los meses transcurrían.

Él era un jugador. Apostaba sentimientos, ganaba placeres y perdía corazones. Una vez que tenía sus ojos puestos sobre alguien, se tenía que dar por hecho que ese alguien acabaría con el corazón roto.

Sus relaciones no duraban mas allá de un mes, cambiaba tan fácilmente de amantes como uno cambiaria de ropa todos los días.

A pesar de su apariencia de niño bueno y sus buenos modales, no escatimaba en recursos para obtener lo que deseaba, y se valía de su carisma para conquistar muchos corazones.

No era especialmente cruel con sus conquistas, daba tanto como recibía, lo que a mi parecer era la razón por la cual, aun sabiendo que resultarían heridas, aun así las mujeres seguían cayendo en sus redes presas de su sonrisa deslumbrante.

Era un playboy descarado, pero no podía caerle mejor el papel.

Hiroshi era uno de los hombres más atractivos que hubiera visto alguna vez, por lo que entendía como las mujeres seguían cayendo por él.

Lo que no podía entender era la sensación de hormigueo que se formaba en mi estomago cada vez que escuchaba su voz, o como mi corazón tenía un latido irregular cada vez que lo observaba.

Eso era lo único que no podía entender.

Dos días después de nuestro encuentro en la cafetería, me senté en el verde césped debajo de la secuoya en el patio de la facultad de letras y fije mi vista en el horizonte, observando la relativa calma del lugar. No muchas personas preferían pasar el rato en los alrededores de la facultad, preferían en su lugar ir a las cafeterías de los alrededores o al patio de la facultad de artes, el cual era más entretenido, pero para mí era perfecto, porque significaba que no tenía que interactuar con las personas, mucho menos después de que había agotado mi cupo de cordialidad y socialización después de las últimas reuniones con Cloe y Rachel. A pesar de que no hablaba mucho con ellas, aun así lograban agotarme mentalmente con su constante palabrería sin sentido, por lo que tener un descanso de ellas me sentaba de maravilla.

Charles se encuentra sentado a mi lado en silencio mientras teclea furiosamente en su teléfono celular. Él es la única persona que la única persona hasta el momento que puede estar sentado a mi lado durante horas sin que yo le diga nada y aun así estar cómodo, y la razón de eso es que él es capaz de ver claramente a través de mí, de ver mis sentimientos como son en realidad y aun así apreciarme.

Conocernos fue como un pequeño milagro.

—¿Qué estás haciendo? —le pregunto cuando me puede más la curiosidad al ver que sus cejas están fruncidas en concentración mientras textea en su celular.

Amores de Estaciones. LGBTQ+ 🌈 #ECA2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora