Parte 14

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*

¿De que servia? ¿De que servia ser un genio? Un IQ alto no servía en aquel momento, no cuando la edad estaba en tu contra, Tony podría ser el próximo hombre más inteligente en el planeta, pero seguía siendo un puberto.

—¿Cómo pudiste?, es solo...es un niño—repetía una y otra vez Howard sin poder procesar por completo la información.

—Era un niño cuando me encerraste en esa asquerosa cárcel que llamabas escuela y no te importo—le reclamo el pequeño, Steve le tomó del hombro para controlarlo, ahora estaban en la sala, y es que Howard no habia podido regresarlos a ver en la cocina porque sentia que devolvería la comida.

—¡Eres un maldito niño!—le gritó Howard y Steve se interpuso entre ambos

—Si vas a gritar a alguien grítame a mi, ya me tiene harto que te desquites siempre con el, no has hecho de su vida mas que tu desahogo de tu propio odio—le dijo Steve firme mirándose fijamente, entonces después de un largo silencio al mayor de los Stark se le vino algo a la mente

—Oh Dios Mio, toda la vida yo...tu...¡tu le cambiabas los pañales por dios!

Si Steve sabia bien que era demasiado horrible si lo pensaba asi, pero, simplemente se sentían bien juntos, como si estuviera destinado a pasar.

—Regresaras a la mansión

—¿Qué! ¡NO!—gritó Tony, una mano agresivamente tomo su brazo, era Howard e intento tomar a Steve pero este simplemente se quedo estatico en su ligar viendo al suelo.—¡Stevib!

La cara que vio Tony, esa mirada azul nunca habia sido fría, nunca, pero en esos momentos estaba congelada, no le miraba directamente pero podía sentir el frio hasta la punta de sus cabellos.

Y es que...el rubio se sentia miserable, Howard tenia razón, era un hombre con una mente perturbada, el era un pervertido, ¿Cómo podía haber vivido asi?, ¿Cómo pensó que eso era normal o sano?

Tony vio el dolor en aquellos ojos frios, y no puso mas resistencia, dejo que Howard lo jalara fuera del departamento no sin antes presenciar aquellas lagrimas salir de las orbes celestes al momento de tambien escuchar su corazón romperse.

—Abrochate el cinturón—ordenó su padre cuando estaban ya en el auto, Howard manejo un par de cuadras antes de romper el silencio en un semáforo rojo.—¿Te das cuenta del monstruo que eres?

Tony no podía creer lo que escuchaba, lo volteo a ver atonito, aun con los ojos llorosos pero sin poder razonar aun todo.

—Destruiste mi vida, a Maria, ahora destruiste a Rogers, ¿no puedes parar Anthony?—El aliento del pequeño pasaba difícilmente a sus pulmones, sentia que se ahogaba—no tienes opción, vendrás conmigo y no volveras a verlo o...o será tu culpa que pase el resto de su vida encerrado, lo van a matar ¡y será por tu culpa!

El pequeño castaño vio a su padre, este le miraba con odio, se marcaban las venas en sus ojos, toda la rabia en su voz, y el menor no quería estar ahí, no quería seguir escuchando todo eso, ¿estar lejos de Steve?, no quería, no podía...

Pero supuso que debía.

Pero no a lado de Howard.

—¿Athony? ¡Tony!—bajó del auto y corrió, corrió y corrió.

*

Cuando se habla de madurez, normalmente se piensa en un numero, en una tarjeta de identidad que rige quien puede beber y quien no, quien puede votar y quien no. Pero ¿Por qué un numero nos dice quien ha madurado y quien no?

Un par de dígitos no pueden decirnos que ha pasado una persona, cuanto ha vivido realmente, porque un viejo pudo haber vivido toda su vida sin conocer el amor, el dolor, el hambre, la felicidad. Porque un niño de la calle pudo haber trabajo a su corta edad mas arduamente, quemándose los pies, dañándose las manos, ese niño pudo haber sudado mas en su vida, de lo que el CEO de equis empresa, en la suya.

Pero entonces porque se sentia tan tan mal que un par de dígitos les separaran tanto si se sentia tan tan bien cuando ni un milímetro de espacio quedaba entre ellos.

La puerta fue azotada cuando Howard entro, encontrando al rubio arrodillado en el suelo mirando este, una parte de el quería golpearlo, quería reclamarle muchas cosas, pero...pero otra parte, la preocupada fue hasta el y le dijo:

—Tony escapo.

*

No fue difícil encontrarlo, a pesar de que ya era oscuro, esa única sombra en medio del patio solitario de la escuela era incomparable, Steve se estaciono no muy lejos y bajo corriendo hacia el cuerpo de pie ahí, sujentandolo con casi todas sus fuerzas, respirando de alivio por encontrarlo, comprendiendo que le habia faltado el aire todo el tiempo que no estuvo con el, porque eso era Tony para el, era como oxigeno, asi de necesario o incluso mas.

Los brazos del menor intentaron alejarlo, sacándolo de sus pensamientos.

—Alejate de mi—pidió, pero no era una demanda, era una suplica, entre sollozos que no cesaban.

—¿Eso quieres de verdad?—preguntó el rubio con un temblor en su voz, porque sabia que Tony podía ser un niño pero si se lo proponía podía bien pensar como todo un adulto. El menor se quedo en silencio y simplemente negó con la cabeza, con unos espasmos por sus sollozos acallados.

—El me dijo...que soy un peligro, que destruyo todo lo que toco, como a mamá—Steve ya habia hablado con Howard y sabia que este le habia dicho cosas nunca pensó que cayera tan bajo como para hacerle sentir asi de mal.—No quiero que te pase nada...el dijo...—sus sollozos se intensificaron impidiéndole hablar y Steve solo pudo acercarse y tomarlo entre sus brazos tratando de consolarlo, pero sabia que el dolor no se iria fácil.

—No pasa nada Tony, yo he decidido estar contigo, no importa lo que pasó, no importa lo que pase, estoy contigo.

—Me dijo que si no te alejaba yo, el haría que te alejaran de mi y que te harían daño y te encerrarían—Cárcel, Howard había amenazado con meterlo a la cárcel, y por un momento temió también como el pequeño pero Howard no lo haría, al final no lo haría.

—Nada me pasara cariño, te lo prometo, pero tu tienes que decidir si quieres irte con el o-

—Con Stevib—dijo interrumpiéndolo colgándose de su cuello con fuerza.—Quiero quedarme con Stevib para siempre.—El pequeño abrió los ojos y detrás de ellos pudo ver esa figura tan familiar y a la vez desconocida, su padre. Tragándose las lagrimas y apretando los puños, Tony instintivamente se separó con miedo del rubio.—Esta aquí—Y Steve pensó que el menor se pondría a llorar, pero jamás podría predecir lo que haría Tony, siempre le sorprendía, como en esa ocasión.

El castaño pequeño se irguió y se dirigió hacia el castaño más alto, el cual hizo puños sus manos evitando cualquier arranque.

—¿Ibas a ser feliz?—comenzó Tony cuando estuvo delante de su padre, este no comprendía.—¿Ibas a ser feliz después de habernos separado?, ¿haciéndonos miserables ibas a estar feliz?

Aquello desarmó por completo a Howard quien arrugó la nariz sin poder verlo a los ojos.

—¡Contesta!—le exiguio el Stark pequeño, demostrando que habia sacado su carácter por completo.

—¡No lo sé!, no pensé en si yo iba a ser feliz, solo pensé en que no soportaba que ustedes lo fueran, fui un idiota pero ya me di por vencido, ya comprendí...—dijo mirando a su hijo y luego hacia el rubio a unos pasos de ellos, después hacia el cielo tratando de buscar a Maria en las estrellas y como si esta le escuchase, la primera gota de lluvia le cayó en una mejilla.—Comprendí que siempre ha sido más tuyo que mío.—dijo con una sonrisa triste, porque esa era la verdad, tanto Anthony como Steve nunca habían sido de Howard, el solo había estado ahí como una parte del entorno, espectador de la escena y ya se había cansado de arruinar la obra, les dejaría en paz.

Porque en el fondo amaba a su hijo y en el fondo estaba feliz que Steve lo cuidara y lo protegiera como solo el sabía hacerlo y el mismo nunca pudo, y estaba feliz de que Tony tuviera a Steve como el nunca pudo tenerlo, que le hiciera feliz como el nunca supo.

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Más tuyo que míoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora