III. Red Hood

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III. Red Hood

El más grandes de los guerreros no tiene nada que ver con la guerrera o su oponente. Todo depende de lo que esconde dentro de sí mismo.

—¿Que tienes en tu cuello?—Preguntó el hombre árabe mirando la cadena que tenía el niño en su cuello.

—Esto es un regalo de mi papá—comentó acariciando el emblema del murciélago.

El hombre árabe miro con odio la cadena, la tomó con fuerza y la arrancó del cuello del niño para arrojarla al océano. El niño vió la acción del hombre y sus ojos empezaron aguarse al ver que su regalo fue tirado como basura

—¡¡NO ESO ME LO DIÓ, MI PAPÁ!!—gritó el niño para luego romper en llanto

Ya no eres el hijo del caballero de la noche ahora pertenece a la liga de asesinos

Mi…mi papá… va a encontrarme—dijo entrecortado—Me salvará

Yo creo que no—dijo con una sonrisa maliciosa, el árabe tomó un comunicador apretó el botón para encenderlo—Preparen la cápsula-dijo a través del aparato

El pequeño de 4 años lo miraba con terror no sabía qué hacer, él solo quería estar en casa con Alfred y su papá. 

Un par de asesinos sujetaron al niño de los brazos, él quiso zafarse pero lo único que tuvo fue un puño en el estómago que lo hizo revolcarse de dolor.

—¡¡PAPÁ SÁLVAME!!—gritó el niño entre lágrimas. Un nuevo golpe se aproximo hacia su rostro dejándole un enorme moretón por encima de su mejilla

Los dos hombres lo metieron a un pequeño cuarto donde había una especie de cápsula, lo colocaron en la cápsula. Sujetaron sus manos y pies con correas para que el niño no se moviera, cerraron la cápsula para luego encenderla. El pequeño miraba los rayos alrededor de su cuerpo empezó a desesperarse, movía su cuerpo para salir de ese lugar.

¡PAPA!¡Alfred!—grito mientras lloraba—¡Slade!—gritaba en busca de ayuda pero nadie escuchaba. Empezó a tener un fuerte dolor de cabeza y su cuerpo empezó a convulsionar, su mente empezó a nublarse y los recuerdos empezaron a llegar.

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Quiero que te quedes con esto—dijo sacándose una cadena de su cuello para ponérsela a su hijo

Pero es tu collar—respondió el pequeño

Esto te protegerá cuando yo no esté

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Debe tener más cuidado cuando maneje la bicicleta joven Jade—dijo El mayordomo mientras le curaba las heridas

Un gato se me atravesó, intenté esquivarlo pero me estrelle con tus arbustos de rosas—dijo quitándose algunos pétalos en su cabello—No tenías porque molestarte en curar mis heridas—confesó el pequeño

Tonterias yo estoy aquí para cuidar de su padre y usted—respondió con una sonrisa

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