Diciotto

546 83 21
                                    

—Narancia, dilo una vez más.

—Ya te lo dije, dar vueltas...

—¡Eso no! —gritó Fugo— Dijiste que el enemigo descubrió nuestro escondite.

—Pero lo vencí enseguida y...

—¡Ese no es el problema! 

—Bucciarati, tenemos que largarnos de aquí —dijo Abbacchio.

—¿Por que? Alice-san ya se encargo del enemigo. Estamos a salvo —contrario Narancia.

—¿Alice-san se ocupo del enemigo? —preguntó Fugo, sorprendido.

—Si. Lo noqueo y dijo que iba a encargarse de él. Parecía muy enojada.

—¡Cabeza hueca! ¡¿Como pudiste dejar a Alice-san sola con ese sujeto?! —gritó Fugo.

—¡No es mi culpa! ¡Lucia muy enojada y tenía miedo de hacerla enojar mas! —chilló Narancia.

—Haciendo caso omiso a eso. Narancia hizo un gran trabajo al detener al enemigo. Creo que hizo lo que debía hacer. Ahora que el equipo de asesinato sabe de nosotros, si el jefe es un hombre sensato, debería darnos una vía de escape.

A pesar de hablar tranquilamente, Giorno estaba muy preocupado por su tía. 

—No creo que debamos irnos sin que nos contacte el jefe —una parte de ello era de verdad lo que pensaba, pero la otra parte era por que no se iría sin su tía. 

—Te crees listo, ¿eh? ¿Ahora eres consejero o que? —dijo Fugo, bruscamente.

—¿Y por que crees que el jefe nos contactara pronto? —le pregunto Abbacchio, sostenía la barbilla de Giorno entre sus dedos—. ¡Tus suposiciones no valen nada!

Una mano agarró la muñeca de Abbacchio bruscamente con una fuerza descomunal.

—Las manos lejos de mi sobrino —dijo de forma amable, pero con un aura asesina.

—¡Alice-san! —dijeron todos sorprendidos al verla. 

—¿Como?

—¡Bucciarati! ¡Creo que recibiste un mensaje del jefe! —gritó Mista, interrumpiendo.

Mientras todos se interesaban en saber el mensaje del jefe, Giorno se quedo junto a su tía.

—¿Cuando fue que llegaste? ¿Y como apareciste de la nada? —preguntó el ojiverde, sorprendido.

—Llegue hace unos minutos. 

—Eso no explica como apareciste de la nada —murmuró.

—Es un secreto. Algún día tal vez te lo enseñe —le sonrió, inocente.

—Tía.

—¿Si?

Los labios de Giorno se separaron, dispuestos a preguntar algo, pero volvieron a cerrarse por unos breves segundos.

—Estaba preocupado por ti.

—Aww Giorno —lo abrazo con cariño. Al separarse acaricio la mejilla de su sobrino con suavidad y amor—. Gracias por preocuparte por mi.

Giorno sonrió de igual forma y coloco su mano sobre la de su tía, la llevo a sus labios y beso la palma de su mano con cariño.

—Te quiero mucho, tía.

—Yo también te quiero, mi corazón.

—Estamos a menos de 15km de Pompeya. ¡Fugo, Abbacchio, Giorno! ¡Los tres iran por la llave de Pompeya! —Interrumpió el pelinegro.

Los ojos de la ojiazul se conectaron con los de sobrino, dando un claro mensaje: "Yo voy a ir y no puedes detenerme." El ojiverde suspiró.

—Mista, Narancia y yo nos quedaremos a proteger a Trish de los asesinos. Consigan la llave y llámennos si les parece seguro. —Se bajo de la camioneta.— Entonces nos llevaremos a Trish hacia el otro vehículo. 

—Cuento con ustedes.

***

—Pompeya, un pacifico y próspero balneario preferido por los romanos. La lava y piroclastos de la erupción del Vesubio la destruyeron de inmediato el 24 de agosto del año 79. 

La rubia escuchaba con interés la narración de Fugo. 

—Los arqueólogos descubrieron que las casas, calles, botellas de vino e incluso rastros de carretas se conservaron tal y como eran durante la erupción 1800 años atrás. El mosaico del perro que buscamos está por la entrada de la casa del Poeta Trágico de Pompeya. 

—Vaya Fugo, eres muy bueno en historia —halagó Alice, sonriente como siempre.

—Muchas gracias, señorita Giovanna. —La rubia sonrió contenta al ser llamada de tal forma.— Pero permitame preguntarle una vez más, ¿por que nos esta acompañando? Es una misión muy peligrosa.

La ojiazul cerró los ojos con una leve sonrisa en los labios.

—Vine para no perder de vista a Giorno. Y también porque me preocupa que salgan heridos. Si algo pasa puedo ser el AS bajo la manga. —Sonrió inocentemente.

—Es muy amable de su parte, señorita Giovanna. Pero aún así es muy peligroso —insistió Fugo.

La joven solo soltó una pequeña risa, que llamo la atención de los tres hombre que la acompañaban.

—Fugo, hace poco debías girar a la izquierda, no a la derecha —dijo Giorno tras unos segundos de silencio.

Fugo frenó la camioneta abruptamente, haciendo que todos se inclinaran hacia adelante. Pero Abbacchio fue precavido y envolvió uno de sus brazos bajo el pecho de Alice para que la rubia se mantuviera en su lugar. 

Alice le sonrió con agradecimiento pero él actuó como si no le importara. Pero por dentro estaba rebosante de orgullo y alegría.

—Debiste avisarme antes, Giorno. ¿Que sentido tiene hacerlo cuando ya gire?  

El ambiente estaba tenso y hasta Alice empezó a sentirse nerviosa.

—Es como dices. Perdón. Tendré mas cuidado.

—¡Ese no es el asunto en cuestión, maldita sea!

Antes de que empeorara, Abbacchio pateo el asiento de Fugo desde atrás.

—Oye, Fugo. Tenemos prisa, no pierdas los estribos.

—¡Ya lo se!

—Y se un poco mas educado. Recuerda que hay una dama con nosotros —regaño el pelilila.

El muchacho se avergonzó de inmediato y volteo a ver a la rubia.

—Lo siento mucho, Alice-san.

—Ah, no te preocupes. Estoy acostumbrada. Un conocido mio tiende a ser muy grosero —se rió con dulzura, recordando a Jotaro.

Y sin más que decir, retomaron el viaje.

***

Mientras tanto, en Japón.

—¡Achu!

Jotaro se frotó la nariz.

—¿Quién es la perra que esta hablando de mi?

Guardian Angel [Vento Aureo]Where stories live. Discover now