Guardian Angel [Vento Aureo]

Quindici

A la mañana siguiente, Alice acompaño a Giorno hasta la cárcel, en el trascurso diciendo que sabía que todo era parte de su sueño de convertirse en Gangstar y que lo apoyaría hiciera lo que hiciera. 

Giorno le agradeció, tomando sus manos y besándolas con suavidad, diciendo que no merecía a una mujer como ella.

Tras salir de la cárcel, ambos fueron acompañados con Bruno que al verlos juntos, intento disuadir a Alice para que esta se tomara el día, pero esta lo interrumpió, diciendo que ya sabía que ayudaba a su sobrino a cumplir su sueño y que por ende, sabía que Bruno era miembro de la mafia. 

Los tres caminaban en silencio hacia el restaurante donde conocerían a la pandilla del pelinegro.

Mientras tanto, Bruno hablaba tranquilamente con Alice mientras que Giorno le dirigía miradas asesinas al pelinegro. Pero Bruno no les daba demasiada importancia, ya que estaba concentrado completamente en la mujer a su lado. Ella era tan bella y carismática. Volvería a loco a cualquiera con su sonrisa.

Finalmente los tres llegaron a un lujoso restaurante. Antes de entrar, Bruno abrió la puerta del local y dijo:

—Las damas primero.

Alice se sonrojo e ingreso con una tímida sonrisa. Giorno la siguió, dándole otra mala mirada a Bucciarati.

Era muy obvio que estaba celoso.

Alice no era tonta. Lo notaba. Pero por alguna razón le gusto que Giorno fuera celoso con ella. Le recordaba a...

"Dio."

Rápidamente, la ojiazul se excuso y fue al baño.

Luego de unos pocos minutos la rubia salió del baño y se dirigió hacia su sobrino. Al comenzar a acercarse empezó a escuchar insultos y esas cosas.

"Había olvidado lo vulgares que podían ser."

Silenciosamente, Alice se coló tras de Giorno. Dicho muchacho la vio y le sonrió.

—¡Oigan, dejen de ser tan vulgares! Alice llegará en cualquier momento —gritó Bruno.

—¿Alice?

—¿Una chica? —preguntó Mista, emocionado.

—¿Quién es? 

—Es mi tía —respondió Giorno antes de hacerse a un lado y dejar ver a su amada tía.

—Hola —saludo Alice tímidamente.

Todos se quedaron callados y con las mejillas rosadas al verla. Lo único que pensaban era que un ángel había bajado a los cielos y estaba frente a ellos en ese preciso momento.

—Ella es Alice Joestar. Sean amables y respetuosos con ella —dijo Bruno. Aunque ciertamente era una advertencia.

—Señor Bucciarati. Tiene una llamada.

—Ya voy —volteó hacia la pandilla—. Mientras no estoy, preséntense. 

Todo quedo en silencio unos segundos. Alice y Giorno permanecieron parados juntos.

Tras unos minutos, los meseros agregaron sillas a la mesa.

—¿Te sientes cómoda, tía? —preguntó Giorno, sentado a su lado.

—Si. No te preocupes —le sonrió dulcemente.

—Señorita Joestar. Si puedo preguntar, ¿como es que una señorita de usted termino en Passione? —preguntó Fugo.