5| Kyle Bennet

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CAPÍTULO V
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—¿Disculpa? —pregunto con curiosidad al ver que entra por mi puerta—. Denisse no está.

—No vengo a buscarla. —Se sienta en uno de los bancos en la isla, la cual está llena de mis hojas de francés y con mi plato de comida, se inclina hacia adelante para colocar sus codos sobre sus rodillas—. Vengo a darte la bienvenida —dice mientras una sonrisa se forma en sus labios.

Lo observo detenidamente y me doy cuenta de lo atractivo que es; es un chico bastante alto, incluso más que yo, tal vez seis pies y algo, supongo que tiene entre veintitrés y veinticinco años, su complexión es delgada aunque unos músculos se asoman por la camisa de mezclilla que lleva puesta ahora. Su rostro es alargado y alegre, sus ojos color miel y su corto cabello castaño lo lleva hacia arriba con un ligero toque de gel aunque se ve despeinado, gira a la derecha y noto que en sus orejas lleva unos AirPods, sus dedos comienzan a dar pequeños toques en su pierna.

—Muchas gracias. —Finalmente hablo con una sonrisa.

—¿Qué es todo esto? —apunta hacia mis hojas y sus ojos se posan en mi plato de pasta que estoy segura está frío ahora—. ¿Pasta con camarones? —asiento lentamente—. Mi favorita.

Dudo algunos segundos en si ofrecerle comida, digo, es la primera vez que hago esa pasta, no tengo idea si es deliciosa o no; sin embargo, opto por ofrecer.

—¿Quieres? —digo acercándome a la estufa donde tengo el resto de la pasta.

—¿No me vas a envenenar? —contesta girándose sobre el banco mientras coloca ambos brazos sobre la mesa y entrelaza sus manos.

Suelto una pequeña risa.

—Está bien que me hiciste creer que eras el profesor en la mañana... —suspiro y tomo el plato de los gabinetes superiores—. Pero no estoy loca —río y termino de servir la pasta sobre el plato—. Y dime, Kyle, ¿sueles entrar a departamentos de personas que no conoces así como lo hiciste hoy?

—No, definitivamente no. —Mueve su cabeza de un lado a otro con una pequeña sonrisa—. Estoy acostumbrado a que Denisse me deja entrar así. —Coloco el plato enfrente de él y saco una limonada del refrigerador—. Lo siento. Huele delicioso.

—Espero no te haga daño. —Ambos reímos y él termina de servir la limonada en los vasos y me extiende uno—. Gracias.

Espero a que él dé el primer bocado, toma su tenedor y comienza a picar la pasta, hace muecas al no poder agarrar un camarón para combinarlos. Finalmente lo logra y lo lleva a su boca.

Lo imito y creo que fue lo peor que pude haber hecho, ambos nos miramos un segundo y continuamos moviendo nuestros ojos de un lado a otro con la esperanza que uno diga algo.

—Está delici... —comienza a hablar.

—No mientas. —Lo interrumpo—. Esto sabe horrible.

—Quizá un poco... —Una sonrisa se forma en sus labios—. Creo que la pasta está sobre cocida.

—Creo que sí. Debí distraerme mientras hablaba con mi mamá. —Comenzamos a reír—. Los camarones no están mal... podemos comer eso.

—No están mal pero... —pica uno de ellos con su tenedor y lo mete a su boca—...creo que sería mejor sí salimos a comer a un lado. No se te vaya a quemar la próxima cosa que hagas. —Suelta una carcajada.

A través de un beso © [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora