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El pequeño osito color añil sentía una pequeña desesperación con el pasar de los días, cada dia mas presente. Siempre amanecía con aquella mirada vacía, sus ojos marrones cansados de llorar demostraban las noches sin dormir dónde solo llamaba a aquel osito color dorado, con su voz temblorosa y casi afónica, dónde lo había estado gritando aquel nombre, pero hasta ahí. Estaba cansado, cansado de todo.

Ventiocho días sin tener contacto con su "esposo", era obvio que el ya no volvería y aunque sabía que no merecía tenerlo, lloraba por el, sabía que lo había perdido pero no quería creerlo, no estaba listo para eso, al menos no hasta la noche anterior.

Esa noche no lloró, ni siquiera gritó, no maldijo una y mil veces su idiotez, esa vez no. Finalmente había dejado descansar su voz y sus ojos, además de su mente, que incluso un dolor de cabeza había aparecido desde hace una semana y no lograba calmarse con nada. Al menos intentó dormir con la mente en blanco, sin pensar.

A la mañana siguiente se levantó de forma desganada, dirigiéndose a la cocina a preparar un desayuno rápido, al menos ya había terminado todos los encargos que le habían dejado, para después avisar que cerraría el taller por un tiempo, sus amigos entendieron, después de todo una que otra vez habían escuchado los lamentos del pobre osito, que tampoco quería hablar.

Se llevó a la boca una rebanada de pan tostado, sosteniendolo con los labios como pudo mientras masticaba, ambas manos estaban ocupadas, intentando escribir con claridad en aquella pared cerca de la puerta de entrada, no le dió tiempo de ir a conseguir papel y solo tomó lo primero que encontró en la cocina.

Al terminar de plasmar su mensaje dejó lo que restaba de su "desayuno" en la mesa, soltando un suspiro largo, caminó lentamente hacia la habitación que alguna vez había compartido con Funshine, tomando del armario una de sus gorras, volviendo a respirar un poco su aroma, sin poder evitarlo soltó un par de lágrimas, se secó rápidamente y dejó un besito en la prenda, dirigiendose con lentitud hasta el baño.

Encendió el grifo de la bañera con intenciones de llenarla, mientras esperaba se sentó en el retrete con la tapa abajo, aún sosteniendo aquella gorra, sin intenciones de soltarla.

Al verla llena ni siquiera se dignó a apagar el grifo, metiéndose a la bañera aún en pijama, hizo una pequeña mueca al sentir el agua fría en sus dedos recién cortados, no tenía un marcador a la mano, por lo que decidió cortar un pedazo de piel de un par de sus dedos para escribir en la pared.

Se mantuvo sentado durante algunos minutos, la gorra ya estaba mojada ya que estaba en sus manos, aún así aún estaba pensándolo, no le veía sentido a su vida si iba a ser asi siempre, tan gris sin aquel oso de pelaje dorado...
Incluso su propio pelaje había perdido un poco de color, además de que su aura ya no era animada... Ni gruñona, o algo que pudiera expresar, solo miraba gris, y justo como dijo antes, no sería capaz de ver al rubio con alguien más, no era tan valiente, prefería terminar con aquello antes de que sucediera lo que temía.

Finalmente se sumergió por completo, cerrando sus ojos para olvidar todo a su entorno, manteniendo siempre aquella prenda cerca de su cuerpo, la suave tela de la gorra le transmitía un poco de calma, además de que con su otra mano acariciaba el anillo que aún portaba en su dedo anular.

Volvió a recordar las tantas veces dónde el rubio le regañaba por no irse a la cama antes de que saliera el sol del siguiente día, la primera vez que durmieron juntos, cuando desayunaban juntos, los dulces besos que le daba en las mañanas cuando el intentaba hacer el desayuno para el de pelaje dorado, el día cuando le defendió de su propia madre, que se había negado a su relación, el día en que se casaron, dónde juraron amarse por la eternidad.

Sus finas lágrimas se mezclaron con el agua desbordante de aquella bañera, poco a poco iba dejando su mente en blanco, no quería salir a respirar, aún esa desesperación por aire no era tan fuerte como para hacerle caso, además de que ya no tenía fuerzas para intentarlo, a lo lejos alcanzó a percibir una suave voz llamándole, para luego dejar de poner atención, quedándose fuera de si...

[...]

El rubio ya desde hace bastante tiempo había querido volver, solo que la vergüenza le dominaba. Se sentía un idiota por haber tratado así a su esposo, había hecho demasiado drama para aquello, al menos eso pensaba el, aunque Tender y la pareja de este le dijeran que estaba equivocado y había estado bien que lo pensara antes.

Finalmente aquel día se levantó bastante temprano, intentando hacer un buen desayuno, se había enterado que Grumpy tomaría un descanso del taller por lo que vió una buena oportunidad a aquello, al menos tendrían privacidad.

Acomodó todo en un tupper algo grande, para luego emprender camino hacia la casa donde había estado viviendo con su esposo, sacó la llave que se había llevado para abrir, aunque claro intentó no hacer ruido al cerrar, quizás el menor estaría dormido.

- ¿Grumpy? - Susurró con una voz algo suave, aunque claro suficiente audible.

Algo inusual en una pared cercana le llamó la atención, alarmandolo al notar aquel tono carmesí, se preocupó aún más al notar que seguía algo húmedo, además de que aquel mensaje era obviamente algo referido a un lamento.

Dejó lo que llevaba en la mesa, notando aquel cuchillo un poco manchado de rojo, eso lo asustó aún más, comenzando a buscar a su pareja, aunque al estar cerca del bañó un charco lo detuvo, rápidamente abrió la puerta, encontrandose al más bajo en la tina.

De forma inmediata lo sacó, acostandolo en el piso para comenzar a aplicar RCP al menor, de forma desesperada para luego pasar a la ventilación y repetir. Después de algún tiempo sin ver frutos la desesperación era más que obvia, provocando que incluso el mismo sintiera la falta de aire, sin embargo continuó con su objetivo, intentando gritar por ayuda mientras lo hacía.

[...]

— Eres un idiota — Se escuchó la voz del rubio, estaba sentado a lado de aquella cama de hospital, el menor ya estaba conciente, aunque igual de confundido por todo.

— ¿C-Como...?

— ¿Cómo me enteré? Llegué y lo primero que ví fue la maldita pared con sangre, ¿En qué mierda pensabas? — Habló totalmente enfadado, obviamente estaba preocupado pero no podía entender el porque de aquello.

— ¡En ti, y-yo no puedo vivir sin ti! N-No soy capaz de verte con alguien más... — Gritó con la voz temblorosa, sintiendo su piel erizarse por completo.

Funshine guardó silencio por aquello, ahora sí se había pasado de idiota, la culpa era suya totalmente, por su culpa su pareja había atentado contra su vida, lo que menos quería era lastimarle de esa forma...

Se levantó del asiento, inclinandose para besar los labios ajenos, dejando un piquito en estos, aunque no pudo evitar besarlo repetidas veces.

— S-Solo quería tiempo, dije cosas que podían malinterpretarse y ahora estás así por mi culpa... — Se lamento ahora sintiendo ganas de llorar.

Grumpy igual estaba llorando, aún así solo jaló la chaqueta mojada del mayor para besarlo de nuevo.

— ¡C-Cambiaré por ti, te prometo Q-Que no peleare más! P-Pero no me dejes... p-por favor — Rogó entre llanto, sin distanciarse mucho del rostro ajeno,

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Mierda total jsjsks.

-Alexandra.

Cortos. [Grumpy x Funshine]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora