Capítulo 14

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Hicieron el amor en repetidas ocasiones aquella noche. El fuerte aguacero no amainaba por lo que ella le pidió que se quedase no solo ese día sino todos los que él quisiese.

— ¡Joder!— exclamó Aniole aquella mañana frente al espejo del baño mientras Gael tomaba una ducha. Hacía ya tres días que él después del trabajo iba directo a casa de Aniole. Tres días durmiendo juntos, abrazados después de intensas jornadas de sexo. No se cansaba de hacerle el amor hasta entrada la madrugada, era imposible saciarse de ella. Era afrodisíaca.

— ¿Qué ocurre preciosa?— interrogó él sacando la cabeza por un lado de la cortina para verla.

— ¡Parezco un oso panda!— chilló ella divertida apartando la vista del espejo para mirarlo a él— ¡Mira qué ojeras tengo!— dijo señalando sus ojos.— A este paso vas a absorber toda mi energía como un íncubo— exclamó divertida provocando que él soltara una sonora carcajada.

— Estás preciosa cariño— convino él saliendo desnudo para abrazarla por detrás y mirarse ambos a través del espejo— Eres mi panda favorito.— bromeó él para darle un delicado beso en el cuello, y que encendió el deseo en los dos nuevamente.

Como era domingo y tenía libre el día decidió pasarlo con ella. Entre los dos prepararon algo para comer. Gael instaló el plasma en el cuarto y vieron varias películas.
— ¿No sabía que tocaras guitarra?— exclamó él con excitación al ver dicho instrumento colgado en la pared y que hasta ese momento no había reparado. Se levantó de la cama y la tomó en sus manos para comprobar que estuviera afinada tocando algunos acordes.

— Era de mi hermano— respondió ella sonriendo al ver el brillo de excitación en los ojos de él— Cuando se fue a vivir con mis padres a España la dejó.

— ¿Por qué nunca te fuiste con ellos?— preguntó Gael con curiosidad dejando de afinar la guitarra para mirarla y con el temor de un futuro incierto si ella decidía irse para estar con su familia.

— No sé— respondió ella con la mirada perdida en la nada— Me gusta vivir aquí. Aquí nací y crecí. Supongo que amo a mi Cuba con sus defectos y virtudes, es como mi madre adoptiva— sonrió y se encogió de hombros para luego mirarlo a él y besarlo— y ahora estás tú, otra razón para quedarme.

— Me tranquiliza escuchar eso— añadió él respirando nuevamente— Te confieso que no sabría qué hacer si me faltas algún día. Pero si en algún momento decides irte para estar con ellos lo entenderé. Solo con que seas feliz tengo suficiente.

— Soy feliz ahora, aquí contigo. Eso no cambiará.
El beso que vino después sirvió como sello a aquella confesión de ambos.— Siento como si te conociera de siempre— añadió ella— Como si en otra vida nos hubiéramos amado y aún a través del tiempo, en esta vida sigamos destinados a estar juntos. A conocernos.

— Me pasa lo mismo— convino él— Contigo siento paz y puedo ser yo mismo.

Gael comenzó de nuevo a tocar las cuerdas de la guitarra que tenía en sus brazos.
— ¿No tenía idea de que supieras tocar esa canción?— exclamó ella  reconociendo la melodía de inmediato y sonrió cuando él se la dedicó y comenzó a cantar al compás de la música.
¡ Por Dios! Gael tenía una voz hermosa y cantaba fenomenal. Quedó prendada y absorta a cada nota y con cada letra:

Como una paloma que entra por mi ventana, se posa en mi silla tan quieta como si nada.
Se queda tranquila reposa, grita y me habla.
Preciosa tus ojos parecen hechos de cielo. Bonita yo sé que has venido a decir que me extrañas y el aire te trae como a una fragancia, y así sin respirar pasan las horas. La próxima vez que te vea, será entre mis brazos.
De nube es el blanco, que arropa tus pupilas, son grises si llueve y cuando hay tormenta son negros tus ojos, mi vida. De nube es blanco que arropa tus pupilas, son grises si llueve y cuando amanece parecen de cielo tus ojos mi vida.
Yo sé que un recuerdo profundo de amor nunca muere. Que vive por siempre y se esconde entre lo inexplicable.
Tal ves el señor concedió tan perfecto deseo, tal ves preferiste volar y ser libre, y tarde o temprano realizarás ese sueño.
Vendrás a mi vida con tantos “ te quiero” y así sin respirar pasan las horas la próximas vez que te vea. Será entre mis brazos.

Aniole lo acompañó ahora en el hermoso estribillo. Definitivamente era una canción escrita por Descemer Bueno e interpretada por él y Eliades Ochoa de manera magistral. Pero en la voz de Gael sonaba tan bien que no pudo reprimir las lágrimas que se agolpaban en sus ojos por la emoción.
— Eres mi paloma, mi preciosa— musitó Gael soltando la guitarra para ponerla en el suelo con cuidado de no dañarla y corresponder al abrazo de Aniole, a sus besos.

— La única diferencia es que no necesito volar y ser libre para regresar a ti— añadió ella cerca de los labios de Gael— Te quiero, Gael.

— Y yo Aniole— respondió emocionado— Y yo. No sabes cuánto. Que Dios me perdone por lo que voy a decir ahora pero bendito coronavirus y bendita cuarentena porque gracias a eso te conocí.

— En una cola— dijo ella con ironía y ambos comenzaron a reír.

El amor en los tiempos de la covid-19Donde viven las historias. Descúbrelo ahora