Pánico

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Al abrir los ojos, mi habitación estaba oscura y desordenada, las paredes estaban grises,  como si un huracán fuera destrozado la casa. La cama de mi hermana estaba vacía. No quería abrir la puerta de la habitación, el miedo recorria mi espalda, pero al escuchar un grito agudo tuve que levantarme de la cama.

— Anastasia tú puedes — me dije para mi misma, debía dejar el miedo a un lado, ¿y si mi familia está en peligro?

Camine despacio, la casa estaba destrozada, mientras bajaba las escaleras se podía escuchar la madera crujir.

— SOCORRO — se escuchó un grito agudo por toda la habitación.

Corrí hasta el grito de auxilio, mis piernas temblaban al ver aquella escena, mi hermana estaba tirada en el suelo, alguien esta encima de ella, intentando romperle la piel con las uñas.

— Dejala en paz — me lance sobre ella. Cuando el sujeto levantó la cabeza, mis ojos impactaron en ella, era yo, ese monstruo era yo, tenía mi cara.

Mi brazo me empezó a doler.

— Anastasia levántate — era la voz de mi hermana.

Abrí los ojos nuevamente, Tatiana estaba a mi lado agarrándome del brazo. Había tenido una pesadilla, pero parecía todo tan real.

— Anastasia, tranquila — dijo Tatiana sin soltar mi brazo — ¿qué has soñado?

— prefiero no contarlo, ha sido una estúpida pesadilla — dije más calmada.

—Tenemos que ir a comprar — dijo Tatiana esta vez soltó mi brazo — todo el mundo está en pánico, van a declarar el estado de alarma, no se cuando, pero la abuela sospecha que cierren los supermercados.

— ¿hablas enserio? — me levanté de la cama para dirigirme al baño, ya no sentía ningún dolor en la piel.

— muy en serio — dijo Tatiana levantándose dolorosamente — sigo quemada.

Me mire al espejo, y afortunadamente mi rostro no tenía ninguna señal de haberme quemado, ni siquiera me dolía. Empecé a tocarme la cara con mis manos, pero nada. Más que afortunada es extraño. Yo sentí dolor, cuanto más fría estaba el agua más dolor, y luego vi la quemadura. Puede que estuviera estresada, pero yo sentí que me hice demasiado daño.

— vamonos — dije algo confusa a Tatiana — ve bajando tardó unos segundos en vestirme.

— vale

Ordene la cama vagamente, no me preocupe en elegir una vestimenta, cogi cualquiercosa, mire la habitación, toda la casa estaba decorada al estilo ochentero, menos los muebles de esta habitación y los electrodomésticos. La abuela nunca le ha gustado lo moderno, a ella le encanta el color amarillo y decorar las paredes de la casa con papel con estampados de flores.

De camino al supermercado más próximo, aquel donde trabajaba un chico joven, tardemos en llegar menos de cuarenta y cinco minutos. Esta vez conducía ella, y no iba relajada.

— Chicas, quiero que compréis lo necesario, nada de tonterías. — dijo la abuela mientras aparcaba el coche. — Comprar como si las tiendas cierran durante un período largo.

Mi hermana y yo crucemos miradas, estábamos algo preocupadas, ¿y si nuestra abuela estaba loca? o ¿hay un ataque zombie? si hubiera zombies, prefiero morir, no aguantaría ni un segundo.

— No te preocupes abuela — dijo Tatiana apoyándola — Anastasia y yo estamos preparadas para un invasión zombie.

— Que estemos viendo series de zombies, no nos convierte en una supervivientes — suspire.

— Somos las mayores fan, hemos visto todas las películas y series — Tatiana hablaba muy segura de sí misma — sabemos que tenemos que comprar comida en lata.

Y así fue, el supermercado estaba repleto de gente, se podía ver el pánico, si en un pueblo ya estaban como si mañana se acabara el mundo, no quiero ni imaginarme como estará la ciudad. No tardemos mucho en comprar, ya que casi no había comida. Lo que más compremos fue harina, atún, y latas de comida. No he visto nada de lo que está pasando, se que hay multitudes de videos, pero no tuve interés, en cuanto llegue a casa lo miro.

Esta vez, a la vuelta a casa tardemos menos tiempo, teníamos prisa ya que nos tocaba hablar con mamá. Y estamos preocupadas, seguramente ya esté en casa y haya acabado su jornada de trabajo.

Cuando lleguemos, entremos directamente al salón si ordenar la comida ni sacarla del coche, mi abuela estaba nerviosa aunque intentaba ocultarlo, en cambio Tatiana estaba tranquila. Todas esperábamos a que mamá aceptara la llamada, cada segundo era un eternidad para nosotras.

Hasta que por fin la vimos, extrañamente ella seguía en bata en su trabajo, esta vez en una habitación que no conocíamos pero sabíamos de sobra que era del laboratorio.

— Maldita sea — murmuró la abuela como si supiera lo que iba a contar Evelyn.

— ¿mama? — dijo Tatiana.

— No tengo mucho tiempo — hablo por fin Evelyn — el laboratorio ahora mismo es un caos, no entiendo muy bien lo que está sucediendo — mi madre tragó aire y continuó hablando en voz baja — son ellos.

— ¿Ellos qué? — interrumpió Tatiana.

— Los del laboratorio, son los encargados de las catástrofes que han estado sucediendo.

— ¿qué está pasando? — pregunte confusa.

— Ahora mismo estoy encerrada, más bien escondida con unos compañeros — mi madre estaba a punto de llorar — casi nos matan, hemos escapado, pero seguimos aquí dentro, sin las llaves para poder salir de aquí.

Después de decir aquello, hubo un silencio, ninguna de nosotras podía reaccionar.

— Lo siento — dijo mi madre, más que un perdón sonó como una despedida.

Quería hablar, pero mi garganta me lo impedía, mis piernas volvieron a temblar.

— Iremos a por tí — dijo la abuela. — ¿sabes dónde podemos conseguir las llaves?

— Es peligroso mama — dijo Evelyn — sabes perfectamente de lo que hablamos.

— No vamos a dejarte ahí sola, te rescataremos — dijo Tatiana.

— Iré yo — dije, la abuela aunque parece una mujer fuerte, ella no lo lograría. — soy la única que estuvo una vez en tu trabajo — aunque ya ni me acuerdo de nada, fue hace muchísimo tiempo.

— No quiero que os arriesgueis por mi.

— ¿no puedes salir de la habitación? — preguntó la abuela.

— no, la puerta se abre mediante una llave y con las prisas de huír de una escena aterradora nos escondimos sin las llaves. Más bien un compañero nos salvó, pero su targeta... dejo de funcionar. Las únicas que tengo son unas que están en casa. Una copia.

— Aunque no lo aceptes, Anastasia y Tatiana irán a buscarte. — dijo la abuela — se que pueden lograrlo, son cuidadosas y se protegen unidas.

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