Capítulo 2

40 10 12
                                    

Cuando pasamos a primaria Camilla e Izan se llevaban muy bien con los demás de la clase, yo en cambio no hablaba con nadie más. No porque no quisiera, sino porque me daba miedo que me rechazaran por ser tímido y no saber de qué hablar.

Cuando tenía 7 años Izan me llevó con él a la pista de fútbol. Allí estaba Camilla y otra chica más que no recuerdo cómo se llamaba. Izan quería crear un equipo para juzgar al fútbol contra los otros chicos de la clase. Después de pasearse un rato por el recreo reclutó a dos alumnos más, un chico que era bastante pequeño para tener 7 años y una chica que solía estar siempre recogiendo flores. En total éramos 6, el mismo número que el otro equipo. Izan llamó al capitán del otro equipo. Sí me acuerdo del nombre de este chico, demasiado bien. Se llama Sebastián, era de nuestra clase, parecía mayor que nosotros, pero tenía nuestra edad. Era el más alto de la clase y siempre se creía superior al resto. Yo nunca me había atrevido a hablar con él.

- Ya tengo a mi equipo - le dijo Izan felizmente ilusionado - ya podemos jugar al fútbol.
Sebastián se rió a carcajadas y miró a sus amigos para que rieran también.
- ¿Este es tu equipo? -se acercó a cada uno de nosotros.- El enano, mudito, y lo mejor, las niñas. - Se empezó a reír a carcajadas.
- ¡Oye que sea una niña no significa que no pueda jugar al fútbol! - gritó Camilla.
- ¡Eso podemos jugar a lo que queramos! - respondió la amiga de Camilla.
- Ellos son mis amigos y queremos jugar ya somos seis déjanos jugar - dijo Izan decepcionado.
- ¿Y si no quiero qué? - dijo Sebastián - ¿Me vais a pegar tu grupito de inútiles y tú?
- P-pero tenemos derecho a-a jugar,l-la pelota no es tuya - dijo Izan con lágrimas en los ojos, ver a mi mejor amigo así me hizo sentir muy enfadado.
- Largáos - dijo Sebastián empujando a Izan, él se calló al suelo y empezó a llorar.

- ¡Mirad como llora es una nenaza! - Sebastián se burlaba de Izan y yo quería hacer algo para que le dejase en paz

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

- ¡Mirad como llora es una nenaza! - Sebastián se burlaba de Izan y yo quería hacer algo para que le dejase en paz.

En ese momento creo que perdí los nervios por la ira y hablé por primera vez con alguien de mi clase que no era ni Izan ni Camilla.

- ¡Qué dejes jugar a mi amigo! La pelota no es tuya.

No sé que espíritu guerrero entró en mi pero le quité la pelota de las manos y se la di a Izan.

- ¿Pero qué haces mudito? la primera vez que hablas y es para decir tonterías. ¡Devuélveme la pelota!

Sebastián me agarró de la camiseta y me tiró al suelo. Conseguí poner las manos antes de dar con la cara en el suelo. Pero no había acabado aún. El chico se subió encima mía y cogió tierra del suelo y empezó a echarme la por la cara y dentro de la ropa. No podía moverme ni hacer nada.
El chico pequeño y la niña de las flores salieron corriendo asustados, la amiga de Camilla fue a buscar a alguien y Camilla estaba con Izan gritando.

- ¡Déjale en paz! ¡No te ha hecho nada!

Izan se levantó para intentar parar a Sebastián pero uno de sus amigos lo tiró al suelo.
Un amigo de Sebastián llegó corriendo y avisó de que venía una profesora. Sebastián se levantó y se fueron todos corriendo. Izan y Camilla se acercaron rápidamente. Los tres estábamos llorando asustados. Yo tenía arena metida por dentro de la ropa y por la cara, incluso había tragado un poco de arena. No podía parar de llorar, quería irme y no volver a ver a ese niño nunca más, pero eso no fue posible. Lo único que hicieron los profesores fue expulsarlo tres días.

Una profesora llamó a mi madre y a los padres de Izan y Camilla, mi madre estaba trabajando y no podía recogerme. Como a Camilla no le habían hecho nada sus padres, que no podía ir a recogerla, decidieron que se quedará allí. Los padres de Izan hablaron con mi madre y me llevaron con ellos.
Cuando llegamos a su casa me curaron las heridas y me bañaron, también me dejaron ropa limpia de Izan ya que la mía estaba llena de arena. Los padres de Izan fueron muy simpáticos conmigo, la madre es abogada y el padre investigador.
Cuándo ya nos habían curado las heridas nos pusimos a comer mientras hablábamos de lo que había pasado. Los padres de Izan me dijeron que había sido muy valiente y que era un buen amigo, aunque yo no sentía lo mismo, me alegré de que me dijeran eso. Me pasé toda la tarde jugando con Izan en su casa y haciendo locuras. Izan me prometió que no iba a dejar nunca más que Sebastián me hiciese daño. Yo le dije que me daba miedo pero tampoco le dejaría que le hiciese daño a él.
Aunque parte de mi estaba triste y asustado por haber recibido una paliza, otra parte estaba feliz por el tiempo que estaba pasando con mi mejor amigo.

El Diario de EllaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora