Capítulo 5.

238 12 0
                                    

Me fije que nadie más haya escuchado eso y la miré.

-Espera, para ahí mamá. -Dije enseñándole la palma de mi mano.
-No, es que no puedo. Siento que voy a morirme, yo necesito saber de ella, necesito saber que está bien...Que está viva.

Sonó su celular.

-¿Sabes algo de Olga? -Ella escuchaba atentamente.- Mira, yo entiendo que quieras a tus hijos contigo, pero están bien aquí, yo los estoy cuidando...Está bien, pues si los quieres contigo entonces me tendrás a mi también. NO pienso despegarme de ellos. -Colgó.
-¿Y?
-Y que tu padre puede hacer todo el berrinche que le de la gana. Tu te quedas, no quiero meteros en más líos.
-QUE VA -reí incrédula.- DE NINGUNA MANERA, YO VOY CON CHISCA ME HAS OÍDO?. -Me planté de tal forma que sólo suspiró.

Había ganado.

Subí sin el desayuno, me metí a mi closet y llené un bolso con lo primero que encontré.
Me acerqué a Chisca y comencé a despertarla de nuevo acariciándole el cabello.

-¿Qué pasa?. -Ella me miró con cara de tragedia.
-Nos vamos, levántate. Tu padre mandará por nosotros. -Ella no entendía.- Qué nos vamos a Italia joder. -Comencé a juntar sus cosas.

La pobre estaba atontada por el sedante.

-Laura POR FAVOR. -Mi padre reventó un vidrio. Nosotras saltamos.
-Nacho, rompe todo lo que quieras, me importa una mierda, y aprecio el hecho de que te pido tu opinión en ésto... NO DEJARÉ A OLGA. -Ella retrucó.
-Joder, porqué sois tan tercas. OS PODÉIS MORIR, pero no puedo prohibiros nada. -Él se rindió.
-Iremos con toda la seguridad que nos pongas, tranquilo cariño. -Ella bajó el tono de voz.
-Si algo os pasa, si OS TOCAN UN PELO, juro que colgaré a Domenico de los huevos y pediré la cabeza del gilipollas de su hermano. -Él resopló.

Yo tragué saliva.

-Eso fue un sí?. -Chisca preguntó.

Al cabo de una hora ya estábamos todos listos en el Aeropuerto, menos Luca, Lisandro lo traía al hombro porque al imbécil le dio por mezclar el sedante con whisky, y estaba más muerto que vivo.

-Prestadme atención. Lisandro, Nicolas, Félix y Álvaro id con mi esposa y mi hija, hay más hombres en la casa de Sicilia, coordinad la seguridad con ellos, quiero que se reporten conmigo cada una hora una vez que habéis pisado suelo italiano. -Mi papá se giró hacia nosotras.- Princesa, quiero que recuerdes todo lo que te enseñé, solo...Por si lo necesitas. ¿Ok?.
-Si papá.
-Y Laura, sabes que confío en Domenico, pero la gente...-Lo interrumpió.-
-La gente puede tener órdenes completamente diferentes. Si, lo sé. -Ella suspiró.
-Cuídate mi amor. Te amo. -Ellos se dieron un beso.-

Se separaron y se encontraron conmigo mirándolos fijamente.

-Es que, de verdad, a veces no os entiendo de qué mierda habláis. -Dije con el ceño fruncido, negando con la cabeza.

Subimos al jet de los Torricelli, la seguridad se veía un poco nerviosa de subir a un avión que no era el nuestro. La tensión se podía cortar con un cuchillo, estábamos todos nerviosos.

Lisandro depositó a Luca en un sofá atándolo mas o menos en un cinturón improvisado, y luego todos tomamos nuestros asientos y nos abrochamos los cinturones, yo me senté junto a la siciliana y Mamá en frente con Félix, supongo el jefe de seguridad.

El viaje a Sicilia se hizo corto porque dormí gran parte de él, con Franchesca en mi hombro.

Al llegar al Aeropuerto de Catania, en el sector privado nos esperaban seis camionetas, tres negras, y tres blancas.

Tenías que ser tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora