─ ¿Me has hecho algo? –murmuró en un susurro.
─ ¿Cómo que si te he hecho algo? –mi corazón latía con fuerza, a tal punto que dudaba si podría escucharlo.
─ Si no se, será el calor que me hace sentir cosas... -dijo confusa.
Nos dormimos, a mí me costó bastante, realmente si pensaba con claridad era obvio que se habría despertado cuando la acariciaba, quizá no desde el principio, pero lo sabía. Lo que no sabía era como actuar, como debía tomarme eso... ¿Significaba que le gustaba? O simplemente se había dejado hacer esperando a que yo me cansara. Cuando por fin el alcohol ingerido me hizo caer redonda lo agradecí muchísimo, porque borracha como iba solo hacía que comerme la cabeza.
Cuando desperté me asusté bastante, era la primera vez que me levantaba y ella no estaba durmiendo, apenas estaba en la cama ni la habitación. Mil pensamientos aterradores me pasaron fugazmente por la cabeza, la había asustado. Aunque ella era mayor que yo, no sabía su edad exacta pero rondaría los 28 años, yo tenía 22.
Salí con cautela de la habitación y me dirigí a la cocina. Por el pasillo casi grito, al abrir una puerta me la encontré de cara. Casi se le cae la bandeja a ella del susto.
─ Por un día que quería darte la sorpresa...
─ No si la sorpresa me la he llevado. –no pude evitar reírme por el sobresalto que di.
─ Si... creo que algo he notado. –comentó riéndose ella también.
Le gustara o no lo de la noche anterior al menos hoy estaba simpática. Al estar las dos despiertas desayunamos en el comedor a eso de las 8:30, nos lo tomamos con calma ya que nos faltaba media hora para empezar el día. No hablamos en absoluto de lo de anoche ni el insomnio, ni la borrachera, si no que hablamos del día que nos venía encima. Venían 30 niños durante una hora, teníamos que hacer un cumpleaños, lo que significa pasear ponis durante una hora turnando a los críos.
Acabamos de comer y empezamos las clases, hasta las 12:00 del mediodía no venía el cumpleaños. Llegada esa hora preparamos dos ponis uno para cada una. Nos fuimos a la pista y empezamos a subir niños, eran unos 5 minutos por niño, hicimos casi dos horas, aunque había niños que no habían venido.
Por fin terminó y nos dispusimos a duchar los ponis y guardarlos. Ya eran las 14:00 por lo cual hasta el martes estaríamos en la hípica sin tener que trabajar ya que eran nuestros días festivos.
Al recoger las monturas y materiales de los caballos, los llevamos al guadarnés de escuela, el de la escuela era pequeñito, con montureros que son unos palos enganchados a la pared que sujetan las monturas lo cual hacía el cuarto más estrecho.
En parte ese lugar era muy excitante, como una biblioteca donde siempre piensas hacerlo en las estanterías, pues aquí sería en los montureros. Dada esa estrechez al pasar ella por delante de mí de espaldas, me rozó con todo su trasero, lo hizo muy lentamente, para mala suerte su montura iba justo enfrente mío, así que se inclinó para colgarla, lo cual conmigo comprimida en la pared presionó más su trasero contra mí, una nalga suya estaba perfectamente encajada en mis partes, sentí presionado mi clítoris. Traté de coger aire y apartarme, pero estaba encajada contra la pared y hasta que no aliviara la tensión de su trasero no me podría mover. Al enderezarse con un movimiento extraño de su cintura se restregó completamente contra mi clítoris. Como ya se había enderezado pude escaparme y salir de allí porque empezaba a agobiarme ese lugar con ella tan cerca y receptiva a diferencia de cuando 'dormía'.
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La Amazona
Romance¿Es cierto que del amor al odio hay un paso? ¿Y es posible a la inversa? Una compañera de trabajo, fría como el hielo me pondrá la vida del revés, pero un vaquero recién llegado buscara contrastar su frialdad dándome calor. ¿Qué es mejor un calor so...