Capítulo 7

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La miré unos segundos más y le señalé la silla, no reaccionaba. Me miraba asustada como si en cualquier momento fuera a explotar mi rabia. Yo tenía la esperanza de que se inventara alguna cosa, me daba igual que fuera inventada, pero quería imaginarme algo por lo que yo fuera importante para ella, no solo para tener sexo en la hípica. Así que la observé de nuevo a la espera de que hablase.

Vi que abría la boca, parecía intentar hablar pero ningún sonido salía de su boca. Cabe admitir que hubo un momento en el que me hizo gracia su reacción, verla así confusa buscando alguna palabra para decirme, me resultaba gracioso. Esos ojos azules estaban vigilando todas mis reacciones. Me la miraba divertida a la espera de una respuesta, pero rápidamente cambie mi rostro a preocupación. Realmente me miraba como si en cualquier momento saltara a pegarla. Todo mi enfado había desaparecido al verla tan asustada. Me acerqué lentamente a ella, dependiendo de mi movimiento se asustaba más.



─ Tranquila, tampoco pasa nada. -murmuré dulcemente mientras le acariciaba la cara. Si pasaba pero primero quería que hablara.

─ Nnn... -intentó hablar pero falló porque empezó a llorar lanzándose a mis brazos. Le correspondí fuerte el abrazo, que sintiera que estaba a salvo. Pasaban por mi mente muchas cosas sucias sobre su pareja, pero no podía asegurar nada. No quería presionarla-. Lo siento. –dijo separándose de mis brazos, mientras seguía respirando bruscamente.

─ No pasa nada. –dije tratando que se calmara.



No le pedí ninguna otra explicación sobre su pareja, sin más lo dejé correr. La trataba con cariño, pero no de amor si no de amistad. El día fue extraño pero bien, ella pareció muy ausente todo el día.

A Lara le falló su última alumna por lo que esa hora estaba libre, yo en cambio tuve que dar mi clase. Al terminar y recoger las cosas la escuché hablando por teléfono.



─ No, hoy no iré. –estaba algo furiosa pero parecía medir muy bien todo lo que decía-. Lo sé. –todo lo que contestaba lo decía a regañadientes-. ¡Déjame! No sé cuándo volveré. Adiós. –dijo finalmente y colgó bruscamente. Seguí con mi tarea de guardar las cosas. Más tarde fui a buscarla y me la encontré en un banco mirando las pistas.

─ No creo que veas mucho, no hay nadie montando en la pista. –comenté bromeando.

─ Me gusta mirar la pista vacía. –estaba muy ausente.

─ No quiero presionarte, pero, ¿tienes pensado contarme que te pasa?

─ ¿Me puedo quedar? –dijo ignorando mi pregunta.

─ ¿A dormir? –comenté sorprendida.

─ Sí, toda la semana por favor. –lo dijo muy triste.

─ ¡Claro que sí! –dije con energía para animarla.



Le tomé la mano y la levanté para animarla, fuera lo que fuera lo que pasara tenía muy claro que la ayudaría a olvidarlo mientras estuviera conmigo. Tampoco haría nada con ella, simplemente sería una buena amiga que está con ella en las buenas y la malas.




─ ¿Sabes qué? –comenté de golpe mientras me la llevaba al piso.

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